- Capítulo 4 -

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Tener a personas que te ayuden a valorarte, a quererte, a ver las cosas de una manera distinta siempre es bueno. Tener a Lucía conmigo definitivamente era uno de los mejores regalos que la vida me podía dar. Tal vez ya no era tan jodida la vida si la veía desde otra perspectiva.

-¿Y ahora qué hago? No quiero ir a la casa, no quiero verla, no quiero hablar con ella, pero todas mis cosas están allí.

-Mira, en algún momento tendrás que enfrentar la situación, Poch, pero ahorita puedo ayudarte, puedo ir a tu casa por algunas cosas, tu ropa, tu computadora, algunos documentos y si la veo, mejor, porque así le podré decir todas las groserías habidas y por haber, y mejor aún para partirle la cara por hacerte sufrir. – Me reí ante su respuesta y su cara de enojo. Estaba más que claro que a Lucía no le caía para nada bien Daniela, nunca fueron amigas, nunca se llevaron bien, y con esto entenderé mejor el odio de Lu.

-No bebé, tú no tienes nada que ver, aparte para qué te desgastas en insultarla, no ganarías nada, ya yo después cuando sienta que es el momento hablaré con ella, por lo mientras aceptaré tu propuesta de ir por algunas cosas a mi departamento solo porque de plano no quiero verla y me urge cambiarme. No creo que pretendas prestarme tu ropa todo el tiempo. – Afirmó de manera graciosa con un gesto y movimiento de cabeza.

-Ush, pero solo porque tú me pides que no le arme un escándalo a la estúpida esa, pero ni creas que te haré 100% caso eh, la llego a ver y si se me va a salir lo Villa. Recuerda que trabajamos juntas. – Dijo y mi cabeza volvió a llenarse de pensamientos. Era cierto, ella era parte de la empresa, una mínima parte le pertenecía pero a final de cuentas ella también era socia. - ¿Qué te pasa, en qué te quedaste pensando? – Dijo Lucy al percatarse de mi cambio de actitud.

-Es que esto va a ser más difícil de lo que ya es. –no iba a saber ni por dónde empezar con toda esa situación, pero después me ocuparía de todo eso. Recordé que había abandonado mi auto en el club y tenía que ir por el, lo necesitaba para poder moverme, y aunque Lucía sin pensarlo podía prestarme todo lo que necesitara tampoco quería abusar de su amabilidad y hospitalidad. - Bueno vamos, que todavía tengo que pasar por mi auto al Club. –

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Tomamos un taxi porque no tenía caso que mi amiga llevara su carro si íbamos por el mío.

Llegamos al club y nos dirigimos con el chico del valet parking, pagamos los cargos por haberlo olvidado y salimos camino a mi apartamento.

Los nervios me atacaban de una manera brutal en cuanto llegamos a nuestro destino. No pretendía entrar, pero si tenía miedo que Daniela estuviera y que mi amiga enloqueciera y se hicieran daño. Las conocía perfectamente a ambas y la rabia que ambas podían desatar podría ser un total caos.

El tiempo pasaba, ya mi amiga llevaba un largo tiempo adentro, así que opté por enviarle un mensaje de texto a Lucy, cosa que no sirvió de nada porque no contestó, los minutos pasaban y no había rastro alguno de mi amiga saliendo del edificio, yo me encontraba en mi auto pero no podía más con la incertidumbre, y justo cuando abrí la puerta para salir del auto vi a mi mejor amiga salir con una maleta que a simple vista se veía muy pesada. Me acerqué rápidamente a ella para ayudarla y averiguar el porqué de su tardanza.

-¿Qué pasó, por qué tardaste tanto? Ya estaba empezando a preocuparme – le dije mientras subíamos la maleta a la cajuela y posteriormente subirnos al auto.

-Pasa que Daniela es una maldita idiota, eso pasa, no le rompí la cara solo por respeto a sus padres que se encontraban en el apartamento pero no pude quedarme callada Poché, lo siento.

Siempre Tuya, Siempre Mía | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora