❝𝕷𝖆 🅛𝖚𝖟 𝖖𝖚𝖊 𝖎𝖑𝖚𝖒𝖎𝖓𝖔 𝖒𝖎 🅞𝖘𝖈𝖚𝖗𝖎𝖉𝖆𝖉❞

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ADVERTENCIA: En el siguiente capítulo se presentará actos de violencia absoluta y temas relacionados con el abuso sexual.
Si eres sensible a este tipo de contenido, recomiendo que no lo leas. De ser así, hazlo bajo tu propia responsabilidad.


○Ⓒ𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔•Ⓣ𝖗𝖊𝖘○


┅┅┅┅┅┅◇𝐃𝐚𝐢𝐬𝐲


Ese grito, salido de las entrañas de la tierra, hizo que el tiempo se congelada, así como también mi propio cuerpo.

Era una mezcla de odio, ira y una pizca de algo más que no podía reconocer, puesto que me encontraba tan asustada, tan aterrada por lo que iba a suceder que me quedé en blanco, temblando como si fuera un cervatillo recién capturado, y es que me sentía tan débil, tan pequeña como una pulga y jamás me había sentido así por culpa de alguien —a excepción por las acciones de mi familia—. Solo quería esconderme en mi caparazón que estaba creando mi mente y desvanecerme en el sitio, pero esa voz, me ató a la tierra, me despertó de golpe y me aferré a ella como la única salvación que tenía.

Cuando la voz se desvaneció en nuestros oídos, llegué a pensar que me lo imaginé, que me había encerrado en mi mente para protegerme de lo que iba a suceder, y por un momento, el mundo parecía mucho más justo que antes. Estuve a punto de rendirme ante la idea que solo fue un acto sacado de mi imaginación, y hubiera sido así si un golpe no hubiera hecho que un jadeo se escapara de mi garganta, y estuviera a punto de morderme la lengua hasta sacarme sangre.

El golpe no fue el de un puñetazo o el de un maleficio o maldición, sino que era el chocar de un cuerpo tan pesado como el de Mulciber, pero rabioso como si hubiera sido la propia tierra enfurecida por lo que iba a suceder en aquel salón abandonado, al punto en que me llegué a preguntar, ¿cómo es posible que hubiera un salón vacío a esa hora? Pero también agradecida porque no fuera mi propia imaginación tratando de salvarme, sino que ese alguien que gritó y se lanzó encima de Mulciber, haciendo que sus manos se alejaran de golpe de mi cuerpo, era de verdad, de carne y hueso que se podían tocar.

Aún me mantuve aferrada al arco de la puerta, incluso cuando caí de rodillas sintiendo como el frio piso de piedra raspaba la piel desnuda de estas. Sentí dolor, un agudo dolor que me hubiera hecho llorar, pero estaba conmocionada, estaba asustada sin poder creer lo que estaba sucediendo.

El latir de mi corazón era lo único que escuchaba en mis oídos, y las lágrimas secas en mis mejillas hicieron que me dieran ganas de rascarme, incluso mis ojos se sintieron cansados por la cascada de agua que habían liberado por la simple desesperación de liberarme de aquella situación.

Quería llorar, aún quería hacerlo. Quería envolverme a mi misma con mis brazos y esconderme en el lugar puesto que estaba aterrada, pero me estaba aferrando a la tierra, a esta consciencia. No quería perderme en mi cabeza y sabía que en cualquier momento caería en ella o simplemente me desmayaría por la conmoción.

Quizás estaba en shock, o quizás mi mente estaba tan jodida que no podía soportar algo que pudiera dañarme mucho más que los golpes de mi madre, o los insultos de mi padre o el desinterés de mi hermano por mi bienestar.

Pero aún así, luché con mi propia mente, con la propia debilidad de mi cuerpo, y me aferré a esta consciencia, solo para ver que alguien me había salvado, y quizás no lo hubiera conseguido si algo mucho más fuerte no hubiera estado compitiendo con el latir de mi corazón.

Un golpe, tan fuerte, pero a la vez tan seco. Carne contra carne. Piel contra piel.

Alguien estaba golpeando a otro de la manera muggle, haciendo que, de un segundo a otro, ese sonido en seco se convirtiera en un sonido un poco más... húmedo.

Cicatrices Invisibles | Remus Lupin [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora