❝𝕊𝕦𝕡𝕝𝕚𝕔𝕒❞

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❈𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 ⅩⅤⅡ


⋯⋯⋯⋯ ↠ ℕ 𝔸 ℝ ℝ 𝔸 𝔻 𝕆 ℝ ↞ ⋯⋯⋯⋯


—¡¿QUÉ?!

La mujer había estado casi todo el día recostada en el centro de su cama, quejándose en voz alta por el fuerte dolor de cabeza que estaba padeciendo, por lo que no tardó en pedir a su elfo de servicio que le trajera una poción para el dolor.
No obstante, pocos segundos después que el elfo se fuera, su esposo hizo presencia en el lugar.

Ivanna no esperaba que su marido la fuera visitar después de su pelea, ni mucho menos que entrara al dormitorio que se suponía que ambos debían compartir.
Pasó muchos años antes que ambos pudieran estar solos en una habitación, no después de que su relación se haya roto mediante engaños e infidelidades por parte de ambos lados, por lo que Ivanna solo pudo esperar lo peor cuando Eanraig se sentó en la cama, muy cerca de ella.

—Baja la voz, mujer. ¿Quieres que todo el mundo se entere?

—¿Quién más se enterarrrá de esto? —Preguntó mientras se acomodaba. —Solo estamos tu y yo en esta maldita mansión. Sin contarrr a los elfos domésticos.

Después que la pareja de magos se retiraron el lugar. Eanraig se encargó de levantar las defensas alrededor de su casa, para impedir que algún visitante no deseado decidiera pasearse por los pasillos de su hogar.
Eanraig no era precisamente un hombre cobarde, ya que se encargó de enseñar a sus hijos que la cobardía era un sentimiento que ellos no debían sentir, pero en aquellas circunstancias, sintió como el pavor recorría cada esquina de su cuerpo, haciéndole sentir lo miserable que es.

Los ojos del hombre estaban completamente rojos, señal que se los había estado apretujando mientras buscaba una solución, por lo que Ivanna podía intuir que lo que estaba pasando era muy grave.

—¿Porrr qué no me dijiste que iban a venirrr? —La mujer se tragó su orgullo y en ese momento, decidió convertirse en la pareja que su marido deseaba. Él necesitaba que alguien lo apoyara e Ivanna iba a tomar las riendas del asunto y ayudar a su compañero.

El hombre la miró y sin saber qué decir exactamente, se dejó caer en los brazos de su esposa. La mujer lo estrechó en su pecho, acariciándole el cabello hasta que cayera en un estado de ensoñación.

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que Ivanna abrazó a su esposo de esa manera. Estando en aquella posición, le hizo recordar la primera vez que lo conoció.

Ambos habían sido muy jóvenes cuando se conocieron. Eanraig ya se había graduado de Hogwarts y era un chico que creía tener el mundo bajo sus pies. Ivanna, por otro lado, apenas estaba en sexto año en Koldovstoretz, por lo que aún era muy joven como para decidir lo que quería para su futuro, pero solo eso bastó para que, un día de invierno, conociera al que sería su futuro esposo.

Eanraig, en aquel entonces, era un chico buen mozo. Había llegado a Rusia para conocer un poco de la cultura mágica y decidir donde establecerse. Nunca pensó que se enamoraría de una niña de 16 años que, por casualidades del destino, decidió dar un paseo en el pueblo cercano a su colegio.
Ambos jóvenes se cruzaron y después de una serie de incidentes, en el cual llevó a que tanto la muchacha como él se resbalaran por el suelo completamente congelado; fueran, finalmente, a enamorarse del uno al otro.

Muchos dirían que era un romance del momento, esos que no duran más allá de dos meses, pero eso fue lo único que necesitaban ambos jóvenes para que Eanraig se la llevara y al cabo de tres meses más tardes, se unieran en matrimonio.

Cicatrices Invisibles | Remus Lupin [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora