Capítulo 6

19 5 0
                                    

He estado dos días evitando a Andrea en el piso, esperaba que quedase con alguna de sus amigas, pero no lo ha hecho y he tenido que salir yo de casa para no verla.

Camino hacia el internado, espero que el padre José haya regresado ya de pasar unos días con su familia, a la que visita solo en vacaciones.

Llamo al timbre de la entrada y respiro aliviado al reconocer la voz que responde.

- Padre, soy Sergio- digo para que me abra.

- Claro, estoy en la cocina, entra- responde abriendo la puerta.

Entro y recorro de nuevo los pasillos que me resultan tan familiares hasta llegar a la cocina.

- ¿Cómo estás?

- Bien- respondo. Me mira fijamente.

- Ese bien no ha sonado como un bien de verdad- deja de cortar judías y me hace sentarme frente a él- ¿Qué ha pasado?

- No ha pasado nada. Todo está bien. ¿Cómo está su familia?

- Bien, mi madre se ha torcido un tobillo jugando a los bolos y mi padre está desesperado por soportarla. Mis hermanas no son capaces de controlar a sus hijos y mis cuñados, bueno, son cuñados, ya lo entenderás algún día. Y ahora que te he puesto al día de mi situación familiar, ¿vas a decirme por qué estás tan serio?

- Yo siempre estoy serio, creo que a veces olvida que estoy traumatizado- intento bromear con algo que decía de pequeño y que sé que es verdad, si no, no entiendo por qué tengo que esconderme de una chica que me ha besado porque me aterra tenerla cerca.

- Ya sé que estás traumatizado- me dice con una sonrisa- pero pareces más preocupado de lo normal en ti.

- Puedo ayudarle a cortar judías- me ofrezco para cambiar de tema y que no me pregunte más, aunque sé que, en el fondo, he venido buscando hablar con alguien.

- Sergio, ya vale, ¿qué pasa? – se pone serio de una manera que me impone desde el primer día que llegué.

- Una chica me ha besado- digo sabiendo que he perdido la batalla con él.

- Y eso te supone un problema... - empieza la frase esperando que yo la termine.

- Eso me supone un problema porque nunca había besado a nadie e hice el ridículo, me quedé quieto y salí corriendo.

- Bueno, ¿por qué te quedaste quieto?

- Porque no supe qué hacer, me asusté, no me gusta que me toquen, me da miedo que la gente se acerque a mí y que sepan lo que me pasó.

- Vamos a ver. Tienes dieciséis años, eras un niño pequeño cuando sucedió y nadie puede hacerte responsable. Has de empezar a vivir, a experimentar cosas y creo que besar a una chica no es una tragedia, es algo bastante normal a tu edad.

- Claro, lo dirá por experiencia- empieza a reírse cuando digo esto.

- ¡Oye! ¿No pensarás que yo nací con hábito? Tuve tu edad y era un chico normal, salía con chicas, incluso tuve varias novias antes de ir al seminario- el padre José habla con una sonrisa.

- Yo no soy normal- digo serio. Quizá él no se haya dado cuenta de que no soy capaz de hacer cosas normales, como quitarme una camiseta en público.

- Tú eres lo que quieres ser, ya no sé cómo explicarte que debes decidir qué tipo de persona quieres ser y no dejar que el pasado o unas cicatrices te definan- he escuchado esas palabras cien veces y nunca han tenido sentido para mí.

Reescribiendo el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora