Abandonando la casa de los Dursley

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Harry no podía creer lo que estaba leyendo en ese momento, sintió una felicidad inmensa recorrerlo por completo, finalmente podía considerarse libre de los Dursley pues el juez había fallado a favor de tía Lindsey...

Lamentablemente tenía que soportar unos quince días más viviendo con los Dursley en lo que se realizaba todo el papeleo correspondiente, pero realmente no le importaba demasiado porque si había pasado catorce años con ellos, que más daba esperar solo quince días más. Incluso había olvidado la rabia que sentía por casi no recibir correspondencia de sus amigos en lo que iba del verano.   

—Hasta que finalmente se salieron con la suya, ¿no? —dijo Petunia mientras miraba con rabia la expresión de felicidad de su sobrino cuando leía la carta de Lindsey.

—Deberías estar feliz, querida —respondió Vernon riendo mientras tomaba una cucharada de helado—. Yo por mi parte lo estoy. Al fin nos libraremos del mocoso.

Duddley por su parte estaba callado mientras degustaba su porción de helado.

—Es cierto, tía Petunia, tío Vernon tiene razón, deberías estar feliz. 

—No creas ni por un segundo que me duele que te marches... es solo que... odiaría ver su cara de triunfo.... ¡Desgraciada! Además no entiendo como es que este nuevo juez pudo tomar esa resolución... Esa mujer prácticamente es una desconocida. 

—Una desconocida para ti que te has negado a darle una oportunidad solo porque físicamente es idéntica a mi madre. Nunca sabré por qué la odiabas...

—¡No la odiaba! 

—¡Es obvio que la detestara, esa mujer y su marido eran unos anormales como tú! —bramó Vernon sin gritar para no llamar la atención de sus vecinos, pero con tanta determinación que pareció hacerlo.

—Ten mucho cuidado cuando te refieras a ellos —amenazó Harry mientras lo apuntaba con la varita. Vernon retrocedió asustado, pero mantuvo su opinión.

—¡Eres un rebelde, un desadaptado! Lo mejor que puedes hacer es abandonar la casa, pero tendré paciencia para esperar el día en que esa mujer te lleve lejos de nosotros, a tu mundo de bichos raros y anormales.  



Al día siguiente, Petunia fulminaba con la mirada a Lindsey en el juzgado, desde luego también había sido notificada de la decisión y debidamente convocada para la realización de los trámites.

—No puedo creerlo, su señoría, esto es un atropello. Ese niño ha estado conmigo desde hace catorce años así que es totalmente injusto que sea cedido a una desconocida —se quejó mientras le entregaba el certificado de nacimiento de Harry. 

—Según las investigaciones que se llevaron a cabo así como un testimonio que recibí aparte del que se obtuvo del propio muchacho, él no la pasaba nada bien en su hogar, señora Dursley. De acuerdo al análisis psicológico se encontraron signos de evidente maltrato —comentó el juez mientras miraba una hoja de papel en una carpeta—: Baja autoestima, un poco de ansiedad, descuido en su indumentaria... Por otra parte, se mostró receptivo y animado al conversar acerca de la doctora Cooper, se le vio optimista.  

—Pero... pero... yo solo... Reconozco que a veces era un poco rígida (lo que él pudo interpretar como maltrato) pero era parte de su educación. El muchacho es rebelde y yo no quería que se descarriara. Su padre era un ebrio, ¿lo sabía?

—¡Eso no es cierto! —saltó Lindsey.

—¿Y cómo lo sabes si nunca lo conociste? 

—Pero conozco a sus amigos, a la gente que lo conocía desde hace años. 

Lindsey Cooper IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora