๑ೋ 𝑺𝒘𝒂𝒏 𝑮𝒊𝒓𝒍𝒔 - 𝑬𝒅𝒘𝒂𝒓𝒅 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏® ๑ೋ

๑ೋ ❝O35 | 𝑴𝒂𝒓𝒊𝒂❞

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Mackenzie se acerca a el Jeep de Emmett en donde su pareja la había ido a buscar esa mañana y se recarga en esta pensando en todo lo que podría pasar en la batalla con los neófitos.

La castaña cierra los ojos unos cuantos segundos para intentar alejar el miedo que comenzó a atormentarla, ya que no quería que alguno de los Cullen o alguno de los miembros de la manada salieran lastimados por su culpa.

—Jasper —habla Mackenzie al reconocer al mencionado pasar frente a ella—. ¿No puedo hacer algo más?

—Tu presencia, tu olor distraerá a los neófitos —explica el rubio con tranquilidad—. Sus instintos de caza los abrumará y los volverá locos.

Mack asiente lentamente haciendo una pequeña mueca con sus labios.

—No quiero ser chismosa ni nada de eso, pero... —la chica toma una postura derecha y se acerca a Jasper—. ¿Cómo sabes tanto sobre esto?

—Yo no tuve la misma crianza que mis hermanos adoptivos —explica Jasper con una ligera sonrisa en su rostro.

El rubio descubre sus brazos y deja que Mackenzie pudiera ver las marcas de mordidas que se apreciaban en sus antebrazos, la chica se acerca a él y toca delicadamente las marcas.

—Son marcas como las que tiene Bella —susurra la castaña consiguiendo que su cuñado sonriera con algo de diversión.

—Cicatrices de guerra —revela Jasper—. El entrenamiento que me dieron los confederados fue inútil contra los neófitos, aun así, nunca perdí una pelea.

Mackenzie no puede evitar sonreír orgullosa y decide comenzar a caminar junto a Jasper.

—¿Ocurrió en la Guerra Civil? —pregunta la castaña interesada metiendo sus manos en los bolsillos de su suéter.

—Fui, el mayor más joven de la caballería —confiesa Jasper mientras miraba al bosque con una sonrisa en su rostro—. Todo sin ver una sola batalla.

—¿Y luego qué pasó? —pregunta Mackenzie con curiosidad.

—Conocí a cierta inmortal, María —responde el rubio con un tono de voz diferente que Mack pudo reconocer como rencor—. Iba de regreso después de evacuar a varias mujeres y niños, entonces la vi e inmediatamente ofrecí mi ayuda.

Mackenzie se mantiene callada e imagina a su cuñado en ese escenario.

—¿Ella estaba creando un ejército? —pregunta Mack tras pensar bien sus palabras.

—Eran muy comunes en el sur, había constantes y brutales batallas territoriales, María las ganó todas —asegura Jasper—. Era inteligente, cuidadosa y me tenía a mí. Yo era el segundo al mando, mi habilidad para controlar emociones le sirvió mucho, yo me encargaba de entrenar a sus neófitos. Era una ocupación constante porque ella no los dejaba vivir más de un año, mi tarea era disponer de ellos. Podía sentir todo lo que ellos sentían.