Capítulo 34

16 4 0
                                    

Las navidades están cada vez más cerca y Nicky ha estado estudiando para sus exámenes. Creo que eso hace que no eche tanto de menos a su familia.

He intentado estar algo más en casa para no dejarla sola y, mientras estudia, yo me quedo en la habitación para no molestar. Aprovecho para tocar.

Hay mucho más trabajo en el restaurante y más gente por las calles, así que consigo más dinero tocando.

Se me hace tarde para ir al restaurante y, aunque todavía hay mucha gente a mi alrededor, tengo que recoger.

Un grupo me pide que me quede más tiempo.

- Tengo que ir a trabajar, llego tarde- explico con una sonrisa sin dejar de recoger.

- Perdona, quiero hablar contigo- dice un hombre pasando entre las chicas.

- ¿Ocurre algo? Tengo mi permiso para tocar aquí- siento un miedo irracional al pensar que puede ser un policía o algo así.

- No es por eso. ¿Tienes un minuto?

- Entro a trabajar dentro de diez minutos, tengo un poco de prisa- digo casi sin poder respirar.

- Vale, vamos, camino contigo- no me da opción- No tocas en ningún local, ¿verdad?

- No, solo en la calle.

- Bien, pues es tu día de suerte. Tengo un local en el que busco artistas para tocar en directo y me gustaría contar contigo- abro mucho los ojos.

- ¿Conmigo? – el hombre se ríe y me doy cuenta de que no me gusta.

- Te pagaré, te haré un contrato. Pásate esta noche y lo ves- dice tendiéndome una tarjeta. Me mira serio- Sabes leer, ¿verdad?

- Sí, sé leer. Lo pienso y le llamo- no quiero dar ninguna respuesta. Realmente este hombre no me resulta agradable, algo me dice que no confíe en él a pesar de que me habla con amabilidad. Demasiada amabilidad.

- Pásate esta noche. Te estaré esperando.

- Trabajo hasta la una de la mañana- me sonríe y me coge del hombro. Siento un escalofrío que me recorre todo el cuerpo. Necesito apartarme, no quiero que me toque.

- Tranquilo, es una discoteca, la una es buena hora. Te espero y hablamos.

- Lo pienso.

- Piénsalo después de saber lo que te ofrezco.

Casi me está obligando a ir a hablar con él esta noche.

Paso el tiempo durante mi turno pensando en qué hacer y finalmente decido que no pierdo nada hablando con él y viendo lo que me ofrece.

Miro la tarjeta, conozco la dirección y el local, aunque no he entrado nunca. Llego y veo a seis o siete personas esperando para entrar. Me pongo tras ellos y, cuando llego al portero, me indica que no puedo entrar.

- Perdona, el Señor Castillo me ha pedido que venga a hablar con él- digo un poco avergonzado al ver que la gente de la cola detrás de mí se impacienta.

- Dime tu nombre y espera ahí- me indica que me aparte a un lado.

- Sergio Alonso, pero él no sabe mi nombre...- me interrumpe hablando por un intercomunicador mientras va haciendo pasar a las personas de la cola.

- Espera ahí, ahora vienen a buscarte.

La gente me mira y ahora ya estoy convencido de mi error al decidir venir.

- Mira, da igual, me marcho- digo para avisar que no hace falta que venga nadie a buscarme.

- No, te están esperando. Ahora mismo salen- el portero parece más amable que cuando me ha impedido el paso.

Un minuto más tarde aparece un miembro de la seguridad del local, un chico enorme que parece un gorila, y el portero me señala. El gorila me indica que le siga y yo solo puedo obedecer.

- Sabía que vendrías. Ven, vamos a hablar mientras vemos la actuación- el señor Castillo vuelve a ponerme la mano en hombro y me guía hasta una mesa reservada desde donde se ve el escenario en el que hay un grupo tocando- ¿Quieres tomar una copa?

- No gracias- rechazo la invitación. Yo no bebo "copas".

- ¿Un refresco? – niego con la cabeza.

- Estoy bien, gracias- intento ser educado, pero estoy cansado y no quiero estar aquí perdiendo el tiempo.

Miro hacia el escenario y presto atención al grupo mientras él pide su copa a una camarera.

- ¿Te gusta? – me pregunta al ver que miro al escenario.

- Son buenos- respondo con sinceridad.

- Me refiero al escenario. Es bastante mejor que la calle- Asiento sin poder evitar imaginarme allí arriba- Lo que te ofrezco es dos o tres noches por semana ahí y pagarte por ello, cincuenta euros por noche- no respondo, me quedo pensando- piensa que la mayoría pagan por estar ahí, es una manera de darse a conocer.

- Nunca he tocado en un escenario.

- Podemos hacer una cosa, ahora cuando ellos terminen, sales tú y pruebas.

- No sé si es buena idea, creo que se ha equivocado conmigo.

- Mira, niño, te estoy dando una oportunidad que no imaginas. Intenta aprovecharla- pone su mano en mi rodilla y me obligo a asentir para que la retire- perfecto, avisa al técnico para que se prepare- dice a un chico que no se ha apartado de nosotros en todo el tiempo- ve con él, te dirá qué hacer.

Me levanto y voy tras el chico.

- Soy Alberto- se presenta tendiéndome la mano mientras caminamos.

- Sergio- me presento yo también.

- Ha insistido mucho, no suele hacerlo, debes de ser bueno- me encojo de hombros y sonríe- y tímido, eso no te ayudará ahí arriba.

- No creo que nada me ayude ahí arriba- lo entiendo como una broma y ríe divertido, pero a mí no me hace ninguna gracia.

- Tranquilo, solo tienes que tocar un par de canciones.

Espero a que el grupo termine y, cuando lo hace, Alberto me indica que suba y una chica me presenta.

Casi no puedo respirar, miro a mi alrededor y creo que me estoy mareando. Las manos me tiemblan demasiado para poder tocar, pero estoy aquí, sobre un escenario delante de un montón de gente esperando para que empiece.

Respiro hondo, esto no tiene que ser diferente a tocar en la calle, el fundamento es el mismo, yo toco y ellos escuchan.

Me pongo la capucha de mi sudadera, no quiero que me vean, solo que me escuchen y doy un paso hacia el micrófono. Me limito a dar las buenas noches y comienzo con la canción que Jason y Nicky bailaron en la calle. Necesito algo que me haga dejar de pensar que estoy al borde de un ataque de pánico.

Empiezo con miedo, pero al ver la reacción de la gente, la opresión de mi pecho va desapareciendo y comienzo a ¿disfrutar?

Termino y continúo con un par de canciones más antes de despedirme y descubrir sorprendido que quieren más. Miro a Alberto, que habla por su comunicador y me indica que continúe.

Después de veinte minutos más, bajo del escenario y me quedo sentado en la escalerilla un minuto intentando asimilar lo que acabo de vivir.

Recuerdo las palabras de Jason aconsejándome que buscase un objetivo en mi vida y creo que lo acabo de encontrar. Esto es lo que quiero hacer, es como me quiero sentir cada día.

Alberto me acompaña de nuevo a la mesa de Castillo y acepto su oferta. Tocaré aquí tres veces por semana.


Reescribiendo el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora