Vacaciones

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Un par de semanas más tarde, todo estaba listo para el viaje, Ron, Ginny y Hermione habían dormido la noche anterior en casa de Lindsey y Harry, con todo su equipaje, y sobre todo Ron estaba muy ansioso, con muchas expectativas por delante. 

—¿Cómo es viajar en avión, Hermione? ¿Cómo es que una cosa tan grande y pesada puede volar? Papá se lo pregunta todo el tiempo. 

—Viajar en avión es casi igual que viajar en auto, Ron, incluso más seguro —respondió ella mientras se servía un poco de café. 

—No lo sé... ¿no has visto las noticias de los que se caen? —respondió Harry riendo.

—¡Harry! —exclamó Lindsey en tono de amonestación, pero sin poder evitar reírse cuando Ron abrió mucho los ojos, sorprendido—. No asustes al pobre Ron, arruinarás su experiencia. Ya verán que llegaremos sin contratiempos, eso sí! De regreso vendremos en traslador, es mucho más rápido. 



Poco tiempo después estaban en el aeropuerto, a punto de abordar el avión que los llevaría a Madrid, Lindsey les tomaba fotos para el recuerdo, pero Ron casi no podía concentrarse, absorto en la contemplación del enorme aparato volador que tenían detrás de ellos.  

Una vez dentro del avión, Harry y Ron tomaron asiento juntos mientras que Ginny,  Hermione y Lindsey se sentaron detrás de ellos. 

—¡Esto es increíble! —dijo Ron mientras se acomodaba en el asiento—, ¡Qué bueno que saliste de casa de los Dursley! 

Harry estaba emocionado, aquello era verdad, junto a su tía Petunia no había vivido más que penurias e injusticias y, de seguir viviendo allá, probablemente a estas alturas él estaría tumbado en su cama mirando el techo o, de seguro, lavando el auto de tío Vernon, cortando el césped, lavando las ventanas por quinta vez en la semana, o lavando los platos después de haber preparado el desayuno. 

Al poco tiempo, una voz femenina se escuchó en todo el avión.

Nos preparamos para el despegue, por favor, ajustense los cinturones de seguridad 

—¿Estás asustado, Ron? —preguntó Lindsey, detrás de él, un tanto preocupada—. No debes temer, estarás seguro.

—Sí, claro... eso espero —respondió el pelirrojo suspirando mientras afirmaba la varita que tenía bajo su ropa de muggle. 

Lindsey miró a Hermione y a Ginny que sonreían. 

Una vez que el avión comenzó a moverse, Harry sintió que Ron tomaba, de forma inconsciente pero firme, su mano. 

—¿Qué rayos te pasa? —preguntó en medio de risas mientras intentaba liberarse. 

—¿Qué encantamiento podríamos hacer si el avión se cae? —preguntó el pelirrojo.

—Ninguno, somos menores de edad, ¿lo recuerdas?

—¿Y crees que eso me importa? 

—El avión no se va a caer, Ron, y de todas formas a tía Lindsey se le ocurriría algo. 

Luego de unos minutos, el pelirrojo logró relajarse e incluso miraba de vez en cuando a través de la ventana para ver las nubes. Dos horas y veinticinco minutos más tarde, aterrizaron en Madrid, sin contratiempos, tal y como vaticinó Lindsey.

—Bueno, ya estamos aquí —dijo ella con una sonrisa, admirando de nuevo su país con satisfacción.

—¿Tu casa está cerca de aquí? —preguntó Ginny.

Lindsey Cooper IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora