- Capítulo 22 -

774 36 20
                                    

-


Unos ligeros toques en mi cabeza me hicieron despertar, abrí lentamente un ojo para observar a mí alrededor, yo estaba completamente boca abajo mientras miraba a la persona que se encontraba a mi lado, ella estaba recargada en su mano con su codo sobre la almohada.

Me miró con una enorme sonrisa que hizo que la viera exactamente igual.

Comenzó a trazar con el dorso de su mano todo el contorno de mi rostro lo que provocó que volviera a cerrar los ojos, quería permitirle y permitirme disfrutar ese momento con ella.

– ¿Dormiste bien? – preguntó aún con la voz ronca.

Solo asentí con un ligero movimiento de cabeza, realmente estaba disfrutando mucho las caricias que me estaba haciendo.

–Haces pequeños ruiditos mientras estás dormida. – logró que abriera los ojos para mirarla, alcé una ceja como diciéndole que eso no era verdad.

–Yo no ronco.

–Yo no dije que roncaras, yo dije que hacías ruiditos, es como si te quejaras. En España también te escuché – hice un sonido de queja al instante – exacto, algo como eso, es casi inaudible cuando duermes pero si pongo un poquito de atención se puede escuchar.

–Así que estuviste observándome y escuchándome mientras dormía, que creepy. – el color de su piel subió unos cuantos tonos, se había puesto roja por mi comentario.

–Ya es tarde, te invito a almorzar, quiero que sea mi método de agradecimiento por haberte hecho venir hasta acá, por quedarte todavía conmigo y por darme el día libre – se levantó de la cama para comenzar a caminar al baño.

–Uno, no tienes que agradecerme, dos, una invitación de almuerzo no se le niega a nadie, así que acepto. Y tres, creo que debo tomar una ducha para poder sobrevivir, ¿me puedes prestar algo de ropa?

Me indicó el lugar donde se encontraba su closet, yo utilizaría el baño en el cuarto de invitados y después iría a su armario a elegir la ropa que más me gustara. Ella también tomaría una ducha rápida pero en el baño de su recamara.

Primero debía enviarle un mensaje a Andy para que reagendara cualquier cosa que tuviera para ese día, según yo, no había mucho por hacer pero de igual forma necesitaba que se ocupara de mis pendientes.

También le envié un mensaje a Lucía para avisarle que ninguna de las dos se presentaría. Como era de esperarse no tardó en hacer sus insinuaciones tontas.

Me levanté de esa cómoda cama, y salí hacia el cuarto de invitados para apresurarme a bañar.

Me terminé de bañar, me envolví en una toalla y me dirigí a su armario. Quedé impresionada por lo enorme de ese sitio, era increíblemente un sueño, ¿cómo es que tenía todo eso para ella sola?

Tomé unas cuantas prendas, elegí las que más me gustaron y me comencé a vestir rápidamente; me senté en una silla que tenía ahí dentro, estaba por ponerme unos tenis blancos que estuvieran a juego con el outfit que había elegido cuando escuché la puerta abrirse.

Levanté la mirada y ahí estaba ella, envuelta solamente en una toalla color blanco.

Mi única reacción fue voltear la mirada y pretender que ataba los cordones de los dichosos tenis.

–Por Dios, Poché, no sé para qué te volteas, cómo si no me hubieras visto antes así, es más, has tenido privilegios y me has visto sin nada. – ella solo se estaba burlando de mí, así que con toda la fuerza que tenía me di la vuelta para mirarla directamente a los ojos.

Siempre Tuya, Siempre Mía | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora