V E I N T I C U A T R O

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La voz del piloto anunciando la pronta llegada a nuestro destino me despertó, y descubrí a Camila acostada sobre mis piernas. Acaricié su sedoso cabello aprovechando que no estaba consciente y repasé cada una de sus facciones con los ojos, tratando de recordar cada detalle en ella, cada lunar y cada pequeño centímetro en su piel.

Pude recordar a Sam mientras la veía. Su rostro era muy parecido, tanto que era casi increíble. Sus rasgos hispanos y su piel morena la hacían más sexy. Me relamí los labios y comencé a ver cómo se comenzaban a abrir sus ojos con lentitud. Sus pestañas largas y negras se levantaron junto a su párpado y me dejaron poder volver a ver el color chocolate de sus ojos.

- Hey... - murmuró bajo. Sonreí ampliamente y luego solté una risita al ver cómo seguía soñolienta y con la voz ligeramente ronca lo cual era completamente excitante.

- Ya vamos a aterrizar en cuestión de minutos. - le avisé y ella pareció tranquilizarse. - Me muero por llegar...

- Yo también, Afrodita. - tomó mis manos entre las suyas y las besó con adoración. Sentí cómo comenzó a levantarse de mí y mis muslos sintieron un vacío repentino junto a un frío extraño luego de haberla tenido tanto tiempo en ellos. - ¿Me llevarás a comer pizza, cierto? - se sentó en mis piernas y mis muslos volvieron a sentir el calor que habían perdido antes.

- Sí, y spaghetti o lasaña. Todo lo que desees, ángel. - la llamé de repente con un nuevo apodo que pareció sonar más dulce de lo que se necesitaba y pude ver su expresión cambiar, sonriendo ampliamente.

Pocos minutos después, ya estábamos fuera del avión y pisando finalmente tierra. Esa era la parte favorita del vuelo de Camila, cuando ya podíamos estar en nuestro destino. El aire me pareció incluso tener el aroma de queso con tomate...mhm...Dios. Italia, Italia...joder. Olía perfectamente bien. Camila me abrazó con fuerza dando grititos y saltos, demostrándome la mayoría del tiempo que parecía no haber dejado jamás de ser una niña. Una niña con un cuerpo increíble y una habilidad en la cama que era aún mejor.

- Jamás creí poder venir a Italia... nunca lo imaginé siquiera. Dios santo. Incluso el ambiente huele...diferente. - sonreí al ver que coincidíamos en aquello.

- Huele a pizza. - su carcajada me hizo reír, porque solían ser demasiado fuertes.

- ¿Sabes qué sería sexy? – comenzó a hablar teniéndome con una sonrisa boba.

- Hacerte el amor.

- Oye, eso ya lo dijimos.

- ¿Con pizza embarrada y unos pocos spagettis por tu cuerpo? - ¡Vaya! Bueno, eso no lo había dicho. No pude evitar reírme alto, sintiendo al instante miradas extrañas sobre mí.

Caminamos hasta las afueras del aeropuerto y tomamos un taxi por decisión de Camila. A pesar de haber insistido en llevarla en una camioneta decente, ella quiso ver cómo se sentía montarse en un taxi italiano, lo cual a pesar de ser completamente ridículo me hizo gracia.

- Tus ojos verdes se ven diferentes en otro país.

- ¿Cómo se ven?

- Más...brillantes, alucinantes. – no creía que el brillo aquel se debiera precisamente a la ciudad, pero me callé, no quería crear falsas ilusiones.

Bajamos unos pocos minutos después del taxi, la ayudé a hacerlo tomándola de la mano para que no se cayera y la cargué en mis brazos, logrando que enredara sus piernas alrededor de mi cintura. Ella simplemente se dejó cargar por mí y enredó de igual manera que sus piernas, sus brazos a mi cuello, acostando su cabeza en mi hombro. Parecía un bebé y me parecía tan malditamente tierna que me hacía feliz. Camila tenía un aroma particular en su cabello, y no pertenecía a ningún químico extraño de shampoo, era como...como algo completamente de su cuerpo.

UNDRESSED {Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora