He estado dos días evitando a Andrea en el piso, esperaba que quedase con alguna de sus amigas, pero no lo ha hecho y he tenido que salir yo de casa para no verla.
Camino hacia el internado, espero que el padre José haya regresado ya de pasar unos días con su familia, a la que visita solo en vacaciones.
Llamo al timbre de la entrada y respiro aliviado al reconocer la voz que responde.
- Padre, soy Sergio- digo para que me abra.
- Claro, estoy en la cocina, entra- responde abriendo la puerta.
Entro y recorro de nuevo los pasillos que me resultan tan familiares hasta llegar a la cocina.
- ¿Cómo estás?
- Bien- respondo. Me mira fijamente.
- Ese bien no ha sonado como un bien de verdad- deja de cortar judías y me hace sentarme frente a él- ¿Qué ha pasado?
- No ha pasado nada. Todo está bien. ¿Cómo está su familia?
- Bien, mi madre se ha torcido un tobillo jugando a los bolos y mi padre está desesperado por soportarla. Mis hermanas no son capaces de controlar a sus hijos y mis cuñados, bueno, son cuñados, ya lo entenderás algún día. Y ahora que te he puesto al día de mi situación familiar, ¿vas a decirme por qué estás tan serio?
- Yo siempre estoy serio, creo que a veces olvida que estoy traumatizado- intento bromear con algo que decía de pequeño y que sé que es verdad, si no, no entiendo por qué tengo que esconderme de una chica que me ha besado porque me aterra tenerla cerca.
- Ya sé que estás traumatizado- me dice con una sonrisa- pero pareces más preocupado de lo normal en ti.
- Puedo ayudarle a cortar judías- me ofrezco para cambiar de tema y que no me pregunte más, aunque sé que, en el fondo, he venido buscando hablar con alguien.
- Sergio, ya vale, ¿qué pasa? – se pone serio de una manera que me impone desde el primer día que llegué.
- Una chica me ha besado- digo sabiendo que he perdido la batalla con él.
- Y eso te supone un problema... - empieza la frase esperando que yo la termine.
- Eso me supone un problema porque nunca había besado a nadie e hice el ridículo, me quedé quieto y salí corriendo.
- Bueno, ¿por qué te quedaste quieto?
- Porque no supe qué hacer, me asusté, no me gusta que me toquen, me da miedo que la gente se acerque a mí y que sepan lo que me pasó.
- Vamos a ver. Tienes dieciséis años, eras un niño pequeño cuando sucedió y nadie puede hacerte responsable. Has de empezar a vivir, a experimentar cosas y creo que besar a una chica no es una tragedia, es algo bastante normal a tu edad.
- Claro, lo dirá por experiencia- empieza a reírse cuando digo esto.
- ¡Oye! ¿No pensarás que yo nací con hábito? Tuve tu edad y era un chico normal, salía con chicas, incluso tuve varias novias antes de ir al seminario- el padre José habla con una sonrisa.
- Yo no soy normal- digo serio. Quizá él no se haya dado cuenta de que no soy capaz de hacer cosas normales, como quitarme una camiseta en público.
- Tú eres lo que quieres ser, ya no sé cómo explicarte que debes decidir qué tipo de persona quieres ser y no dejar que el pasado o unas cicatrices te definan- he escuchado esas palabras cien veces y nunca han tenido sentido para mí.
ESTÁS LEYENDO
Reescribiendo el destino
Dla nastolatkówSergio es una de esas personas que ha nacido sin suerte. Todo lo que puede salir mal, saldrá mal, pero un encuentro ocasional puede llegar a cambiar su suerte para siempre o quizá no del todo. (Borrador sin revisar) Historia vinculada a la saga de L...