CAPÍTULO 17

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Samir y Julia ya no están aquí, ya han cumplido los dieciocho años y se han marchado y Patricia sigue en el centro de menores.

Ha llegado un chico nuevo, pero apenas lo veo y ni él ni yo tenemos mucha intención de ser amigos, así que nos limitamos a coincidir en el horario de las comidas.

Sé que esta tranquilidad tiene fecha de caducidad. Solo durará hasta mi cumpleaños y después todo es incertidumbre para mí.

La última semana de septiembre, Silvia viene a verme y Andrés y ella me piden que me siente para hablar de mi futuro.

- Ha sido una pena que no hayas podido comenzar la universidad este curso y no queremos que te quedes en la calle. A pesar de tus problemas en el instituto, tus informes son buenos y mereces una segunda oportunidad- dice Silvia sacando una carpeta.

- Hemos buscado una solución temporal, para este curso, podrás matricularte en la universidad en junio y, si todo va bien, quizá ya no nos necesites- apoya Andrés.

Me quedo escuchando la solución que han buscado para mí pues, de lo contrario, en una semana me veo en la calle, aunque he hablado con el Padre José y me ha dicho que podría quedarme con él temporalmente ayudando en el internado.

- Hay varias empresas que trabajan con nosotros dando trabajo a personas como vosotros y, bueno, con lo que ganes, podrás pagarte una habitación en un piso compartido o quizá un pequeño apartamento- Silvia me pasa una carpeta y veo a lo que se refiere- es una empresa de mudanzas, entrarías como aprendiz y, bueno, sabemos que no gastas mucho, así que puedes ahorrar para ir a la universidad al año que viene.

- Vale, me parece una buena solución- acepto pensando en que al menos tengo una salida.

- Tienes que ir mañana a una entrevista y empezarías la semana que viene- informa Silvia- y, bueno, a partir de la semana que viene, mi trabajo contigo habrá terminado- lo dice con algo de pena. Silvia ha estado siguiendo mis pasos desde el día que salí del hospital con ocho años. Es una de las primeras personas que vi al salir del hospital y es, posiblemente, la única constante en mi vida.

- Creo que echaré de menos tus visitas- Silvia sonríe como si lo dijese de broma, pero ambos sabemos que es bastante cierto.

Dedico esa última semana a buscar un sitio donde vivir y encuentro una habitación en un barrio cercano. No entiendo muy bien qué me une a esta zona, pero la verdad es que no me he alejado en ningún momento.

Me levanto y desayuno para empezar mi primer día de trabajo.

La entrevista fue bien, pero es una empresa a trabajar con gente como yo y me advirtieron varias veces de manera implícita al principio y totalmente explícita al final, que no me iban a consentir tonterías.

- Esto no es una casa de acogida, es un trabajo de verdad, yo no soy tu tutor, soy tu jefe- asiento y Javi, como me ha dicho que le llame, me dio los uniformes.

No me gusta llegar tarde y me presento en la dirección que me han dado a las nueve menos diez y me quedo esperando pacientemente en la puerta.

- Buenos días, has llegado pronto- saluda Javi y me presenta a dos chicos que son mis compañeros. Son bastante mayores que yo, he calculado que están entre los veinticinco y los treinta años. Uno se llama Raúl y el otro Pedro y me saludan con amabilidad- ¿no te di las camisetas de manga corta?, vas a pasar calor con sudadera.

- No, estoy acostumbrado- respondo. Realmente estoy seguro de que pasaré calor, pero no tenía camisetas de manga larga naranjas, que es el color de la parte de arriba del uniforme.

Reescribiendo el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora