- Capítulo 18 -

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Habían pasado cuatro días de que regresamos de España, era jueves y el comienzo de un nuevo día en el trabajo daba inicio, las juntas y reuniones que se tenían programadas no eran tantas, el resto de actividades que me faltaban por terminar podría hacerlas en mi oficina o bien, desde la comodidad de mi casa.

Opté por adelantar todo lo que pudiera en mi oficina con ayuda de Andrea, hice un par de llamadas y arreglé unas cuantas citas próximas.

Llamé a Lucía y a Calle para salir juntas a almorzar, había visto un lugar de comida peruana cerca de la empresa, recordé que a Calle le gustaba ese tipo de comida e hice esa recomendación. Ellas sin oponerse, aceptaron.

La situación con la castaña parecía estar normal, no habíamos podido hablar, ella había estado muy ocupada con algunas cosas que le hacían falta entregar a unos clientes, yo tampoco la busqué, quise esperar a que todo se enfriara un poco.

Para mi buena suerte Lucía ya no insistió en el tema entre Calle y yo, tal vez después le contaría algunas cosas.

La comida en aquel lugar era maravillosa, no podía con la combinación de ingredientes que hacía que todo fuera delicioso. Al parecer mis acompañantes pensaban lo mismo porque se podía notar su satisfacción.

En cuanto terminamos Calle se disculpó para levantarse y dirigirse al sanitario, momento que aproveché para poder observar su bella figura que se apreciaba gracias al vestido corto que llevaba ese día, la miré sin que mi amiga lo notara.

–No te había contado, me habló Daniela el viernes de la semana pasada. –Comentó mi amiga.

–Daniela estaba conmigo el viernes. –Dije de manera obvia.

–Calle no, Abisambra, tu esposa estuvo molestando todo el día, supuse que no querías hablar con ella. Así que solo le di algunos datos de unos clientes con los que se debía contactar, entre menos contacto tenga yo con esa mujer, mejor, de verdad me irrita bastante.

–Hablé con ella, se portó insoportable en esa llamada, me reclamó que con quien estaba, a ella que le importa, se larga y todavía tiene el descaro de reclamarme a mí. –Dije con cierto tono molesto ante ese tema. Aun me dolía hablar sobre ella. Y más que dolerme me irritaba su comportamiento.

–¿Le dijiste que estabas con Calle?

–No, no quiero más drama. –Era la verdad, además ¿por qué debía darle explicaciones sobre lo que hacía o dejaba de hacer?, si a ella no le importaba, a mí, menos.

–Yo sé que algo pasó en Madrid, puedo notar algo diferente entre las dos, y no entiendo porque no me quieres contar, y está bien, acepto tu decisión, pero Poché, supongo que Calle no sabe nada acerca de Abisambra, ¿no es así? –Lucía me conocía perfectamente, y me sentía mal de no poder hablar con ella sobre lo sucedido con Calle, necesitaba hablar de eso con ella para que me ayudara a pensar en posibles opciones.

–No, no le he contado y si te soy sincera no sé cómo hacerlo, siento que la voy a cagar terrible. Si es que no ya la cagué terrible.

–Pero en algún momento le tienes que contar a Calle. Poché te vas a meter en un problema con ella, ¿por qué no le has dicho lo que pasa? – Yo sabía que mi amiga tenía razón, solo que no sabía cómo manejar esa situación, ya se me había salido de las manos.

–¿Decirme qué? –Sentí que un balde de agua helada me había caído. Calle había aparecido y estaba justo alado de mí. Rogaba porque no hubiera escuchado esa conversación. Yo sabía que debía darle explicaciones de lo que pasaba con mi vida, solo que no encontraba las palabras ni el momento adecuado. Aparte de que me moría de vergüenza ante todo ese tema.

Siempre Tuya, Siempre Mía | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora