- Capítulo 5 -

976 47 22
                                    


-

Mientras mi amiga conducía su precioso Maserati blanco hablábamos de todas las cosas exitosas que les habían ocurrido a nuestros amigos. Me di cuenta que me había perdido de tantas cosas con ellos por dedicarme a mi trabajo y a mi matrimonio, en eso se basaba mi vida, no sé en qué momento dejé todo a un lado, a mi familia, a mis amigos, a mi propia vida, porque realmente me estaba perdiendo también a mí misma, ya no estaba concentrada en nada, había hecho todo a un lado y no me daba cuenta de lo que estaba perdiendo.

Lucía seguía hablando pero hubo un instante en el que dejé de escucharla para centrarme en mis pensamientos, en lo que Daniela me había dicho sobre que yo era culpable de que me engañara, de que buscara en otra persona lo que yo no podía darle, de que dejara de amarme y que ahora esté enamorada de alguien más. Quizá ella tiene razón y yo soy la culpable de haber perdido nuestro matrimonio.

-Majo, ya llegamos – habló Lucy sacándome del trance en el que estaba.

-Tiene años que no me dicen de esa forma, siento como si me estuvieran regañando. – le conté mi inconformidad sobre esa abreviación de mi nombre.

Pude notar que nos encontrábamos en Clevelander South Beach un lugar demasiado lujoso y ostentoso, muy extravagante para mi gusto para pasar el rato. Pero ya no había vuelta atrás, había venido a divertirme y disfrutar el rato con mis amigos y eso era lo que iba a hacer.

-Luis está quedándose aquí en este hotel, por eso es que se decidió que aquí nos reuniéramos. – nos bajamos de su auto para posteriormente entregarle las llaves al hombre del valet parking y así dirigirnos a la fiesta que ya se podía apreciar por el ruido y las luces que salían del lugar, ya que era al aire libre.

Mientras mi amiga trataba de encontrar la mesa que se había reservado para nosotros esa noche yo apreciaba el maravilloso lugar. Ya había tenido la oportunidad de hospedarme en el hotel pero no había tenido la oportunidad de disfrutar una noche de fiesta. Dos piscinas enormes, gente bailando al ritmo de la música, la barra se encontraba llena por todas las personas que buscaban algo de beber. Y a decir verdad el ambiente me estaba pareciendo perfecto.

-Ok, he de aceptar que me está agradando demasiado este lugar – dije a mi amiga quien seguía buscando la mesa o a alguno de nuestros amigos.

-Te dije, esta noche es de gozadera, Poché. Así que espero que estés pensando en disfrutar todo y en que tal vez esta noche encuentres a alguien para que puedas relajarte. O tal vez para que te rompa... la tristeza. – movió ambas cejas sugestivamente dándome a entender todo en otro sentido.

- Idiota – dije soltando una gran carcajada – yo no vine a relajar nada ni a que me rompan nada, bueno sí, pero no en ese sentido, estúpida.

- Ay, amiga, vinimos a divertirnos así que no te sorprenda si alguna chica empieza a coquetearte porque realmente estás que ardes, solo mírate. – dijo señalándome de arriba abajo. – Y por si no lo has notado apenas llevamos literalmente 5 minutos aquí y ya te están comiendo con la mirada, solo voltea discretamente.

No terminó de decir la última palabra cuando yo ya había volteado. – animal estúpida, te dije que disimuladamente no como el maldito exorcista. – terminó de hablar mi dulce amiga Lucía.

Ahí estaba ella.

-Hola María José, cuanto tiempo sin vernos, ¿cómo has estado?

No podía creer que después de tanto tiempo iba a volver a verla, sentimientos de todo tipo atravesaban mi cuerpo, nostalgia, alegría, temor, nerviosismo, felicidad, sorpresa, de todo sentía al tenerla nuevamente frente a mí.

Siempre Tuya, Siempre Mía | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora