- Capítulo 16 -

879 42 37
                                    


-


¿Cómo explicar lo que acababa de sentir? Estaba segura que jamás en la vida había besado a alguien con esa intensidad, con esas ganas, con ese deseo y con esa necesidad.

Aunque quería que ese beso durara por mucho más tiempo nos tuvimos que separar para controlar nuestra respiración.

Observé su cara, cada detalle de su rostro, sus prominentes pómulos, sus cejas bien marcadas, su nariz respingada y hermosa y por último esos ojos cafés que transmitían una calidez tan profunda que sentía que me perdía en ellos. ¿Cómo es que era tan perfecta?

Jamás había deseado tanto saber lo que alguien pensaba, pero ahora me moría por saber lo que pasaba por su mente, ella seguía mirándome, observó mi boca y regresó a mis ojos, nos acercamos nuevamente y nos volvimos a besar.

Me permití disfrutar cada segundo, cada detalle, cada sensación. Si su boca fuera un misterio no dudaría en querer descubrirlo a besos. Me sentía embrujada por ella.

Me alejé un poco, aun con mis manos en su cintura se agachó levemente para dejar un corto beso en la comisura de mis labios. Quitó sus manos de mi cuello y posó una en mi boca, al parecer el labial que ella tenía puesto había hecho de las suyas en mí, con ayuda de su dedo pulgar retiró el exceso de este.

–Vamos, –esperé a que tomara lugar en el asiento del copiloto – ¿te parece si antes de ir al otro sitio pasamos a comer? –Ella aceptó y sin más conduje por las calles de Madrid.

Llegamos a un restaurante italiano, ella me había comentado en una de nuestras pláticas que ese tipo de comida era su favorita, sobretodo la pasta, así que hicimos una muy buena elección. El tiempo en ese lugar me pareció que trascendía demasiado rápido. Disfrutaba mucho estar con ella. Y a diferencia de la situación por la que habíamos pasado, todo estaba resultando bien, no había incomodidad por ninguna de las dos.

–¿Cuál es el siguiente lugar al que me quieres llevar? – Preguntó con curiosidad.

–No es muy importante pero es algo que te puede gustar. –Dije con simpleza.

–¿Y si hacemos un pequeño cambio de planes? Hoy es nuestro último día aquí, ya mañana en la tarde regresamos a Miami. ¿Qué opinas? ¿O hay alguna reservación? –Acepté gustosa el cambio que quería.

–¿A dónde vamos entonces? –Pregunté para cambiar el rumbo al que iríamos ahora.

–Vamos al hotel. – Con una mirada que jamás había visto en ella y una media sonrisa como retándome acepté sin más.

Tenía mucha intriga por saber qué es lo que quería hacer Calle, esperaba que fuera más divertido de lo que yo tenía pensado.

Quería llevarla a una obra de teatro, yo sabía lo que le gustaba todo lo que tuviera que ver con artes escénicas, me lo comentó el día que me quedé en su departamento. Era algo que ella quería estudiar en lugar de negocios como lo había hecho por entrar al mundo de su empresa familiar.

Pensé mucho en lo que ella tuvo que dejar y sacrificar, no debió cambiar eso que amaba por complacer a alguien más, no debió abandonar sus sueños, y a decir verdad yo tampoco debí hacer a un lado lo que tanto me gustaba. Tal vez con el paso del tiempo lo retome, quizá yo logre también regresar a ese mundo que tanto disfrutaba y con un poco de ayuda tal vez pueda convencerla a ella de hacer lo mismo.

El sonido del elevador indicándonos que habíamos llegado a nuestro piso me hizo disipar mis pensamientos.

Permití que Calle saliera primero que yo, avanzó unos cuantos pasos cuando con torpeza cayó de mis manos la llave del auto, me agaché por ella, y al momento de alzar la cabeza puse mi mirada hacia enfrente topándome con el caminar de Daniela y por ende con su formidable trasero.

Siempre Tuya, Siempre Mía | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora