- Capítulo 46 -

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Un sonido estrepitoso que no logré reconocer al instante me hizo despertar de golpe.

Con el cuerpo completamente desnudo entre aquellas sábanas blancas de algodón, que según Calle eran sus favoritas, me encontraba boca abajo y con la cara enterrada totalmente en la almohada, las sábanas solo cubrían hasta la mitad de mi espalda. Era domingo, y lo único que quería era dormir hasta después de mediodía, pero aquella manera inaudita de despertar no era exactamente lo que hubiese preferido.

Busqué con mi brazo el cuerpo de Calle a mi lado pero no estaba. Comencé a abrir los ojos tratando de acostumbrarme a los rayos del sol que lograban colarse por la habitación, cuando el sonido de una canción que pude identificar en ese momento y que conocía perfectamente hizo que me cubriera la cabeza con mi propia almohada tratando de volver a conciliar el sueño y evitar oírla, porque en la última semana era lo único que mi preciosa novia escuchaba.

De forma repentina sentí su cuerpo sobre mi espalda, y su respiración en mi oreja provocándome una ola de escalofríos y una sonrisa que traté de ocultar al escuchar su preciosa voz cantando por milésima vez esa estúpida canción de esa estúpida película de esa estúpida princesa.

Sí, en efecto, estaba molesta por haber despertado de mi maravilloso sueño.

Tiempo aquel, viendo a la distancia. Tiempo fue viendo al interior. Tiempo que no me imaginaba lo que me perdí... ―el sonido de su voz era realmente, por mucho, lo mejor que he escuchado en toda mi vida. Comencé a cantar esa estúpida canción en mi cabeza solo para no darle el gusto a Calle de seguirle su jueguito ―Y hoy aquí, viendo las estrellas. Y hoy aquí, todo es claridad. Desde aquí, ya puedo ver que es donde debo estar.

Aunque para ser sincera, he de aceptar que también era una de mis canciones favoritas de Tangled, y que obviamente adoraba oír la preciosa voz de mi novia.

―Bombón, es hora de despertar ―Susurró en mi oreja para después morderme suavemente haciéndome quejar, y volver a escucharla cantar retomando la letra de aquella canción. ―Y la luz encuentro al fin, se aclaró aquella niebla. Y la luz encuentro al fin, ahora el cielo es azul... Es real brillando así, ya cambió la vida entera. ―Repartió besos por mi hombro desnudo sin dejar de cantar ―Esta vez todo es diferente. Veo en ti la luz. ―Más enamorada de verdad que no podía estar. Quería voltearme y atacarla a besos como muy seguramente es lo que ella esperaba, pero no, preferí hacerla refunfuñar un poco. ―Despierta, mi vida.

―Déjame, no quiero. ―Dije en un tono no tan amigable.

Noté el cambio de melodía por los parlantes del dormitorio de Calle, sonando otra canción de alguna otra película de caricatura que a ella tanto le gustaban.

―Ahora te escuchas como el enano gruñón. ―Me quejé al escuchar su nuevo apodo hacia mí, acción que le hizo soltar una suave risa. ―Despierta, cariño. ―Habló con voz tierna, imposible molestarme con esta mujer.

―Yo no quería despertar todavía. ―Hablé contra la almohada. Al soltar esas palabras comenzó ella un ataque con sus manos sobre mis costillas haciéndome reír de inmediato, y retorciéndome ante su tacto ―¡Déjame!

―¡Ah, verdad!, ¿qué se siente ser atacado de esta forma?, y tú lo haces todo el tiempo.

―Ya, amor, para. ―Dije entre risas. ―Déjame dormir cinco minutos más, por favor. ―Volví a cerrar los ojos dispuesta a seguir durmiendo una vez que había dejado de hacerme cosquillas.

Siempre Tuya, Siempre Mía | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora