De nuevo en Londres

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—Lo peor de todo es que no pudimos lograr nada —susurró Harry con impotencia mientras cerraba los dedos sobre el guardapelo falso.

—¿Es esto lo que fueron a buscar? —preguntó Lindsey tomando el guardapelo—, lo siento, mi cielo, con todo esto incluso olvidé que habías ido a una misión con él... ¿es lo que creo? ¿es un horrocrux?

Él negó con la cabeza. 

—Eso era lo que creíamos... pero es falso, mira.

Harry le enseñó a su tía la nota.

—R.A.B —leyó la pelirroja—. ¿Qué significa?

Harry se encogió de hombros. 

—También me gustaría saberlo y me ayudaría mucho en la búsqueda de los horrocruxes.

—¿Qué? ¿Qué has dicho, Harry? —preguntó Lindsey tomando a su sobrino por los hombros—, No me digas que tienes la intención de ir a buscar... Hijo, un horrocrux puede ser cualquier cosa, no tendrías idea de qué es.

—Pero al menos puedo hacer el intento, tía, no puedo fallar, no puedo decepcionar a Dumbledore o a mis padres.

—De ninguna manera, mi amor, no te adjudiques responsabilidades que no te corresponden. 

—Por supuesto que me corresponde, tía, soy El Elegido, ¿recuerdas? 

Ella guardó silencio por unos segundos mientras meditaba y el corazón se le aceleraba. 

—Dios —dijo al fin en un susurro mientras lo miraba a los ojos negando con la cabeza—, ¡No! Eres tan pequeño. 

Harry no pudo evitar una sonrisa ante el comentario, a pesar de que a su tía se le habían escapado algunas lágrimas y ahora lo abrazaba con intensidad. 

—Tía Lindsey... ya no soy un niño, dentro de muy poco cumpliré la mayoría de edad.

Era cierto pero ella a veces prefería no recordarlo, le dolía tanto haberse perdido toda la infancia y parte de la adolescencia de su sobrino, le habría gustado tanto haberlo criado, haberlo tenido desde bebé, un privilegio que tuvo Petunia y que ella no supo, o mejor dicho, no quiso apreciar. 

—No para mi —concluyó la mujer sin dejar de estrecharlo—, para mí seguirás siendo un pequeño, mi pequeño. Te amo tanto, Harry, no olvides jamás que no estás solo, siempre estaré contigo. 

Los ojos de Harry se humedecieron pero se apresuró a secarlos con la manga de su túnica para que Lindsey no lo percibiera cuando por fin lo soltó. 

—Yo también te amo, tía Lindsey, eres la madre que tía Petunia no supo ser. 

Su comentario le arrancó un sollozo a la mujer. 

—Mi cielo —dijo mientras lo rodeaba con un brazo. 

—Disculpen, ya todo está listo —dijo Hermione tocando el marco de la puerta de la enfermería para anunciarse—, ya Hagrid lo llevó al jardín y el funeral está a punto de comenzar. 

 

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Lindsey Cooper IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora