Capítulo 8

14 5 0
                                    

Por la tarde no aguanto la tensión de encontrarme con Andrea por todas partes en el piso. Solo quiero besarla de nuevo. Nos hemos rozado al recoger la cocina después de la comida y me he contenido de hacerlo.

- ¿Dónde vas? – me pregunta Andrés al verme dispuesto a salir. Andrea está viendo la televisión y me mira.

- Al internado, he quedado con el Padre José para preparar la misa de mañana- miento. No he quedado con él para nada, pero sí que voy al internado, no se me ocurre otro sitio.

- ¿Puedo acompañarte? No tengo nada que hacer y me aburro – pregunta Andrea.

- ¿Al internado? – pregunto sorprendido de su ofrecimiento.

- A cualquier sitio, me aburro- se levanta y se pone la chaqueta sin darme opción a protestar.

- Os quiero aquí a las ocho- dice Andrés antes de que salgamos.

Apenas se cierran las puertas del ascensor, Andrea de acerca a mí y no podemos evitar besarnos hasta que notamos que hemos llegado a la planta baja.

- No vas a preparar la misa, ¿verdad? – adivina.

- No, pero sí que pensaba ir al internado- respondo serio.

- ¿Puedo ir contigo? Me gustaría conocer al cura ese que tienes como único amigo.

- Eh, bueno, no hace falta que vayamos allí si no quieres- no me parece una buena idea llevar a Andrea al internado.

- Pensaba que habías quedado allí.

- No realmente, es donde voy cuando necesito hablar o sentirme en casa.

- ¿Cómo puedes sentirte en casa en un internado?

- Durante dos años, fui de una casa de acogida a otra, pero nadie quiso quedarse conmigo hasta que llegué al internado. Allí he vivido los últimos seis años, es el primer lugar en el que me sentí seguro – no estoy muy seguro de poder confiar en ella, pero se lo he contado. No dice nada, solo me mira.

- Creo que nunca me he sentido en casa en ningún sitio- confiesa al final.

- ¿Dónde has estado viviendo hasta ahora?

- No quieres saberlo.

Siempre he pensado que nadie podía tener una vida peor que la mía, pero la expresión de Andrea al responderme me hace pensar que estaba equivocado. Tomo su mano, me mira y sonríe.

- ¿De verdad quieres ir al internado?

- Me gustaría saber más cosas sobre ti y, bueno, no eres muy hablador- dice encogiéndose de hombros. En mi idioma eso es un sí, así que comienzo a caminar hacia el internado sin soltar su mano.

Me cuenta que nació en prisión y que vivió allí hasta los seis años con su madre. Nunca ha conocido a su padre y, por lo visto, sus abuelos no quisieron saber nada de ella. Ha ido alternando casas de acogida con vivir con su madre cuando ha estado fuera de prisión.

- No la conozco demasiado bien y nunca se ha portado como una madre conmigo, pero es mi única familia. Si ella sale, no tengo muchas alternativas- Andrea habla con tristeza. Normalmente bromea y habla sin parar y ahora me parece un mecanismo de defensa. Yo me quedo callada, encerrado en mí mismo y ella habla y se muestra contenta y despreocupada.

- Pero, ¿Quieres ir con ella?

- No tengo alternativa. Supongo que es dónde debo estar, ¿no? Igual tú tienes suerte.

Reescribiendo el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora