Especial Yoonmin

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Los besos repartidor en toda la extensión de su cuello, fueron suficientes para despejar su mente, sonrió aún con los ojos cerrados, sin duda alguna, despertar de esa forma era tan especial, que no lo cambiaría por nada. Rió ante las cosquillas en sus costillas, el aliento caliente sobre su piel, los dedos largos y expertos recorriendo su piel desnuda y su aroma, un dulce aroma que lo acompañaba todos los días, abrió los ojos y tomó sus mejillas, haciendo que lo mirara a los ojos.

—Estoy durmiendo—dijo con voz rasposa debido a que recién se despertaba. 

Aquellos ojos castaños, de una forma singular, parecidos a los de un gatito adormilado le sonrieron.

—Lo sé, pero es hora de despertar.

Jimin rio por lo bajo antes de alargar sus brazos sobre su cabeza y estirar su cuerpo, gimió ante la expansión de sus músculos, bostezo, miró hacia la ventana, Yoongi estaba en lo correcto, había amanecido y debían levantarse, sin embargo, estaban tan cómodo que no quería hacerlo, regresó la mirada observándolo con un puchero.

—Un rato más.

Yoongi soltó una ligera carcajada, se acostó en su pecho y beso su piel.

—Aunque desearía quedarme toda la mañana en la cama contigo, no podemos hacer eso, hay un camino largo qué recorrer.

—Deje de escuchar después de que dijiste que deseas quedarte en la cama toda la mañana conmigo.

—Oye, fue tu idea—bufó antes de levantarse—. Prepararé el desayuno, toma un baño.

—Bien—bostezo y le sonrió.

Yoongi se levantó abandonando la habitación minutos después. Jimin estiró nuevamente su cuerpo antes de levantarse y entrar al baño, estaba cansado, la noche anterior se había quedado despierto toda la noche haciendo algunos planes de intervención, después, disfruto los brazos y besos de su novio, era un chico de veinticinco años, muy satisfecho y feliz. Había terminado la carrera de psicología, se graduó con honores por obtener la nota mas alta en su tesis, su hermano y los Min estaban realmente felices, él empezó a sentirse orgulloso de sí mismo, por fin había logrado algo por lo que trabajo arduamente, ahora comenzaba otra etapa. Yoongi y él tenían una relación estrecha, parecía que eran el uno para el otro, aunque él era más grande, a veces se comportaba como un adolescente, sabía que lo suyo era duradero, jamás se sintió tan afortunado, era mimado, amado y consentido por su novio, meses después de la graduación decidieron vivir juntos, el plan inicial era que Sunoo también fuera a vivir con ellos, pero el adolescente, estaba tan acostumbrado a Sunmi que no quiso hacerlo, aún así, lo veían seguido, se había convertido en un apuesto, dulce y amable chico de catorce años. Él era quien estaba más feliz de su relación.

Las cosas habían cambiado para bien, ahora estaba trabajando en una pequeña asociación que ayudaba a niños víctimas de violencia, cada que ayudaba a sonreír a alguno de esos pequeños, una parte de su ser se curaba, aún existían cicatrices imborrables, heridas que no sanarian fácilmente, a veces tenía recaídas, lloraba por las noches o tenía pesadillas, en cada uno de esos momentos, Yoongi estaba a su lado, sosteniendo su mano, haciéndolo sentir especial. Lo amaba y amaba la vida que tenía a su lado.

Era feliz, no todo el tiempo a todas horas, pero sí todos los días, aprendió a apreciar las pequeñas cosas cuyos significados le mostraban que la vida podría ser cruel, pero que habia una nueva oportunidad para comenzar de nuevo. Aún no podía perdonar a su padre, a veces dudaba hacerlo algún día, pero, estaba bien, no dejaba que su recuerdo nublara su felicidad.

Veía seguido a Namjoon, quién también estaba haciendo un enorme trabajo con su vida, no podía estar menos orgulloso, su vida al lado de Jin era maravillosa, ambos estaban criando tres preciosos niños, inteligentes, tenaces y maravillosos, era un gran abogado, comprometido a ayudar a las personas que lo necesitan, en ese ambos eran iguales. Suponía que ya habían sobrevivido solos a muchas ausencias, al dolor, sabían cómo era, lo que se sentía, por eso trataban de ayudar a los demás, de aligerar esa enorme carga en sus hombros. Lo estaba haciendo bien, a su manera y sin límites.

Hosadama *Namjin* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora