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Eran mediados de diciembre, había pasado más de dos meses desde que llegó a la casa de Jin, y las cosas habían cambiado, su vida dio un giro completo. Ahora estaba más tranquilo y feliz, sin embargo, la preocupación no se iba, seguía pensando en Jimin, este le había dicho en miles de llamadas que estaba bien y que no tenía porqué preocuparse, que vivía tranquilo y que estaba en su camino, no le gustaba saber que su hermanito de diecisiete años estaba afuera en quien sabe donde, quería ir por él, pero Jimin se negaba a decirle en dónde estaba. Lo podía ver por videollamada, sus ojos estaban alegres, vestía mejor de cuando vivían juntos, lo mismo pasaba con él.

SeokJin hacia hasta lo imposible para hacerlo sentir cómodo, él a cambio quería ayudarlo en todo lo que necesitara, así que comenzó a ser su asistente en las cosas escolares y a realizar labores del hogar, lo niños eran tan lindos, educados y divertidos que no dudaba en jugar con ellos, SeokJin siempre le decía que no tenía porqué hacerlo, sin embargo, él lo hacía porque así lo quería.

Después de su cumpleaños las cosas estuvieron tensas por unos días, ninguno hablaba de lo sucedido, de aquel beso que fue para Namjoon lo mejor que le había pasado en la vida, no quería arruinar las cosas o que SeokJin se sintiera incómodo. Guardaba silencio, si así lo quería su hyung, no hablaría de lo sucedido y haría como si nada hubiese pasado, porque esa noche ambos habían bebido, Namjoon estaba seguro de aquel beso no era más que un descuido producto del calor del alcohol. No había nada más allá de eso.

—Hyung he terminado con la sala ¿Necesita algo más?

SeokJin estaba sobre un banquillo limpiando las alacenas, le miró sobre su hombro y negó con una sonrisa que detuvo el corazón de Namjoon, en esas últimas semanas se había dado cuenta de algo que mantenía en secreto, su hyung despertaba en él sensaciones que nadie más había despertado, le gustaba, todo en SeokJin era admirable y maravilloso, por lo cual, estaba dentro de un pequeño enamoramiento adolescente, trataba de decirse a sí mismo que no era nada más que agradecimiento, estaba confundiendo las cosas.

—Está bien—pero no se movió, estaba mirando lo que Jin hacía, por lo que se dio cuenta cuando los pies de este fallaron y cayó de espaldas al piso.

Reaccionó lo más rápido posible, lo tomó de la cadera, volviéndolo, estaba por estabilizarse, pero no pudo sostenerse y cayeron al piso, SeokJin lo hizo sobre él, el dolor de su espalda fue grande, miró los ojos de su hyung quien los tenía cerrados, era lindo, la forma en la que sus pestañas caían sobre sus parpados inferiores era hermosa, sus labios carnosos, unos que le pusieron nervioso, tragó en seco y parpadeó.

—¿Está bien hyung? —preguntó en un susurro.

SeokJin abrió los ojos, lo que acrecentó el latido de su corazón. —Lo estoy, lo siento—se levantó sentándose en el piso y ayudándolo a incorporarse, ambos quedaron sentados recargados en el mueble de la cocina—. Soy torpe.

—Los accidentes pasan.

—Que buenos reflejos—le sonrió.

—No dejaría que cayera hyung, yo no dejaré que caiga—SeokJin no supo el significado de sus palabras, ni la carga emocional de éstas, por lo que no dijo nada, simplemente sonrió y acarició el cabello de Namjoon. 

—Gracias.

Se levantó para seguir con la limpieza de ese día, los pequeños Kim estaban en la sala mirando televisión mientras comían fruta picada en formas de animales, era la única forma de hacerlos comer cosas sanas, Namjoon le ayudó en todo lo que pidió. Así hasta que terminaron, era temprano, por lo que se sentaron en la sala, un fin de semana cualquiera.

Namjoon no sólo ayudaba en casa, sino que también se había vuelto un asistente eficaz para el profesor, en unas cuantas semanas había logrado mantener el orden en la actividades del mayor, quien no dejaba de decir lo agradecido que se sentía.

Hosadama *Namjin* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora