- Capítulo 47 -

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―Mi amor, creo que no hay esencia de vainilla. ―Cerré la puerta baja de la alacena con ayuda de mi pie para colocar la mayoría de ingredientes que necesitábamos sobre el taburete de la cocina.

―Tiene que haber, la última vez que fuimos al supermercado lo compramos.

―Pues ya lo busqué por todas partes y no la encuentro.

Se dirigió hacia donde yo estaba para buscar aquel producto, alzó la mano para abrir las puertas superiores moviendo algunas cosas donde no tardó, literalmente nada en encontrarlo.

―Esto se llama vainilla. ―Lo colocó junto a los demás ingredientes.

―En mi defensa, eso estaba hasta la parte de arriba y no lo alcanzaba. ―Me dio una mirada burlona para en seguida dejar un beso sobre mi frente.

Luego de nuestra repentina sesión sexual mañanera, Calle había decidido cancelar su idea de salir a correr sustituyéndola para pasar más tiempo abrazada a mí, para después proponer, según ella, una brillante idea ecológica. Que básicamente tenía como fundamento el ahorrar un poco de agua al bañarnos juntas.

¿Y quién era yo para hacerle más daño al planeta?, y peor aún, ¿cómo podría decirle que no a ese momento con mi hermosa novia?

La tarde la dedicamos en organizar el poco desorden que había en el apartamento de Calle, ya que ella le había dicho a Amanda que se tomara el fin de semana libre. Pensamos también en lo que tendríamos que preparar para cuando Lucy y Matthew llegaran.

Y justamente eso es lo que hacíamos al buscar todo lo que se necesitaría para cuando ese par apareciera, pues habíamos decidido, de manera improvisada, hacer una marquesa de chocolate que Calle había visto en internet, y aunque mi intervención en todo eso era buscar ingredientes, leer los pasos a seguir y darle besos cada que podía, Daniela no se quejaba de la nula ayuda que recibía de mí.

Ambas acordamos que preparar una pasta fettuccine a los cuatro quesos sería una perfecta opción, y esa había sido mi más acertada contribución.

―¿Me puedes repetir el paso cuatro, por favor? ―Me encontraba sentada en uno de los taburetes, al escucharla quité la vista de mi laptop, pues estaba verificando un par de cosas que Andrea me había enviado de la empresa para el siguiente día que tenía que verificar con Abisambra en la oficina. Caminé hacía el mueble donde estaba el iPad y deslizando mi dedo leí en mi mente el cuarto punto.

―Dice que tienes que batir tres claras de huevo ―dejé aquel dispositivo en el mismo lugar para seguir con mi propia actividad en mi computador personal.

―¿Solo eso? ―asentí con un movimiento de cabeza.

Luego de unos minutos, vi como Calle colocaba toda la mezcla en otro recipiente para llevarlo al horno, centrándome nuevamente en mi computador.

―Mi amor

―Dime ―Aparté la mirada de lo que estaba haciendo para enfocarla con las cejas levantadas.

―¿Cuánto me amas? ―Preguntó con un tono un tanto inocente mordiéndose ligeramente el labio inferior ocultando una sonrisa traviesa. Ya me daba una pequeña idea de lo próximo que diría.

―¿Por qué?

―Solo responde ―Dijo caminando hacia mi dirección parándose frente a mí colando su cuerpo entre mis piernas y llevando ambas manos a mi nuca para comenzar a acariciar esa área.

―¿Mucho? ―Respondí con duda al no saber lo que Calle se traía entre manos.

―Ok, te voy a dar otra oportunidad, ¿cuánto me amas?

Siempre Tuya, Siempre Mía | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora