CAPÍTULO 30

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El domingo me despierto de madrugada y me levanto. Me visto con ropa nueva, me arreglo y salgo temprano. Nicky sigue durmiendo e intento no despertarla.

Paseo hasta el centro cruzándome con pocas personas, pero es evidente que me miran diferente. Todavía nadie se ha apartado al cruzarse conmigo.

No sé si es por mi cambio de imagen o porque mi suerte es cierto que está cambiando, pero es un buen día y recojo más dinero de lo habitual los domingos.

Descubro a unas chicas grabándome con sus teléfonos, también más de lo habitual, no es la primera vez que sucede.

De vez en cuando, mientras toco, he visto alguna cara conocida entre las personas que me miran, algún compañero del instituto o de la universidad y siempre he hecho lo mismo, he escondido mi cara bajo la capucha de mi sudadera para evitar que me reconocieran, algo poco probable dado mi aspecto, pero nunca quise arriesgarme a que alguna de esas personas adivinase que vivía en la calle.

Levanto la mirada y me cruzo con la cara de Inés, que no puede disimular su asombro al reconocerme, ya no me puedo esconder. Me sonríe y devuelvo la sonrisa antes de ver como saca su teléfono y empieza a grabarme.

Quizá esperaba que se marchase después de escuchar un par de canciones, pero no lo hace, se queda esperando hasta que me ve recoger y se acerca a mí.

- Hola- Levanto la mirada mientras cierro la funda de la guitarra y la veo plantada delante de mí.

- Hola- ella me sonríe.

- Hacía tiempo que no sabía nada de ti. Estuve llamándote.

- Perdí el teléfono- Me cuesta actuar con naturalidad con ella.

- Sí, eso me dijeron en el internado.

- ¿Fuiste al internado? – creo que ella percibe el terror en mi voz. Si fue allí le contarían lo sucedido.

- Tienes buen aspecto, ¿vamos a cenar? – Me quedo pensando un segundo. Nicky me esperará para cenar- Por favor, me gustaría hablar contigo.

- Me esperan para cenar- su mirada me dice que no me cree y me suplica que vaya con ella.

- Hace mucho que no te veo, por favor, solo a cenar, podemos comprar un bocadillo y te acompaño a donde vayas.

- Vale, vamos a cenar- hoy he recogido suficiente para cenar en un sitio barato.

Vamos hasta un sitio de comida rápida y se me queda mirando cuando pago con monedas pequeñas. Nos sentamos en una mesa y se me queda mirando fijamente.

- ¿Cómo estás? ¿necesitas ayuda? – pregunta.

- He estado peor, ahora estoy bien.

- En el internado me dijeron que estabas en la cárcel – le incomoda preguntar.

- Fue un error, salí cuando todo se aclaró. Pero perdí el teléfono, era una de las pruebas.

- ¿Qué haces ahora?

- Ya ves. Toco en la calle y busco trabajo.

- ¿Tienes dónde vivir? – me sorprende su pregunta y se da cuenta, pero la entiendo cuando continúa hablando- vi un video en redes sociales, supe que eras tú y no tenías buen aspecto, ahora estás mejor.

- Pasé un bache- evito decir que duró casi un año- ahora todo va mejor. Vivo compartiendo piso y estoy mejor. ¿Puedo ver el video?

- Sí, claro- me enseña su teléfono y me veo cantando en la pantalla. Me avergüenzo completamente de mi aspecto y se lo devuelvo- Podrías darme tu nuevo número, para poder quedar y...

Reescribiendo el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora