๑ೋ ❝O67 | 𝑫𝒆𝒔𝒂𝒑𝒂𝒓𝒆𝒄𝒆𝒓❞

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Mackenzie y Edward entran a la sala de la casa Cullen con sus manos entrelazadas, pero igual tenían una radiante sonrisa en sus rostros.

La neófita ve como Emmett, Seth, Jacob, Carlisle y Embry se encontraban ahí, pero cada uno de ellos se encontraba haciendo algo diferente. El patriarca de la familia revisaba algunos documentos de trabajo en su laptop personal y Emmett leía el periódico, mientras que los otros tres morenos comían un sándwich en silencio mirando por uno de los ventanales del lugar, ya que se encontraban vigilando a Atenea junta a todas demás mujeres.

—Vaya, ¿vaya acabaron? —pregunta Emmett con burla al ver a la joven pareja de casados entrar a la estancia luego de dos días y medio estando desaparecidos.

—¿Y Atenea? —pregunta Mackenzie sin perder su sonrisa y dejando que su pareja la tomara de la cintura para que la pegara a su cuerpo.

—Está jugando con la rubia, Esme, Alice, Leah y Bella —explica Jacob sin dejar de mirar por la ventana, pero no evita sonreír tontamente al ver a su pareja cargar a su sobrina con una radiante sonrisa en sus labios.

—¿Rompieron muchas cosas? —vuelve a preguntar Emmett con curiosidad y una sonrisa burlona en sus labios.

Mackenzie regresa a verlo y le devuelve la sonrisa, pero levanta una de sus cejas.

—Necesitamos una cama nueva y una cabecera, igual necesitamos nuevas almohadas y un sofá —confiesa la vampiresa con diversión—. Gracias por preocuparte, cuñado.

Edward se inclina para dejar un casto beso en el cuello de su mujer que la hizo reír tontamente.

Todos los presentes sonríen con diversión ante esas palabras, pero escuchan como el teléfono de la casa comenzó a sonar.

Mackenzie pierde su sonrisa y se acerca a dicho objeto para darse cuenta de que era el número de la casa de Charlie.

—¿Es mi papá? —pregunta la vampiresa por lo bajo.

—Llamada dos veces al día —confiesa Edward a sus espaldas, consiguiendo que ella se sintieran mal.

—La está pasando muy mal —asegura Seth al regresar su mirada hacia su amiga.

—Tendremos que decirle que no sobreviviste —explica Carlisle hacia su nuera que mordió su labio inferior algo nerviosa.

—Tiene que llorar tu muerte, vida mía —asegura Edward con lástima.

—Sí —responde Mackenzie al aclarar su garganta—. Lo haremos mañana.

La neófita se da la vuelta y camina de regreso a su esposo para tomarlo de la mano, pero termina por recargarse en su brazo sin perder su expresión angustiada. Edward la toma de la cintura antes de dejar un corto beso en su frente que logró tranquilizarla un poco.

๑ೋ 𝑺𝒘𝒂𝒏 𝑮𝒊𝒓𝒍𝒔 - 𝑬𝒅𝒘𝒂𝒓𝒅 𝑪𝒖𝒍𝒍𝒆𝒏® ๑ೋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora