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—Estás ardiendo en fiebre—dijo Namjoon con una mueca tocando su frente.

—Me siento muy mal—gimoteo cubriéndose más con las cobijas.

—Toma esto, es para el resfriado, te haré un té.

—No, tengo que levantarme.

Cuando se iba a levantar de la cama, Namjoon lo tomó delicadamente de los hombros e hizo que volviera a recostarse, acarició su mejilla, las cosas habían estado tensas, después de lo sucedido un par de días atrás. Había mucho que necesitaban decirse, que sus ojos gritaban, una combinación entre pena y angustia, estaban preocupados por el rumbo al que iba su relación, SeokJin estaba consciente de que si no hacía lo que sus padres le pidieron, tendría graves problemas, y se reprochaba a sí mismo sus decisiones, no podía apostar nuevamente por una relación que no sabía si funcionaría, era estúpido, pero, había algo en Namjoon que le empujaba hacía adelante, algo que le decía que era diferente a cualquiera que hubiera conocido antes.

—No tienes que levantarte, puedes quedarte en cama y descansar el tiempo que sea necesario, no seas un niño berrinchudo.

—Tengo que hacerme cargo de los niños.

—No hay problema, no te preocupes por eso, yo cuidaré de ellos, tranquilo.

Jin hizo una mueca. —No creo que esté bien, son muy inquietos y...

—No pasa nada—le sonrió—. Buscaremos qué hacer, son tranquilos, les haré el desayuno.

—¿Sabes cocinar? —rio ligeramente.

—Claro, yo cocinaba para Jimin, no te preocupes, duerme un poco.

—Si quieres puedo llamar a Baek.

—Ya te dije que no es necesario, deja que tu hermano haga cosas de adolescente alocado.

Jin suspiró, realmente se sentía mal, no se enfermaba seguido, pero cuando lo hacía siempre era un problema. Tomó el medicamento, dejó que Namjoon lo cobijara y besara su frente.

—Vendré con el desayuno. Descansa.

—Estaré aquí si necesitas algo.

—Jin—negó con una sonrisa—. Por una vez deja que alguien cuide de ti, descansa.

—Gracias.

—No hay de qué.

Namjoon salió de la habitación, no mentía cuando decía que sabía cómo hacerse cargo de los niños, la responsabilidad de Jimin había recaído sobre él desde una edad muy temprana, fue quien prácticamente había criado a su hermanito menor, lo bañaba, le hacía de comer, le cuidaba de no hacerse daño, le cambiaba, le ayudaba a lavarse los sientes, lo llevaba a la escuela, le ayudaba en las tareas, le explicó todo lo que tenía que saber, fue un padre para su hermano cuando apenas era un niño.

Tenía que preparar el desayuno antes de que los pequeños despertaran, estuvo en eso, mientras pensaba, estaba muy preocupado, una parte de él quería aferrarse a la idea de que todo iba a salir bien, que lograría estar con quien amaba, pero otra, la más sensata y lógica sabía que era peligroso, no quería que la familia de Jin hiciera algo en su contra y le quitara a los niños, tenía que irse, sin hacerlo sentir que lo estaba abandonando.

Ambos tenían heridas abiertas, que eran difíciles de sanar, que les atemorizaban y que dejaban una marca en su historial. Era inmaduro, no sabía nada del amor, no era nadie, no tenía dinero, era poca cosa ¿Cómo se le ocurría que podía tener algo qué ofrecerle a Jin o a sus hijos? Era ilógico, pero aun sabiendo las consecuencias, quería intentarlo. 

Hosadama *Namjin* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora