Capítulo 12

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Ha comenzado el curso y los meses van pasando con más o menos suerte. Intento estudiar para sacar buenas notas. Quiero terminar el curso y poder examinarme para ir a la universidad. Me gustaría seguir estudiando y hacer algo que me permita ser independiente en el futuro. Incluso he elegido qué tipo de carrera me gustaría estudiar, quisiera algo relacionado con la enseñanza o con los servicios sociales. Podría ser alguien capaz de ayudar a las personas como Andrea o como yo de una manera eficaz, del mismo modo que hace el Padre José o Silvia, y no como mis monitores del piso o los psicólogos.

Pero no todo va bien, mis compañeros continúan hablando de mí y algunas chicas han empezado a acercarse más de lo que me gustaría. Se sientan a mi lado en clase y tratan de tocarme de manera casual y, cada vez que eso sucede, tengo que disimular que no pasa nada, pero sí pasa, me quedo sin respiración y, en más de una ocasión, cuando me tocan los brazos, he estado al borde el ataque de pánico y lo he evitado saliendo de clase con la consiguiente reprimenda del profesor.

Cada día pienso más en Andrea, la echo de menos y necesito saber que está bien, pero no sé nada de ella.

He intentado preguntar de manera casual a los monitores varias veces y la única información que me han dado es que está en Valladolid con su madre y que está bien.

Patricia, la chica que ocupa ahora su habitación, me resulta insoportable. Tiene un grave problema con la higiene y su dormitorio no tiene nada que ver con el de Andrea. Da lo mismo qué día sea o si toca limpieza, siempre tiene toda la ropa amontonada en la cama.

Tampoco entiende demasiado bien que, aunque no haya puertas en las habitaciones o en el baño, eso no le da derecho a entrar dónde le plazca, todos tenemos derecho a un poco de intimidad.

Llego de clase y, cuando me dispongo a entrar en mi dormitorio, veo a Patricia agachada rebuscando en mis cajones.

- ¿Qué buscas entre mis cosas? – pregunto desde la puerta. Ella se gira hacia mí sobresaltada e intenta disimular.

- No, estaba buscando unos folios para hacer mis deberes- miente fatal.

- ¿En el cajón de mi ropa? – intenta salir de la habitación, pero yo no me muevo de la puerta. En ese cajón guardo mi dinero- Dame lo que has cogido.

- ¿Qué dices? Yo no he cogido nada.

- Patricia, sé que lo has cogido y también sé que no es la primera vez.

Mis ahorros han bajado desde que ella está en el piso a pesar de que yo continúo guardando casi todo lo que me dan. Ya sospechaba de ella, pero no tenía pruebas, hasta ahora.

- ¿Qué pasa aquí? – pregunta Andrés alertado por nuestras voces. No hemos escondido que es una discusión y, desde luego, ver a Patricia en mi habitación y a mí impidiéndole el paso, no ayuda a que piense que no ocurre nada.

- La he encontrado rebuscando entre mis cosas – acuso. No soy un chivato, pero con mi última expulsión del instituto, lo que menos necesito es que ella empiece a mentir primero.

- ¡No es verdad!

- Desde que llegó me ha faltado dinero del cajón y hoy la he encontrado rebuscando.

- Bien, Patricia, no te muevas. Sergio, ve al cajón y comprueba si falta dinero- Por una vez parece que Andrés me está creyendo.

Abro el cajón y saco el sobre con mi dinero. Lo cuento rápidamente y veo lo que me ha quitado. He de reconocer que es lista, nunca coge grandes cantidades, pero yo sé de memoria cuántos billetes tengo de cada.

Reescribiendo el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora