Una reunión determinante

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Harry todavía estaba aterrado por lo que hizo, se quedó allí, mirando el charco de sangre mezclado con agua en el piso del baño mientras Myrtle sollozaba. Diez minutos después Harry comprobó que Snape estaba de vuelta, pero para su horror y sorpresa no estaba solo, tía Lindsey venía con él. La mujer estaba atónita y perpleja al ver toda la sangre en el suelo, pero aún así corrió a abrazar a su sobrino, mientras Snape le pedía a Myrtle que se marchara para darles privacidad. 

—¿Estás bien? —preguntó la mujer examinandole el rostro—, ¿qué fue lo que sucedió? 

—Yo te dije qué fue lo que ocurrió, Lindsey —respondió Snape—, Potter atacó a Malfoy.

—Pero... pero... tal vez hubo una confusión aquí, quizá...

—Sí, yo lo hice —dijo Harry bajando el rostro, incapaz de poder sostenerle la mirada a su tía. 

Ni él mismo sabía qué rayos había sucedido pero, fuese lo que haya sido,lo había provocado él. Lo más doloroso fue haber escuchado ese tono de extrañeza y decepción en Lindsey al hablar. 

—Pero... ¿por qué?

—No lo hice a propósito, tía, no sabía qué efecto provocaba ese hechizo.

—¿Y aún así lo arrojaste? —preguntó la mujer—. Hijo... Malfoy pudo haber muerto... no deberías haber... ¡Un momento! ¿Dónde aprendiste ese hechizo? ¿quién te lo enseñó?

Tras las preguntas de la mujer reinó el silencio. Snape permaneció atento a la reacción de Potter, pero éste seguía mirando el suelo, incapaz de levantar la mirada, por lo tanto interpretó su silencio como la confirmación a sus sospechas, de modo que se decidió a romper el silencio. 

—Ya veo que te subestimaba, Potter, ¿quién había imaginado que dominabas semejante magia oscura? 

—¡Él no domina las artes oscuras! —exclamó Lindsey con los ojos llenos de lágrimas, luego tomó a Harry del rostro y lo obligó a mirarla—, tú no harías algo así a propósito mi amor.

—Por supuesto que no —respondió el muchacho—, solo lo usé porque creí que podía defenderme, pero jamás pensé que fuese a suceder algo así.

—Entonces dime por el amor de Dios quién te enseñó semejante barbaridad —dijo su tía nuevamente. 

—Responde —lo exhortó Snape, mirándolo con una ceja alzada

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—Responde —lo exhortó Snape, mirándolo con una ceja alzada.

—Lo... leí en un sitio.

¡Bingo! Cada vez estaba más cerca de descubrirlo.

—¿Dónde exactamente? —volvió a intervenir el maestro.

—En un libro... en la biblioteca.

—¿Y cómo lograste obtener un permiso para revisar libros prohibidos? —preguntó su tía—, no entiendo qué sucede, Harry. 

—¿Cómo se llama el libro? —insistió Snape.

Lindsey Cooper IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora