- Capítulo 2 -

1.3K 47 16
                                    

Pov Poché.

Tomé mi celular y las llaves de mi auto, con todas las intenciones de largarme de ese lugar que tanto amo, corrección..., con ganas de largarme de ese lugar que tanto amaba. No quería hablar con ella, no quería escucharla, no quería verla.

-Poché, por favor, escúchame, necesitamos hablar, por favor no te vayas así – decía llorando, suplicando para que me quedara.

Voltee a verla a los ojos, me estaban matando mis propios pensamientos - ¿Con quién fue? – terminé por llorar cada vez más. – Daniela, por Dios, contéstame, ¿Por qué me hiciste esto? ¿Te das cuenta que nos acabas de destruir? Por favor mírame, no me mientas más, ¿Qué hice mal? ¿No soy suficiente para ti? He tratado de darte todo, todo lo que soy, todo lo que tengo, todo lo que puedo por hacerte y verte feliz. – me quedé parada en la puerta esperando respuestas, esperando que me dijera que todo era una maldita broma pero ella seguía sin decir nada. - ¿Ya no me amas? – esta última pregunta era la decisión final de todo, de saber si era necesario de luchar y salvar una relación de 3 años de noviazgo y 1 año de casadas. Que bonita forma de celebrar nuestro primer aniversario.

Soltó un suspiro y al fin contestó – no, ya no te amo – quiso acercarse a mí pero la detuve con una mano – perdóname, conocí a alguien, yo no quería que todo esto pasara, yo no quería hacerte daño. No voy a mentirte, las cosas solo se dieron y terminó pasando algo que para nada tenía contemplado, yo me veía toda la vida contigo, quería hacerte feliz, quería tener una familia contigo, lograr todo lo que nos prometimos. Solo se acabó el amor que te tenía, y seamos sinceras, esto es culpa de ambas –

No podía soportar un segundo más sus palabras, me estaba matando, decirme que ya no me amaba, y que aparte de todo yo tenía culpa de lo que ella hizo, no podía creerlo.

-Caímos en una rutina, Poché, tú dedicándole más tiempo a tu trabajo, yo viajando también para arreglar las cosas de la empresa, nos perdimos, no me vas a negar que estos últimos meses la hemos pasado bien, porque ambas sabemos que no es así – yo sabía muy bien de las peleas que habíamos tenido, estaba consiente de ello, pero siempre creí que saldríamos adelante, que solo eran peleas absurdas. – me cansé, María José. Me cansé de ya no ser tu prioridad, de ser tu segundo plano, de...

La interrumpí - ¿Cómo te atreves a decirme eso? Yo no soy culpable de tus decisiones, tú decidiste engañarme, tú decidiste que todo esto terminara, yo lo único que he hecho ha sido amarte con todo, ¿de verdad vas a victimizarte culpándome a mí? – a este punto de la situación me encontraba en un nivel de sufrimiento, estrés y ansiedad muy alto. Ya no quería hablar, no era el momento para estar calmada y hablar como ella lo quería, de escucharla, después de todo lo que me estaba diciendo, que no espere que la escuche sentada y atenta. Ya no podía más. Terminé por salir de ese lugar.

Iba conduciendo sin rumbo, con mis pensamientos al límite, con lágrimas corriendo por mis mejillas. No era capaz de pensar adecuadamente, las calles de Miami ya no estaban tan transitadas, ni siquiera tenía en cuanta el tiempo que había pasado. No sabía nada de lo que pasaba a mi alrededor.

Todos los momentos felices que tuvimos juntas aparecían en mi mente; cuando nos conocimos, cuando nos dimos nuestro primer beso, cuando me pidió que fuera su novia, nuestro primer viaje solas, nuestra primera vez juntas, cuando comenzamos la empresa de nuestros sueños, cuando le propuse matrimonio, cuando aceptó y prometió serme fiel ante un juez y toda mi familia, su familia y nuestros amigos.

Ahora qué carajo iba a pasar con todo, qué carajo iba a pasar conmigo, ella era mi todo, no puedo creer que esto no sea una maldita pesadilla.

Intenté calmarme y paré el auto afuera de un Club Nocturno, donde solía ir con mis amigos y con ella. Anécdotas y recuerdos venían a mi cabeza. Me acerqué a la barra y pedí un caballito de tequila, lo tomé de una pidiendo en ese mismo instante el segundo, el tercero, el cuarto y el quinto. La música de fondo no lograba hacerme enfocarme en mi dolor, había un show de bailarinas un poco exótico. Pedí otro trago, esta vez un whisky en las rocas. Quería despejar mi mente y olvidar un poco todo el sufrimiento que mi cuerpo estaba experimentando.

Siempre Tuya, Siempre Mía | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora