Capítulo 68

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No dejo de pensar que Inés está embarazada en un solo minuto de las más de doce horas de vuelo hasta Medellín.

Pensaba que no podría soportar una noticia así, que jamás sería capaz de ser padre después de todo lo que he vivido, pero estoy ilusionado y creo que incluso feliz con la idea de tener un bebé con Inés, de formar mi propia familia.

Nunca he tenido nada tan claro, quiero esa familia y ahora estoy seguro de que puedo cuidar de ellos, que puedo ofrecerles algo bueno que pensaba que no era capaz de dar.

- ¿Estás bien? – Pregunta Manu preocupado durante el vuelo.

- Creo que nunca he estado mejor- Confieso con una sonrisa. Habría preferido que Inés viniese conmigo, pero sé que no es la mejor idea que esté un mes viajando en su estado.

- ¿Seguro? Es una noticia un poco abrumadora.

- ¿Sabes? Que matasen a mi familia delante de mí fue traumático, que me expulsasen de todas las casas de acogida, fue abrumador, ir a la cárcel y quedarme en la calle, fue insoportable, pero esto, saber que seré padre con la mujer que amo, a pesar de no haber elegido el mejor momento, es lo mejor que me ha pasado en la vida- Hablo en voz muy baja para que nadie me escuche. Sé que Manu me entenderá.

- Visto así- Dice con una sonrisa- Supongo que has lidiado con cosas peores.

Me encojo de hombros en señal de asentimiento.

Es cierto, he vivido lo peor que me podía tocar en la vida y, aun así, sigo vivo y estoy cumpliendo un sueño. Pienso que este bebé es un regalo, una oportunidad de hacer algo bueno de verdad.

Si acostumbrarme a estar continuamente de viaje por España no fue fácil, la llegada a Colombia me dice que esto no será mejor.

Aterrizamos y bajo del avión un poco mareado y algo desorientado. No he dormido nada durante el vuelo y me siento cansado.

- Será mejor que vayas al hotel a descansar o enfermarás- Aconseja Lydia, que ya tiene experiencia en este tipo de viajes.

- Creo que puedo aguantar- Digo pensando en los compromisos que me están esperando al llegar.

- Creo que no. Tienes cara de muerto y se puede reagendar todo para mañana- Dice Manu con el asentimiento de Lydia.

Al final, me veo obligado a obedecer y me quedo en el hotel durmiendo.

Me despierto sin saber qué hora es ni dónde estoy. Es una sensación ya bastante familiar para mí. He tenido que acostumbrarme en los últimos meses a despertar en un lugar distinto cada día.

Después del concierto con Lydia, volaré hasta Bucaramanga, donde me espera mi primer concierto en solitario.

Todavía me cuesta asimilar el éxito que está teniendo mi primer disco aquí. Me sorprende que hayan llegado a conocer algo de mi trabajo.

Siento que todo aquí es distinto cuando llego al recinto del concierto con Lydia. Evidentemente, han venido a verla a ella, pero puedo ver entre la gente chicas con camisetas con mi nombre o con mi fotografía y, al salir del coche, escucho que me gritan con entusiasmo.

Aunque parezca increíble, he ido acostumbrándome a esto y ya he aprendido a acercarme a ellas y atender sus peticiones con amabilidad. Al fin y al cabo, si hacen el esfuerzo de estar ahí y comprar sus entradas, yo puedo dedicarles el tiempo que merecen.

Me encanta la pasión del público y que canten todas mis canciones. Lydia ya me había dicho que le gustaba actuar aquí, pero se había quedado corta. Esto es genial.

Carlos ha venido con nosotros para no dejarme solo ante el peligro en mi primera aventura en solitario y realmente debo agradecérselo, pues se encarga de todo y yo solo tengo que hacer caso de sus instrucciones.

Reescribiendo el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora