La invitación a la fiesta

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Al salir del despacho de Snape, Lindsey se topó con el hermoso fantasma de Colette Piaff que estaba siendo admirado por el fantasma de un caballero y el barón sanguinario que la miraba con una sonrisa, muy atípica en él, mientras ella flotaba con gracia.  

—¡Vaya! Veo que te sientes muy a gusto aquí, Colette —le dijo Lindsey—, me alegra por ti. 

—Yo también me alegro pog ti —respondió la muchacha, echándose el cabello hacia atrás junto con la cuerda con que fue ahorcada—, estoy contenta pogque sé que egues feliz con él.  

—Pero ¿no has considerado la idea de cruzar al otro lado, Colette? —le preguntó Lindsey con curiosidad.

—Tal vez en otgo momento, pego no pog ahoga —respondió mientras se alejaba flotando. 

El barón sanguinario se quitó el sombrero y le hizo una reverencia, y el otro fantasma la siguió mientras le recitaba poemas en francés.


En los días sucesivos, la situación se calmó en el colegio, la gente empezó a dejar de hablar de lo sucedido con Katie Bell. Lindsey viajó a San Mungo en compañía del profesor Dumbledore y afortunadamente pudieron comprobar que su diagnóstico fue muy alentador, tomaría tiempo, pero la chica se recuperaría por completo.

Por otra parte, Slughorn andaba detrás de Harry para que aceptara asistir a una de esas fiestas del llamado Club de las Eminencias, pero para fortuna del chico, siempre estaba ocupado y no coincidía con las celebraciones del profesor de Pociones. 

A Harry le iba bien como capitán del equipo de quidditch, era muy diligente y se sentía como pez en el agua, aunque, pasado un tiempo luego del ataque de Katie Bell, comenzó a sentirse inseguro ya que se acercaba el día del partido contra Slytherin, y tía Lindsey le había dicho que todavía faltaba mucho para que en San Mungo dieran de alta a la chica, de modo que Harry tendría que hallar la forma de sustituir a la cazadora temporalmente, por lo tanto se lo pidió a Dean Thomas, y él aceptó gustoso. No obstante se arrepintió poco después, cuando él y Ron lo encontraron besando a Ginny.

Al día siguiente, Lindsey lo encontró solitario mientras miraba el paisaje a través de una de las ventanas del castillo... ¿estaría preocupado? ¿tendría algo que ver con las clases de Dumbledore?     

—¡Harry! —lo llamó mientras él se sobresaltaba—. ¿Qué te ocurre, mi cielo? 

—N... nada, tía, estoy bien.

—Pues no me lo parece.

En ese momento, unas chicas que pasaron por su lado, se empujaron una a otras mientras le echaban miradas nerviosas a Harry, sonriéndole y cuchicheando entre ellas. 

—Cada día estás más popular, ¿eh? —dijo Lindsey mientras le daba con el codo en las costillas para animarlo. Él se ruborizó.

—¡Claro que no! —exclamó Harry riendo.

—Harry... quiero que confíes en mí y me digas lo que sientes —dijo Lindsey tomando una de las manos de su sobrino—, estás preocupado, ¿verdad? ¿Qué te dijo el profesor Dumbledore en esas clases?

—Tía, no tiene nada que ver con las clases, en ellas solo he visto recuerdos que me han ido permitiendo conocer mejor a Voldemort.

—¿Entonces qué?...

En ese momento, la melena roja de Ginny se hizo visible a través de la ventana, mientras corría junto Deam Thomas. Él se detuvo abrutamente para tomarla de la cintura y alzarla en el aire antes de besarla apasionadamente. Casi por instinto, Harry se giró para evitar ver la escena, y Lindsey no pasó por alto el hecho de que su sobrino tenía las manos en puño y el ceño fruncido.  

Lindsey Cooper IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora