Mi promesa frente a su tumba, madre

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La brisa fresca sopló sobre los árboles, Michiko se arregló el cabello, mirando hacia el atardecer, luego bajó la vista y observó a su compañero que estaba limpiando esmeradamente la piedra mortuoria de su madre.

Ambos estaban en el cementerio, visitando la tumba de la madre de Kaji antes de que él dejara a Michiko en su casa.

Cuando terminó, Kaji se paró al lado de Michiko, admirando su trabajo.

"Bueno, ya está. Hacía mucho que no me daba un tiempo para venir a visitarte, mamá, lo siento, pero ya me conoces, vivo trabajando...". Se volvió hacia Michiko. "Voy a traer algunas cosas del auto, Daimon, espérame aquí".

Y mientras se marchaba, ella se quejó, apenas mirándolo.

"¡Aish! ¿Y por qué no me dijiste antes que te ayudara a traerlos...? Este tonto...". Se volvió y se quedó mirando la tumba de la madre de Kaji, sintiéndose un poco incómoda. Se rascó la cabeza mientras se ruborizaba, mirando hacia otra dirección. "¿Está usted bien en dónde sea que esté, madre?". Metió las manos a los bolsillos de la chaqueta y movió los pies bastante incómoda, sin mirar directamente a la tumba. "Yo no sé qué sucederá después de la muerte, pero, si me está escuchando de alguna manera, quiero que sepa que cuidaré de su hijo todo el tiempo que estemos juntos...". Se entristeció y se puso de cuclillas, pasando los dedos sobre la base de la piedra mortuoria. "Lo siento, madre, no soy la mujer que querría que sea para su hijo... No sé cuánto tiempo durará esto, no por su hijo, sino por mí... Yo... Yo nunca voy a casarme con él ni tampoco quiero tener hijos... A mi no me gusta estar atada a nada ni a nadie... Ni siquiera a él. Mi única meta en la vida es la cirugía y creo que su hijo lo entiende muy bien... ¡Ha soportado tanto desde que nos conocimos!". Se enjuagó las lágrimas con el canto de la mano, pestañeando. "Lamento ser tan mala con él, madre, pero no puedo evitarlo, yo ya soy así... Pero lo que sí le prometo es cuidarlo, lo protegeré todo lo que yo pueda y lo amaré todo lo que yo pueda... Se lo prometo".

"¡Oh! ¡Me haces recordar tanto a mi, querida!". Le dijo una anciana encorvada que estaba parada a su lado, vestida con un kimono común, espantando a Michiko, que cayó sentada de costado al suelo, con al corazón en la mano.

"¡Señora! ¡Casi me mata de un susto!".

"¡Oh! Lo siento mucho, señorita... ¡ja ja ja!".

"No importa. Me decía que...". Se puso de pie, malhumorada, mientras se sacudía la ropa.

"No pude evitar escuchar lo que le estabas diciendo y me hiciste recordar a mi...". Miró con añoranza hacia el vacío, colocando ambas manos sobre su bastón. "Shinji y yo fuimos amigos desde la infancia, estaba completamente enamorado de mi y trataba de complacerme en todo y yo me abusaba de eso... ¡Las cosas que le hice hacer al pobrecillo! ¡Ja ja ja! Cuando crecimos, en la secundaria, yo salía con muchos chicos, menos con Shinji, le decía que era muy patético para mi y que lo detestaba por eso, pero él siguió esperándome como un perro que espera a su dueño, soportando todos mis desplantes. En la universidad fue igual, siempre por detrás mio, ayudándome y protegiéndome en silencio a pesar de mis maltratos. Cuando nos recibimos me casé, pero no con él, eso le destrozó el corazón pero a mi no me importó. Irónicamente trabajábamos en el mismo lugar y nos veíamos todos los días y él me trataba como a una buena amiga y yo lo trataba como a una peste. Una noche, cuando yo pasaba un momento terrible con mi esposo, estaba haciendo horas extras con Shinji en el trabajo y decidí engañar a mi esposo con él, así que lo seduje y nos convertimos en amantes por mucho tiempo. Cuando finalmente me divorcié, me casé con otro hombre sólo con la intención de destrozar el corazón de Shnji una vez más. ¡Me hacía sentir tan poderosa cuando lo pisoteaba así! Poco tiempo después a mi nuevo esposo lo trasladaron a otra sucursal fuera de Tokio, así que me fui con él. Pasaron los años y regresamos a Tokio cuando nuestros hijos se casaron y se fueron a formar su propia familia. Yo me preguntaba qué había sido del tonto Shinji...". Su expresión de volvió muy triste, llamando la atención de Michiko, que había pasado todo el rato hastiada por el cuento de la anciana. "Entonces me enteré que él había muerto muy enfermo tan sólo una semana antes de mi llegada. Murió solo en el hospital. Nunca se había casado ni tenido hijos. Su hermana me contó que él se negaba a conocer otras mujeres, que él seguiría esperando al amor de su vida, y que esa mujer era yo...". Se enjuagó los ojos con un pañuelo. "Me arrepiento de haberlo tratado tan mal, de haberlo utilizado y de haberle dado falsas esperanzas... Nunca lo dejé ir, me hacía sentir tan poderosa que me negaba a hacerlo... Yo nunca lo quise... Lo odiaba por ser tan imbécil, por quererme de esa manera... Pero tampoco lo dejé vivir su vida... No vivió su vida por mi culpa...".

DOCTORA XXX MICHIKO DAIMON (Doctor-X/Doctor-Y)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora