❝🅳𝖊𝖈𝖎𝖘𝖎𝖔𝖓𝖊𝖘❞

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○Ⓒ𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔•Ⓞ𝖓𝖈𝖊○


┅┅┅┅┅┅◇𝐃𝐚𝐢𝐬𝐲


Luego de la cena, cada uno de los miembros de nuestra familia se situó en el salón, delante del flameante fuego del hogar que quemaba los grandes troncos que los elfos domésticos habían colocado.

En el ambiente se sentía el dulzor del té de menta y de manzanilla, como también cada uno de los pequeños bocaditos de canela bañados en almíbar. Eran la especialidad de la señora Black, siendo estos pequeños postres los que más anhelaba cada vez que asistía a su casa en navidad.

Mis padres junto con los de Sirius estaban sentados en el juego de sofás del color del carbón y de la plata derretida, mientras que mis primos y yo nos encontrábamos sentados en los pequeños silloncitos que combinaban con la exquisita decoración del salón.

Los adultos conversaban de cosas que a los más jóvenes no nos podían interesar, como el cobro de impuesto y del curioso clima que se ha estado viendo, así mismo, conversaban sobre el otro asunto en voz baja, como si temieran ser escuchados, aunque como diría mi abuela: Las paredes oyen.

Pero de ser así, no encontraba tan necesario hablar con la voz tambaleante por la ansiedad de ser escuchados, más aún si estaban hablando en código.

A pesar de todo esto, mi padre no dejó de dirigirse hacia Sirius en toda la cena como si intentara perturbarlo, incluso cuando la comida acabó y estuviéramos tomando reposo por todo lo ingerido hasta la medianoche, no lo dejó en paz.

Era como si... mi padre supiera algo.

—¿Qué piensas hacer cuando te gradúes? —Preguntó mi padre hacia Sirius.

El muchacho estaba tragando un pedazo de los bocaditos de canela que había preparado su madre.

Walburga lo miró mientras daba un sorbo de su té.

La mujer era realmente inquietante. Su quietud y su calma la hacía lucir como una muñeca, pero sus ojos tan afilados eran los que más podían perturbar cualquier alma, y yo, que tanto tiempo conviví con fieras no podría jamás acostumbrarme a ella, ni mucho menos a su sonrisa que nunca tocaban sus ojos.

Su marido, era el rostro de la gentileza, pero ambos eran tan idénticos al igual que sus gestos. Se movían en sincronía y su mismo hablar era similar.

No estaba segura si me perturbaba más el hecho que fueran familia o que fueran como mellizos, pues en mi hogar —a pesar de no ser el ejemplo para seguir— tanto los rostros, las actitudes y nuestras tonalidades al hablar era tan distinta a la de ellos.

Cuando Sirius tragó lo que estaba masticando, miró a mi padre y con un carraspeo respondió.

—Planeo seguir el mismo camino que el de mi padre. Tal como lo hicieron todos los varones de nuestra familia. Eso es lo que deseo.

Mentiroso.

Disimulé mi sonrisa con la humeante taza de menta que se encontraba entre mis manos.

Mentiroso Black.

Mi padre sonrío ampliamente, dejando ver una fila de dientes medio amarillentos por el tabaco que solía masticar o fumar.

—Lo estás educando bien, Black. Lo puedo ver.

Orión Black dejó la taza de té sobre la mesa y agitó la mano en dirección hacia un elfo doméstico, el cual rápidamente sustituyó el té con una bebida marrón. El padre de Sirius hizo un ademán con su mano hacia el patriarca Blishwick, el cual asintió y rápidamente su taza desapareció y en su lugar, apareció un vaso de cristal con el líquido marrón.

Cicatrices Invisibles | Remus Lupin [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora