Llegó el momento

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Al día siguiente, Lindsey estaba ansiosa debido a que solo faltaba un día para el traslado de su sobrino a la Madriguera, trataba de no contagiarle su ansiedad a Harry pero aún así él no pudo evitar percibir su nerviosismo, pues ella derramó un poco de café sobre la encimera mientras estaba sirviendo una taza, y al minuto siguiente otra taza se le había caído al suelo volviéndose añicos. 

¡Reparo! —dijo apuntando el objeto con su varita.

—Tranquila, tía, todo saldrá bien —dijo Harry mirándola desde la mesa—, ven a sentarte aquí conmigo.

Lindsey le sonrió como respuesta mientras servía los croissants antes de sentarse junto a él. Ella confiaba en Severus ciegamente y también en las decisiones y planes de Dumbledore, pero no podía evitar estremecerse de horror ante las cientos de posibilidades de que algo fallara... Voldemort sabía que al día siguiente, sábado por la noche, Harry sería trasladado, no sabía lo de la poción multijugos y eso era un gran punto a favor de la Orden pero... los mortífagos estarían ahí, dispuestos a atacar... y lo harían... ¿y si empezaban a atacar uno a uno a todos los supuestos Potter?

—Es raro que estés tan callada, tía. 

—Mi cielo es que... no dejo de pensar en tantas cosas, me aterra que...

—Todo saldrá bien, yo estoy feliz porque al fin podré ver a los chicos.

—Sí, mi cielo, tienes toda la razón pero... me gustaría tanto estar contigo al momento del traslado.

—Pero Moody dijo que...

—Mañana hablaré con él porque yo no voy a soportar estar muriéndome de la angustia mientras tú llegas, Harry. 

Él sonrió negando con la cabeza, su tía era tan obstinada que difícilmente se le quitaría esa idea de la cabeza.

—¿Quieres leche en el café, mi amor? 

Él asintió. Mientras la observaba trabajar, poniéndole leche a su café y posteriormente obsequiándole una sonrisa mientras le acariciaba el rostro, no podía evitar pensar en lo mucho que la extrañaría cuando tuviera que marcharse en búsqueda de los horrocruxes, estaba consciente de que la haría sufrir y no quería angustiarla pero no tenía otra opción. 

Más que una tía, Lindsey había sido una madre para él, y una muy abnegada, siempre pendiente de todo, de cada detalle. 

—Hijo... ahora que vas a estar en la Madriguera... ¿no has pensado en volver con Ginny? No entiendo porqué terminaron su relación si se querían tanto, incluso percibo que aún se aman.

—Sí, en efecto sí sentimos, pero...

—¿Entonces?

¿Cómo podía decirle que la verdadera razón del rompimiento era porque él pensaba marcharse sin rumbo fijo en busca de los horrocruxes? No obstante Lindsey no era ninguna tanto y sí que lo intuía, además, tampoco debía ignorar que ella conocía algunos detalles de sus reuniones con Dumbledore.

—Mi amor, no estás solo en esto, ¿de acuerdo? Somos muchas las personas que estamos a tu lado para apoyarte, así que si estás pensando en combatirlo es necesario que sepas que no tienes que...

—Debo hacerlo, tía Lindsey, es mi deber... soy El Elegido, ¿recuerdas?

—Sí, es un hecho imposible de olvidar, desde luego que sé que eres El Elegido pero... lo que quiero decir es que no tienes porqué buscar los horrocruxes solo, yo estoy contigo, Harry —dijo ella tomándole las manos.

Inevitablemente él recordó el efecto que provocaban los dementores en él, haciéndole escuchar los gritos de su madre y la forma en que le rogaba a Voldemort para que no lo matara a él... No, definitivamente no podía permitir que Lindsey lo acompañara... correría la misma suerte que su hermana y él no podría soportarlo. 

Lindsey Cooper IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora