❝𝔹𝕣𝕖𝕔𝕙𝕒 𝕞𝕠𝕣𝕒𝕝❞

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❈𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 ⅩⅣ


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Al día siguiente, el cielo estaba completamente azul, y a no ser por las espesas nubes de color gris y marfil, podría juzgarse que aquel día haría muchísimo calor.
Sin embargo, la gélida brisa golpeó mi rostro cuando caminamos con mis amigos hacia el gran comedor, pero una vez que llegamos ahí, la calidez nos recibió acogedoramente. No obstante, me sentía muy afiebrado y algo cansado, por lo que esa calidez no logró darme el efecto deseado.

El lugar estaba abarrotado de estudiantes desayunando y conversando al mismo tiempo. Habíamos llegado temprano y ya había varios que se estaban retirando del lugar para dirigirse a sus próximas clases. Nosotros teníamos a la primera hora Transfiguración, y a juzgar por el rostro de mis amigos, pude adivinar que no habían hecho sus tareas que nos dieron en el receso.

Cuando nos sentamos en un espacio vacío, mi frente estaba quemándome a tal punto en que mis ojos empezaron a doler, incluso si los cerraba, el dolor o mejor dicho molestia no se aliviaba en absoluto. Mis amigos se percataron de ello y a juzgar por sus miradas, ya sabían lo que me estaba sucediendo.
Era extraño poder tener estos síntomas sin sentir miedo a que mis amigos sospecharan de qué se trata, y al saber que ellos me apoyan y acompañarán en todo este proceso, hacen que todo fuera más llevadero. Estaba eternamente agradecido.

James se aseguró que comiera las suficientes tostadas con huevo revuelto, ya que algunas veces sentirme de esta manera me agota a una velocidad increíble, por lo que alimentarse bien es muy, muy importante.
Mientras bebía un poco de jugo, miré disimulada atrás mío, como si algo me hubiera llamado la atención. La mesa de Slytherin estaba igual de abarrotada como las demás. Algunos estudiantes estaban sin sus túnicas y otros se estaban acomodando sus corbatas, pero no había señal de cierta chica.
Generalmente no solía asistir a los desayunos, no cuando hay mucha gente. Me percaté de ello cuando llegó tarde a una de nuestras pocas clases compartidas: Historia de la Magia.

—Creo que deberíamos apurarnos en buscar alguna solución para la poción—Comentó Peter mientras bebía un poco de su zumo. —¿Estan seguros que Daisy no quiere hacerlo?

—Dijo que no—Se apresuró en responder James.

—Por lo que sé, es que nunca dijo que no—Aclaré mientras volvía a mirarlos.

James me miró con cara de pocos amigos. No era secreto de estado el que mi amigo y Daisy no se llevaran bien, no desde que el problema con Lily sucedió. Tampoco era secreto que Potter se moría por la pelirroja, pero la peor parte es el poco interés de la chica en él. Más bien parece como si su sola presencia lo fastidiara, y no es de extrañar, James no es un chico precisamente... maduro.

No obstante, el demostrar poco interés en que Daisy nos prepare la poción, podría llevarnos a un error fatal. No quería ser el culpable de que mis amigos tengan malformaciones por una poción mal hecha, y a juzgar que Lily no le interesaba participar en nada que estuviera James involucrado, nos dejaba acorralados.

—Me estoy encargando de ello—Dijo Sirius mientras le daba una palmada al hombro derecho de Peter. El muchacho sonrío en respuesta, mucho más tranquilo.

—¿No tendrías de por casualidad alguna amiga de Ravenclaw que quiera ayudarnos? —Preguntó James—En caso que Blushwick¹ no quiera ayudarnos.

Una vez el profesor de Historia de la Magia, el profesor Binns, se dirigió a Daisy como señorita Blushwick, provocando que algunos se carcajearan, pero la muchacha había hecho un gesto de indignación y estuvo toda la clase resoplando con fastidio. Aunque tampoco es la única a la que mágicamente se le cambia el nombre. Una vez el profesor Binns llamó a James como señor Porter.

Cicatrices Invisibles | Remus Lupin [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora