Una mágica historia

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Lindsey no podía creer lo mucho que había cambiado su vida y su entorno últimamente, teniendo que huir de cada lugar como si fuese una delincuente ¿cuál era su crimen? ¿qué había hecho? su único pecado había sido nacer de padres muggles, así que tanto ella como Ted Tonks, el padre de Nymphadora se verían en la necesidad de refugiarse porque los del ministerio no tardarían en ir a buscarlos, sin embargo Ted había sorprendido a la familia cuando decidió huir por su cuenta dejando una carta en la que le decía a su familia que no deseaba refugiarse en ningún lado, sino andar de su cuenta y poder así estar enterado de los movimientos de los mortífagos, además de que no quería exponer a nadie a ningún peligro.

—Tu padre tiene razón —dijo Lindsey—, tal vez yo también debería huir por mi cuenta, si me encuentran en casa de la tía de Molly... ellos se verán envueltos en un gran lío, además probablemente deduzcan que estaré allá.

—¿Estás loca? No cometas la misma locura que papá, ¡Por Merlín! —respondió Tonks.

Andrómeda no dejaba de sollozar con el rostro escondido entre las manos mientras Remus le daba palmaditas en la espalda para tratar de reconfortarla. 

—Dora tiene razón, Linds, no es lo más sensato... sin embargo creo que tienes un poco de razón en algo.

—¿En qué? —preguntó su esposa.

—Es posible que los mortífagos deduzcan que Lindsey se encuentra en casa de Muriel, no obstante es menos probable que la encuentren en la casa de Bill y Fleur.

—¿lo crees? —preguntó Lindsey—, pero aún así podría ser peligroso, no me perdonaría si algo malo les...

—Viven en un lugar remoto en Pembrokeshire Coast, en Gales, sé donde está porque yo mismo acompañé a Bill a comprar la propiedad —dijo Remus—, creo que podrías estar más segura allí y ellos te recibirán con gusto. 

—Es cierto... podría ser un lugar seguro para ambos, si tan solo Ted... ¡Dios! Es un tonto... —dijo Andrómeda entre espasmos de llanto—, no debió irse así como así... ellos podrían... no tienen piedad con los hijos de muggles.

—Tranquila, Andrómeda, él estará bien —dijo Remus para tranquilizarla. 

—¡Yo lo buscaré! —determinó Tonks.

—¡No! —saltó Andrómeda—, no cometas una locura tu también, solo mírate.

—Es cierto, no estás bien —la secundó Remus.

Tonks lucía pálida y ojerosa, el embarazo le había provocado muchas náuseas y debilidad que afortunadamente contrarrestaba con descanso y las pociones que Lindsey preparaba para ella.

—Si Harry está luchando por su cuenta... yo también debería hacer lo mismo.

—No, tú irás a casa de Bill y Fleur —dijo Remus tomándola por un brazo—, será mejor que reúnas tus cosas, yo mismo te llevaré. 

—Yo te acompañaré, Linds —propuso Tonks yendo con ella a su habitación, la verdad era que temía que su amiga se esfumara como lo había hecho Ted.


Semanas después, ya instalada en la casa de Bill y Fluer, a pesar de la gratísima compañía de los Weasley, Lindsey no dejaba de pensar en Harry y en Severus, si tan solo tuviera alguna noticia, aunque por otra parte reconocía que el hecho de no recibir ninguna sobre Harry indicaba que todavía estaban a salvo, no obstante también temía por Ted Tonks, errando por ahí, quien sabe por donde, expuesto a cualquier peligro.  

Lamentablemente las noticias que Bill llevaba a diario y que obtenía en el banco donde trabajaba, o en las veces que se encontraba con su padre en el Ministerio, no eran nada alentadoras, todos los días había personas arrestadas por los carroñeros y eran conducidas hasta Umbridge quien los condenaba cruelmente a Azkaban por el único pecado de ser hijos de Muggles.

Lindsey Cooper IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora