- Capítulo 26 -

688 40 19
                                    

-


Era mitad de semana, estaba ahogada en trabajo, entre reuniones, juntas con los socios y con nuevos inversionistas sentía que mi cuerpo y mi cerebro no daban para más.

Se me habían presentado algunos problemas con algunos clientes que hicieron que toda mi agenda se viera afectada, por suerte contaba con la dedicación de todo mi equipo de trabajo y por supuesto de Lucía y Calle que se habían encargado de solucionar algunas cuestiones con un par de clientes.

El estrés acumulado hacía que mi malhumor se viera reflejado en todo momento.

Llevaba todo el día encerrada en mi oficina al igual que los días anteriores, solo salía cuando tenía que reunirme con algún cliente.

Justo la noche anterior había salido después de la media noche, Andy se había quedado conmigo para afinar unos detalles que tenía que presentarles a los inversionistas en la próxima reunión que era prácticamente en una semana, también debía dejar todo preparado para mi reunión con Germán Calle y mostrarle todos los avances que teníamos respecto al proyecto que iniciamos.

De verdad que mi sistema nervioso estaba por encima de mis niveles normales.

–Andy, necesito que le preguntes a Camila si ya tiene listos los requerimientos para seguir con la siguiente fase, si ya los tiene que me los traiga en cuanto antes. Voy a salir, sino me encuentra que deje todo encima de mi escritorio, por favor. Y también comunícate con Villa y con Calle, diles que en cuarenta minutos nos vamos, gracias – colgué y seguí con lo que hacía.

Estaba leyendo unos reportes cuando escuché que llamaban a la puerta de mi oficina.

–Pase – hablé fuerte para la persona que se encontraba detrás. Supuse que sería Camila o Andrea.

Estaba tan entretenida en lo que hacía que ni siquiera me digné a levantar la vista para saber quién había entrado.

–Necesitas un descanso – sonreí al escuchar su voz, no había tenido ni tiempo de hablar bien con ella o por lo menos no de algo que no tuviera que ver con trabajo.

–Eso quisiera, pero tengo demasiadas cosas por hacer, aparte de que estoy muy nerviosa por ver a tu papá, aun me siento avergonzada por lo que pasó el sábado – soltó una fuerte carcajada, no lo pude evitar y reí junto con ella.

–Tú tienes la culpa, ¿para qué me dejas marcas en el cuello? – ese día se había convertido oficialmente en unos de los más embarazosos de toda mi existencia. –No te preocupes por él, solo quería molestarte – caminó hasta mí y se colocó atrás de mi silla para poner sus manos sobre mis hombros – estás demasiado tensa – comenzó masajear toda esa área, la verdad es que si necesitaba algo como eso.

–De todas maneras me da pena verlo, ¿qué va a pensar de mí? – Calle siguió con lo que estaba haciendo, pero la detuve al agarrar una de sus manos y llevarla a mi boca para dejar un beso en ella.

Me puse de pie para quedar frente a ella, la tomé de la cintura y disminuí el espacio para acercar mi boca a la de ella.

–Hola – dije una vez que nos separamos, me contestó el saludo con una sonrisa y se acercó para volver a besarnos.

El sonido de la puerta al abrirse nos hizo sobresaltar.

–Lo siento, creí que no había nadie, – habló muy nerviosa y preocupada por como yo iba a reaccionar – Andrea me dijo que habías salido.

–No te preocupes Camila, te puedes retirar – le recibí los papeles que tenía en la mano – después hablamos – dije bajando el tono de mi voz para que solo ella me escuchara.

Siempre Tuya, Siempre Mía | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora