Capítulo 44

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Me despierto al amanecer. Hacía tiempo que no me sucedía. Últimamente, lo normal es que esta sea la hora de acostarme.

Me tomo mi tiempo para darme una buena ducha disfrutando del mejor cuarto de baño que voy a ver en toda mi vida y reviso el armario para decidir la ropa.

Sonrío al ver la lista que Nicky me hizo con las combinaciones que debía utilizar y elijo una de ellas. No sé por qué le hago caso, simplemente pienso que no tengo opción y que, si me atreviera a combinarlas de una manera diferente, ella se enteraría y tendría que escuchar sus quejas.

Jason tiene que estar completamente loco por Nicky para compartir con ella toda su vida, o quizá, simplemente loco.

Me hago una fotografía y se la envío. No espero su respuesta. Es demasiado temprano.

La respuesta llega mientras voy en el metro hasta el estudio que está en las afueras y necesito hacer transbordo en dos estaciones para llegar. Veo su manita con el pulgar arriba y sonrío.

Veo la fachada del estudio y suspiro caminando hacia allí. Hoy me han pedido que traiga la guitarra, así que vuelvo a estar frente a una puerta sin atreverme a entrar.

Pienso mis opciones y decido caminar hacia delante. Volver atrás no es una opción, nunca más.

Es, probablemente, la situación más extraña que he vivido nunca y eso es mucho decir teniendo en cuenta la cantidad de cosas que me han pasado en mi vida.

A pesar de los nervios y que me cuesta hacer lo que me piden, me siento bien, me tratan bien y todo el mundo se muestra comprensivo con mis errores.

- Vamos a comer algo, continuaremos después- Carlos viene a buscarme para ir a comer,

Supongo que él no sabe que puedo pasar días sin apenas comer nada y que, ahora mismo, no habría nada que me hiciese dejar de hacer esto.

Aun así, voy con él y con dos personas más a comer.

Al principio, me siento fuera de lugar con ellos. Entramos a un restaurante que los recibe como si se conocieran. Agradezco no tener que elegir mi comida y que se trate de un menú cerrado.

- Si no te gusta algo, puedes cambiarlo- advierte Carlos. Niego con la cabeza.

- Me gusta todo- Si él supiera con lo que tuve que conformarme durante meses entendería que cualquier cosa medianamente comestible me sirve.

Por la tarde no veo la hora de terminar. Podría quedarme haciendo esto toda mi vida sin descanso, pero a las ocho de la tarde dan por finalizado el día.

- ¿Cómo te vas al hotel? – pregunta Carlos al salir a la calle.

- En metro- respondo con naturalidad. Me mira como si estuviera loco.

- ¿En metro? Hay más de una hora para llegar.

- Tampoco es que me espere nadie- digo con una sonrisa.

- Ven conmigo, te llevo.

Voy con él hasta un aparcamiento y no me sorprendo cuando descubro que conduce un deportivo de alta gama. Me da miedo hasta mirarlo, ni que decir tiene sentarme dentro.

Me deja en el hotel y me informa que pasará a recogerme por la mañana. Ni siquiera me pregunta, es como una orden.

- No vas a cruzarte toda la ciudad en metro, puede pasarte cualquier cosa- dice despidiéndose.

La ciudad no me da miedo, ni el metro tampoco, ni siquiera las personas con las que todo el mundo evita cruzarse, yo soy una de esas personas de las que todos se han apartado y han evitado incluso mirar. Me da miedo la gente poderosa, los que tienen la capacidad de acabar con mi mundo.

Reescribiendo el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora