- Capítulo 32 -

566 41 34
                                    


-


Salí de ese sitio con una revolución de sentimientos, sentí que las lágrimas comenzaban a formarse en mis ojos, pero mientras caminaba a la mesa con mis amigos hice todo lo posible por retenerlas.

Solo quería salir de ese lugar, irme a mi casa y olvidarme de todo.

Me acerqué a Lucí para informarle que ya no podía quedarme más, que me tenía que ir, ella por supuesto que se negó pero al girarse y poner sus ojos en mí creo que se dio cuenta que algo no andaba bien, a pesar de que su cuerpo ya tenía una fuerte cantidad de alcohol se veía su preocupación en mí.

–¿Qué pasa, que tienes? – preguntó con inquietud.

–No pasa nada, solo que no me siento muy bien y creo que lo mejor es que me vaya – le mentí un poco, era claro que no le diría todo lo que pasó, al menos no esta noche.

–¿Cómo así?, me voy contigo entonces – de inmediato intentó levantarse pero se lo negué.

–No, cómo crees, estás festejando tu cumple, ¿recuerdas? – Traté de sonreír lo más normal que pude – no te preocupes estoy bien.

Con dificultad tuvo que aceptar el dejarme ir, me despedí de mis amigos prometiendo que nos volveríamos a reunir muy pronto.

Caminé hasta donde estaba Fernanda para despedirme, necesitaba irme lo más rápido, Calle aun no aparecía y eso me ayudaba porque si la veía nuevamente con esa mujer estaba segura que mis lágrimas no se contendrían.

–¿Me puedo ir contigo? – no me sorprendió esa pregunta de Fernanda, pues se notaba que no estaba muy a gusto con los otros amigos de Laura. Acepté y caminamos ambas al estacionamiento en silencio.

Subimos a mi auto y emprendí mi camino hacía su departamento, en el transcurso del camino ella de dispuso a tratar de distraerme, comenzó a platicar de cualquier cosa, he de aceptar que su voz hacía relajarme un poco, reía ante sus propios comentarios y eso sacaba una sonrisa en mí.

Llegamos sin ningún problema a su edificio, pues las calles de la ciudad estaban totalmente vacías, miré por un momento la hora en la pantalla de mi auto y confirmé que ya era un poco tarde.

Apagué el motor y giré la cabeza para mirarla, ahí estaba de nuevo esa sonrisa, sonreí por impulso y solté un suspiro pesado.

–Mi propuesta sigue en pie – sabía que se refería a pasar la noche con ella, me quedé pensando en esa posibilidad unos segundos pero ya tenía clara mi respuesta.

Era tan fácil simplemente decir que sí, quedarme la noche con ella, que pasara todo lo que ella quería y solo dejarnos llevar.

El problema no era aceptar, sino que estaba consciente de que el arrepentimiento llegaría después y que aunque me sintiera fatal conmigo misma, Fer no se merecía que por impulso estuviera con ella. Porque aunque ella no lo haya dicho yo sé que tiene un interés muy marcado, pero no es algo con lo que yo pudiera aprovecharme, no merecía eso de mí.

Así que con una sonrisa de lado dije que no.

–Sabía que tendrías esa respuesta, pero necesitaba intentarlo – acercó una de sus manos a mi cara para tomar un mechón de cabello que caía para llevarlo detrás de mí oreja – nos vemos pronto. – Desabrochó el cinturón de seguridad y salió del auto. – Me avisas en cuanto llegues a tu casa, por fa. Te estaré esperando.

Esa última frase se tornó con doble finalidad, lo supe por la ceja levantada y su típica sonrisa triunfal es su rostro.

Encendí el motor y emprendí mi camino rumbo a mi departamento.

Siempre Tuya, Siempre Mía | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora