CAPÍTULO 13

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A las ocho menos cuarto, cuando ya no me siento ni las manos ni los pies y creo que se me han debido de caer las orejas, la veo salir del portal.

No parece la misma, pero sé que es ella. Está mucho más delgada y lleva el pelo recogido en una cola. Ella nunca llevaba el pelo recogido.

Camino hacia ella obligando a mis piernas a volver a la vida.

- ¡Andrea! – la llamo desde el otro lado de la calle. Ella se da la vuelta hasta que me ve y se queda petrificada en la calle.

Había imaginado su reacción durante el camino y durante los meses que han pasado desde que se fue y, en todas las situaciones, ella corría a abrazarme, no que quedaba quieta mirándome con esa cara. Vuelvo a llamarla y parece que ella reacciona cuando llego hasta ella.

- ¿Sergio? ¿Qué haces aquí? – pregunta sin acercarse a mí. Mira a su alrededor buscando a alguien.

- Necesitaba verte, saber que estás bien- confieso bastante confundido con su reacción.

- No deberías haber venido- se queda un instante pensativa- ¿cómo has venido?

- En tren- respondo serio. No esperaba esta bienvenido tan fría en todos los sentidos.

- No deberías, tienes que volver, no puedes estar aquí. Seguro que te están buscando- se aleja un momento de mí y se da la vuelta antes de marcharse- espera aquí un segundo.

Se acerca a dos chicos que la esperan en una esquina y rebusca en su mochila antes de darles algo. Ellos le dan algo a cambio disimuladamente y se marchan. He visto a los amigos de Samir hacer eso infinidad de veces. Les ha pasado drogas o algo parecido. Vuelve hacia mí.

- Vamos, tengo que ir al instituto, no puedo faltar- parece más relajada, pero no se acerca a mí- ¿Cuándo has llegado?

- Anoche, he estado buscando la dirección toda la noche. ¿Por qué se la mandaste a Julia y no a mí?

- No quería que vinieras, no tendrías que haber venido- repite.

- Necesitaba verte.

Ella toma mi mano repentinamente y me dedica una sonrisa de las de antes. Es la primera vez que veo que sigue siendo ella.

- Me alegro de verte, de verdad. He pensado mucho en ti, pero las cosas han cambiado y ahora no debes estar cerca de mí.

- Ya he visto lo que has hecho antes- intento demostrarle que entiendo la situación.

- Sí, bueno, pero no entiendes nada. Tienes que volver.

- Puedes volver conmigo, podemos irnos los dos.

- No podemos irnos, a ti van a encontrarte y a mí también. Lo mejor que puedes hacer es volver a casa y olvidarte de mí.

- No puedo olvidarme de ti- Apenas puedo susurrarlo. Quiero decirle que no he podido dejar de pensar en ella ni un solo día desde que se marchó, que ha sido la única persona que me ha tocado sin que quiera morirme en el momento, pero ella es tan diferente que no soy capaz de decir nada más.

- Pues tienes que hacerlo, yo ya no soy la misma y no soy buena para ti. Lo nuestro se acabó el día que me marché.

- ¿Cómo que no eres la misma o que no eres buena para mí? eres lo único bueno que he tenido en la vida.

- No, ya no. Estoy saliendo con alguien y no voy a volver nunca- habla con demasiada frialdad para creer que está diciendo la verdad.

- ¿No te importo? – niega con la cabeza.

- Yo no te he pedido que vengas.

- Lo sé. Yo necesitaba venir.

- Ahora te pido que te marches, y que olvides mi dirección, que me olvides a mí también.

- Andrea, ¿Qué te ha pasado?

Me paro en mitad de la calle frente a ella y la obligo a dejar de caminar. Ella se me queda mirando fijamente a los ojos y noto que está intentando contener las lágrimas.

- Nada, no ha pasado nada. Hemos estado meses sin vernos y no siento por ti lo que yo creía.

Escucho sus palabras y, aunque no quiero creer lo que dice, pienso que es cierto y que he sido un iluso por pensar que alguien podía quererme. Que podía gustar a alguien.

Me quedo en silencio, quieto frente a ella.

- Sergio- pronuncia mi nombre y se queda en silencio.

- Sí, ya, llegas tarde y no puedes faltar a clase. Quieres que me vaya, dime si es verdad que quieres que me vaya.

- Quiero que te vayas- No sé si sus palabras me duelen más a mí o a ella.

- Vale, me alegro de haberte visto, de verdad. El viaje ha merecido la pena. Si necesitas algo, sabes dónde encontrarme.

- Yo, bueno, no tenías que haber venido, pero me alegro de verte.

Los dos nos quedamos mirándonos en silencio hasta que un chico llega hasta nosotros, pasa el brazo por encima de sus hombros y la besa. Ella devuelve el beso abrazándolo más de lo necesario y sé que lo está haciendo para alejarme de ella.

No nos dijimos nada más. Simplemente regresé hasta la estación de tren caminando durante casi dos horas. Miré el tablón de las salidas y pensé que podría ir a cualquier lugar, a cualquier ciudad y no habría ninguna diferencia para mí. Nadie estaría esperándome al llegar.

Tampoco es que tenga demasiadas alternativas, solo hay un lugar en el que tengo algo parecido a una vida y un techo bajo el que dormir.

Compro mi billete de vuelta a la única vida que conozco.

Durante el viaje voy pensando en Andrea, en lo que me ha hecho sentir desde que la conocí. Lo bueno y lo malo. Quizá ella no me quiera, no me haya querido nunca, pero yo sí la quise. Ella sí que significó algo para mí y ahora me siento herido, tengo la misma sensación de pérdida que hace nueve años. Vuelvo a sentirme completamente solo.

Reescribiendo el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora