C U A R E N T A Y C U A T R O

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El baño me estaba haciendo un bien que hace mucho no sentía en mi cuerpo. El tener a Camila encima de mí era probablemente lo que me daba esa sensación, no podía saberlo. Cerré los ojos mientras ella enjabonaba y limpiaba mi cuerpo, empezando por mi rostro, mi cabello hasta terminar en mis pies luego de haber recorrido con sus tiernas manos mi vientre, mis pechos, y las piernas. La mujer se estaba encargando de mí como si fuera una niña para ella, era encantador y me hacía sentir realmente amada por ella. No importaba todo lo que hubiéramos hecho al hacer el amor, este era el momento más íntimo y hermoso que habíamos compartido.

Luego de que le hubiera dicho que la amaba y lo hubiera repetido una y mil veces tras ir viajando juntas en el jet que papá había contratado para ambas, la relación que teníamos comenzaba a ser más intensa.

- Ven... ven a darme un beso... - le pedí bajo mientras la sentía estar cada vez más lejos de mí. - Hace tanto que no te veía... y te has puesto tan bonita, Camz. – era cierto, era algo diferente. La veía más atractiva, mas sensual.

- Deja de decirme mentiras... - dijo en un lindo murmuro llenó de timidez. Sus ojos me veían con amor, y no había nada que necesitara más en ese instante.

- Te lo digo de verdad. - le hice saber tras tomarla por las mejillas con el propósito de acercarla a mí. La abracé con fuerza y al tener sus labios gruesos y semi abiertos frente a mí los atrapé en un beso ansioso y con hambre. Ella me mantuvo en su cuerpo, como si de alguna manera se estuviera aferrando a mí. Nuestros labios desde siempre, desde que nos besáramos por primera vez, se habían vuelto buenos amigos, y nuestras almas, eran como hermanas. Ella se había vuelto todo lo que necesitaba. ¿Por qué me había tomado tanto puto tiempo darme cuenta?

A una semana de haber vuelto del infierno en el que estuve viviendo, mi vida había dado un giro de 180 grados. Había pasado más tiempo con Chris, y más tiempo en la casa de mis padres, en la cual Camila y yo estábamos viviendo en ese momento. Ambas teníamos miedo, estábamos aterradas de que alguien volviera a llevarme. Había estado toda esa última semana sufriendo de insomnio, la falta de sueño era terrible pero eran aún peores las pesadillas que me atormentaban cada noche, las cuales Camila se encargaba de ahuyentar.

Me abracé a la mujer que estaba encima de mí mientras nos besábamos con fuerza. En esa semana no habíamos tenido ningún tipo de contacto físico que no fueran abrazos o besos, y ella se veía deseosa, luego de que yo la había privado de aquello que sabía a ambas nos ponía como locas.

Su piel se sentía más suave de lo normal, era como si toda ella fuera seda, era una sensación más allá de lo común. Jadeé en su oído luego de que pudiera sentir la manera en la que sus manos acariciaban mi vientre. Aproveché que se encontraba distraída para morder su labio inferior con fuerza. La pude sentir hacer una mueca de dolor y me separé para mirarla fijamente.

- Salvaje... - murmuró haciéndome reír y tras besos más íntimos, que mostraban el deseo mutuo, comenzamos a tocarnos en las partes más privadas de nuestros cuerpos.

Terminamos haciendo el amor, por primera vez en la bañera. Había sido increíble poder compartir aquel momento, juntas, después de haber permanecido tanto tiempo sin un momento lleno de pasión.

El día terminó, y estábamos en el momento de la cena, todo mundo estaba allí, incluso mi madre, que en estos días se había portado mucho más tolerante conmigo. Habíamos hablado bastante de lo que había pasado anteriormente, y Camila había estado ahí ya que mi madre le había pedido aquello, según ella para que me tranquilizara si me empezaba a poner histérica como siempre solía hacerlo. Estar juntas mamá y yo era algo de lo que toda la familia se enteró. Afuera de la habitación estaban papá, mi hermana Taylor, mi nana e incluso Chris. Todos al pendiente de si pasaba algo fuera de lugar. Pero esa había sido el momento perfecto de que habláramos.

Las cosas jamás serían como si nada hubiera pasado, la tensión aún seguía existiendo pero sería algo que poco a poco se iría amoldando a la situación en la que vivíamos. La más feliz con aquella reconciliación era Taylor, que al fin dejaba de sentir que traicionaba a una cuando hablaba con la otra. Muchas veces yo creé ese sentimiento en ella.

La cena transcurrió en una manera normal. Mi padre se veía feliz de que todos en este momento hablábamos, y que la tensión familiar se había relajado bastante, aunque no por completo. Todo había quedado delicioso, yo estaba encantada con los increíbles platillos que mi nana había cocinado.

Al día siguiente a la mañana, decidí hacer algo que marcaría algo importante en la relación de mi pequeña mujer y yo. Tras haber tomado el desayuno aparte de toda la familia, Camila y yo nos montamos al auto para emprender un pequeño viaje.

Hacía bastante tiempo que no visitaba a Sam en el lugar en el que estaba enterrada, y decidí que sería el momento perfecto para hacerlo tras haber escuchado todo lo que Dinah me dijo de ella. Había decidido no tenerle ningún rencor. No tendría que haber nada que me hiciera odiarla, porque como fuera lo que había hecho contra mí y mi familia, yo la había amado con locura. Pero en ese momento, había alguien más ocupando mi corazón, y a Sam le tenía que dar el último adiós.

Camila se encontraba confundida, y era obvio. Yo también lo estaría. Estábamos en camino hacia el cementerio, y yo no estaba contestando ninguna pregunta a pesar de que ella me estaba insistiendo una explicación. Yo la había sacado de la casa diciéndole que iríamos a pasear y a comprar unas cosas que necesitaba. Pero no era para nada eso.

- Dios santo, Lauren. ¡Dime a dónde vamos!

Finalmente cuando ya estábamos ahí su rostro estaba lleno de preguntas, e imaginé que se vería graciosa si tuviera signos de interrogación decorando su delicado rostro.

- ¿Venimos a ver a Sam? - adivinó al instante. - Porque si venimos a eso, te juro por Dios, Lauren que me largo. ¿Quieres presentarme a ella? - Camila comenzó a alterarse. Sus celos a veces me daban gracia. Tras haberle contado lo que Dinah me había dicho de ella, entendía que se pusiera de aquella manera.

- Sí. Venimos a verla. - respondí su pregunta y con la mano de ella entrelazada a la mía, comencé a caminar por el estrecho camino que ya conocía de antes, el que nos llevaría directamente a un pozo en el que Sam se encontraba tres metros sobre tierra. Los vellos de mi piel se erizaron al pensar que podía eso ser posible. Camila estaba haciendo todo lo posible para soltarse de mi mano para huir, pero mi fuerza la superó, haciendo que dejara de intentar. Me senté sobre la tumba de piedra que estaba en el lugar y senté a Camila sobre mis piernas, queriendo comenzar a hablar, con miedo a hacerlo.

- Samantha... hace tanto que no te venía a ver... y quiero disculparme por eso. - comencé. - Escucha, la chica que está aquí conmigo es Camila. Camila Cabello, y me encuentro perdidamente enamorada de ella. He venido para decirte que... - mi voz se comenzó a romper, estaba siendo difícil pensar que hablaba frente a la chica que tanto quise. - Esto es todo entre nosotras, Sam. Esta va a ser la última vez que voy a venir a verte, y la última vez que voy a hablar contigo... - y ahí si comencé a llorar desconsoladamente. Camila me sostuvo entre sus brazos, y comenzó a llenar mi cabeza de besos. Me dolía decirle adiós, pero sabía que Camila y yo necesitábamos eso, porque yo sabía que a pesar de todo, ella siempre se había sentido por mi culpa, aplastada por el recuerdo de Sam, pero este era nuestro último adiós.

- Te agradezco el que hayas hecho feliz a Lauren durante una parte de tu vida, y que la hayas hecho saber amar... pero tu recuerdo ha causado problemas entre nosotras que no necesitamos. Yo ahora voy a cuidar de ella, la voy a amar y la haré feliz. – me dediqué a escuchar hablar a Camila. Le agradecía bastante el que estuviera ahí, apoyándome en un paso tan grande que estaba dando.

- Gracias por todo, Sam... hasta nunca.

UNDRESSED {Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora