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Cerré la puerta de mi departamento con una enorme sonrisa en el rostro, me recargué sobre ésta cerrando los ojos para asimilar todo lo que había pasado con Calle en esos dos últimos días.
Nuestra cita había sido... en extremo, superior a lo que hubiera imaginado, pues ahora las cosas estaban bien, mejor de lo que creería mi yo de hace tres meses cuando todo se fue al carajo y mis ideas de recuperarla estaban por el piso.
Y es que estar con Daniela solo me aseguraba que la quería conmigo, la necesitaba, y que estaba irremediablemente enamorada de ella.
Me fui a la cama con una felicidad que definitivamente nadie me la podría quitar en mucho tiempo.
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Tan pronto como inició el día Andy mencionó que tenía una reunión programada en Tampa al día siguiente por lo que debía viajar hoy mismo por la noche. Y aunque era una ciudad relativamente cercana no podía viajar por la mañana porque el tráfico a veces no jugaba a mi favor, y estar cuatro horas en un carro tampoco era muy amigable que digamos. La mejor opción era ir con Jaime para evitar el ajetreo de manejar. También había pensado en la posibilidad de llevar a Calle conmigo, pero con la falta de Abisambra en estas semanas era imposible dejarle todo a Lucía. Así que sin más le di las indicaciones apropiadas a Andrea para tener todo listo para la noche.
Me había pasado toda la mañana y parte de la tarde encerrada verificando que el informe que se entregaría en Tampa estuviera perfecto. Pero unos leves toques en la puerta de mi oficina se llevaron mi atención, hice que pasaran sin saber de quien se trataba.
Dejé lo que estaba haciendo para ver a Calle entrar con dos bolsas grandes de papel en sus manos, las dejó sobre mi escritorio y lo rodeó para colocarse frente a mí e inclinarse un poco para poner sus labios completamente sobre mi mejilla.
―Hola ―tenerla frente a mí a unos pocos centímetros, percibir el aroma de su perfume y el beso inesperado que me dio hicieron que una ola de nervios se apoderara de mí pobre ser. ―Te traje sushi, Andy me dijo que no habías salido de aquí en todo el día, y supuse que no habías comido nada.
―No tenías por qué hacerlo, pero te lo agradezco infinitamente, ya me estaba muriendo de hambre ―Y así fue como entre bocados, charlas, risas y miraditas pasamos básicamente la tarde juntas, o al menos así fue hasta que yo tuve que disculparme porque ya debía irme a mi departamento para tomar todo lo necesario para que Jaime pasara por mí.
Durante el trayecto a Tampa pude darme un tiempo de asegurar una vez más que todo estaba en orden para mi junta con el cliente. De las cuatro horas que duró el viaje en camioneta, pude tener dos horas para organizar documentos y otras dos horas para dormir un poco, la verdad es que si lo necesitaba, y esperaba llegar al hotel de esa ciudad para caer totalmente rendida.
La cita con el señor Collins estaba siendo de lo más amena, agradable y profesional que pudiera imaginar, se trataba de un señor mayor que le aproximaba una edad por arriba de los sesenta años, pero era realmente entregado a su trabajo, y no era como cualquier persona que comúnmente se comportaban de una forma petulante al tratar con personas jóvenes como yo y mucho menos si la que se encargaría de llevar un contrato de millones de dólares era una mujer.
Al comenzar en todo este mundo de negocios y temas empresariales tuve que crearme métodos específicos personales que me ayudaran a soportar los ideales machistas de muchos de los empresarios con los que debía tratar. Tuve que ganarme mi propio lugar en el mundo empresarial a base de mis propios esfuerzos, fue muy complicado llegar hasta donde estaba ahora, pues la desigualdad muchas veces jugaba en mi contra al igual que con muchas mujeres. Y esa era precisamente la razón por la que mi empresa estaba conformada prácticamente por mujeres en su mayoría.
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Siempre Tuya, Siempre Mía | Caché
FanfictionSon impresionantes los cambios que puede dar la vida en tan solo un segundo. La vida es tan impredecible, que a veces lo que esperamos nunca llega y es lo inesperado lo que llega a cambiarnos todo. Acompáñame a conocer esta historia. ¿De verdad el a...