❝𝕆𝕣𝕘𝕦𝕝𝕝𝕠 𝕊𝕝𝕪𝕥𝕙𝕖𝕣𝕚𝕟❞

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❈𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 Ⅰ


⋯⋯⋯⋯ ↠ 𝔻 𝔸 𝕀 𝕊 𝕐 ↞ ⋯⋯⋯⋯


1971

"Debes ser ambiciosa, Daisy. Lucha por lo que quieres, nunca te conformes con menos. Lucha y no dejes de hacerlo."

Esas fueron las últimas palabras de mi madre antes de subir a la locomotora en el andén 9 ¾.

Llevaba mi cabello atado en una trenza y un vestido de color plateado que me llegaba a mis rodillas. Le sonreí a mi familia con una sonrisa y agité sutilmente mi mano, pero por dentro quería llorar. Nunca me había alejado de ellos y a pesar de estar esperando por este momento durante toda mi vida, ahora me sentía cobarde, pero la cobardía no estaba permitida en mi casa. No, mi padre no lo permitía.

Estaba sentada en un compartimiento vacío, y me hubiera gustado que siguiera así durante todo el viaje, para poder desahogar mi tristeza en soledad. Pero mi infame primo, de sonrisa traviesa y de cabello negro, repleto de bucles; hizo presencia en el compartimiento y sin pedir permiso, entró como si fuera el dueño del lugar.

—¿Qué haces? —Pregunté tragándome con dificultad el nudo que se situó en mi garganta. Él me miró sonriente mientras se sentaba frente mío como un holgazán.

—Curo tu depresión querida prima—Rodeé los ojos, y durante el resto del viaje, Sirius hizo comentarios imprudentes, algunos graciosos y otros no tanto.

A pesar que éramos parientes lejanos, teníamos prácticamente la misma edad y como dato extra, ambos nacimos exactamente en el mismo día, pero con varias horas de diferencia, claro.
Ante eso y el ser de sangre pura, llevó que nuestras familia tomaran la decisión de crear una unión entre ambos.

Mi madre, Ivanna, no estaba muy contenta con la decisión, ya que ambos, al ser parientes muy lejanos, no dejaba de impedir que siguiéramos siendo familiares, por lo que mamá le parecía algo muy desagradable. Más de una vez escuché a mi madre criticar a los Black, señalando que su desesperación y obsesión por mantener la línea de sangre pura, los llevó a promover el incesto y la endogamia, y por consecuencia, ciertos problemas mentales, como también algunas malformaciones físicas, pero con la magia era fácil deshacerse de ellas.
Yo era muy pequeña como para entender la magnitud de sus palabras, pero como mi padre estaba de acuerdo con la unión, entonces ya nada se podía hacer al respecto.

Cuando conocí a Sirius, no tan solo conocí el que sería mi futuro esposo, sino que encontré en él un hermano, un amigo y un confidente.

—¿Quieres comer algo? —Preguntó colocándose de pie mientras sacaba unos cuantos galeones y sickles para comprar algunos caramelos a la Bruja del Carrito, ya que estaba pasando por todos los compartimientos, ofreciendo golosinas de Honeydukes.

Negué con la cabeza mientras sorbía mi nariz de manera inconsciente. Sirius me lanzó una escéptica mirada y sin decir nada, desapareció en el corredor, yendo tras la mujer que ya se había ido del lugar. Justo en ese momento, aproveché de disfrutar mi melancólica soledad y sin darme cuenta, ya estaba suspirando con cierto lamento.

Sin embargo, no pude disfrutar correctamente dicha soledad que tanto clamaba mi ser, ya que un muchacho, de desordenado cabello negro como la noche y con unas ridículas gafas que le ocultaban gran parte del rostro, entró al compartimiento.
Sin siquiera pedir permiso o saludar, el chico se sentó a mi lado y trató de normalizar su respiración mientras se apoyaba en mi hombro, aparentando que estaba durmiendo.

Cicatrices Invisibles | Remus Lupin [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora