C U A R E N T A Y S E I S

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- ¿Qué haces aquí? - pregunté incluso antes de saludarle y al instante me arrepentí, y tras sacudir mi cabeza levemente volví a formular una pregunta en forma de saludo más amable y cordial. - ¿Cómo va todo? - la pregunta le hizo esbozar una sonrisa que tenía tiempo sin ver y aquello hizo que el corazón se me acelerara. ¿Cómo debía reaccionar? Clara estaba sonriendo.

- Camila me invitó a venir. - dijo de repente y casi me reí de la situación. La morena había invitado a mi madre a venir a nuestra casa, porque eso era lo que se había convertido para nosotras la casita a lado de la hacienda de mi padre, la que nos había dado para que tuviéramos privacidad, lo cual a Camila siempre la había puesto como loca, pero ella estaba tirada en la cama desnuda entre la comodidad de las nuevas sábanas que habíamos comprado.

Invité a mi madre a pasar ofreciéndole un café, tratando de ser amable. Era increíble lo que Camila estaba haciéndome, jamás pensé que podría estar en paz con mi mamá sentada o incluso parada en algún otro lugar. Estaba intentando hacer esto por ella, por la mujer de la que estaba tan enamorada, quería hacerla sentir orgullosa de mí.

Clara era una mujer guapísima. Siempre había mantenido una imagen perfecta. Maquillaje perfecto, actitud perfecta, era lo que toda familia necesitaba. Mi padre siempre había sido nuestro soporte económico más fuerte, pero mamá siempre se había encargado de brindarnos todo lo que era más importante. Era el eslabón más fuerte de la familia. Yo en cambio era el más débil, pero el que aparentaba ser más fuerte.

Fui a la cocina y la dejé sola en la sala sabiendo que no se aburriría teniendo el control del televisor al mando con miles de canales a su disposición. Preparé un café, cargado como a ella sabía desde niña le gustaba y dos grandes de azúcar.

La pequeña tetera roja comenzó a sonar después de un rato, y ahí supe que podía servir el agua hirviendo en una taza de decorado lindo. Yo decidí no tomar nada, y es que desde que estaba tan bien con Camila, las cosas habían mejorado y yo había de alguna manera cambiado, la cocaína y todas aquellas sustancias adictivas habían sido erradicadas de mi vida. Sin importar que el café de todas era mi favorita.

Para cuando llegué de nuevo a la sala haciéndole compañía a mi madre, con un pequeño plato de galletas azucaradas y su café, que por cierto también estaba bañado en azúcar, me di cuenta de que Camila se encontraba animosamente platicando con ella.

¿Desde cuándo eran tan cercanas? Alguna vez Camila me había comentado que mi madre era genial, pero jamás había pensado que lo decía enserio, sino como algo más de compromiso. Me resultaba tan extraño.

Volteé mi mirada a Clara y cuando ella se encontró con la mía, me di cuenta de que sus ojos estaban llenos de lágrimas. Dejé el café y las galletas en la mesita del centro de la sala, asustada y temerosa por verla así. Mierda, otra vez la puta ansiedad. ¿Estaría llorando porque no fui educada cuando la vi parada en la puerta? Pero había tenido una segunda vez donde hasta le ofrecí café, ¿no?

- Mierda, Clara... - sacudí la cabeza tras darme cuenta de la maldición que había soltado y Camila se rió burlona. ¿Cómo podía estarse riendo cuando Clara estaba llorando? Me incliné ante ella y sentí que tomó mis manos. - Lo siento... pero... ¿qué está pasando? ¿Por qué tienes lágrimas en los ojos? - miré a Camila, con la esperanza de que no se estuviera riendo más, pero para esto, ella estaba con una gran sonrisa mordiéndose el labio inferior. Creo que con ese simple gesto se me habían quitado las ganas de reclamarle por ser imprudente.

Clara después soltó una risita, la que me hizo fruncir el ceño porque, ¿cómo podías estar llorando tan abiertamente y luego riéndose? Joder, por algo yo era tan complicada porque mi misma madre era realmente una locura.

Mi corazón latió con fuerza y busqué auxilio en la mirada de Camila, que ahora me di cuenta que también se encontraba llorando. Esto era suficiente. Mi mujer y mi madre eran unas sensibles. Ahora estaba enfadada por no entender nada, frustrada.

- ¿Me van a decir qué sucede? - les pregunté en un volumen de voz más alto.

- No te enojes, Lauren. - me incliné para cargar a Camila y la senté sobre mis piernas para encargarme de limpiar sus lágrimas. Besé su mejilla y la abracé. El enojo se había ido y estaba feliz por ello.

- Lo siento... pero es que no entiendo.

- Le estoy platicando a tu madre que queremos formar una familia. - soltó de golpe. Espera, ¿no? ¿No estaba yendo bastante rápido? Dios santo. Los ojos se me abrieron como platos. ¿Tan rápido? Y ni siquiera sabía si eso era malo o era bueno. Me hacía feliz pero claro que también me asustaba la idea. Era algo enorme aunque el resultado sería algo muy muy pequeño y delicado.

- Lauren, no sabes lo feliz que me hace escuchar eso... - las lágrimas volvieron a salir y giré los ojos, poniéndolos en blanco.

Sabía que si comenzaba a quejarme sobre eso, me vería como la mayor estúpida del mundo. Abracé más a Camila, para que supiera que a pesar de no estar hablando porque en verdad no sabía qué decir, estaba de acuerdo en tener pequeñas Camilas corriendo por la casa.

- Clara... basta. - sus lágrimas me dolían, y antes que llorara era algo que no me causaba ningún malestar. Adoraba causarle problemas pero ahora viéndola, y queriendo recuperar su amor, verla así me debilitaba, aunque fueran lágrimas de felicidad.

- Lauren... eres mi hija, ¿cómo quieres que esté? Me hace feliz saber qué has encontrado a alguien que te haga feliz, ¿y qué mejor si es alguien como Camila? - la sonrisa de Camila se volvió tímida y su rostro se enrojeció haciéndola parecer un tomatito.

- Camila los tendrá. - dije de repente y la escuché soltar una carcajada.

- Ya, qué cómodo para ti.

- ¿Cómodo? ¿Crees que será fácil soportar tus locuras, tus malos humores y tus antojos a media noche?

- Pero yo voy a parir y a sufrir.

- También serás feliz cuando lo tengamos con nosotras.

- Será increíble... - sus ojos me miraron iluminados.

Terminamos por cenar en la hacienda esta vez con todos los integrantes de mi familia. No había nada que me hiciera más feliz que eso, tener a todas las personas que más importaban en mi vida a mi lado. Papá, mamá, Chris, Taylor, nana Elena y Camz.

yas uv

UNDRESSED {Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora