❝𝐅𝐢𝐬𝐡𝐰𝐢𝐜𝐤❞

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1975

—¿Segura que aquí es? —Preguntó Sirius mientras apagaba su moto.

Me bajé del cacharro mientras me quitaba el casco que me había prestado anteriormente mi primo.

—Esta es la dirección—Respondí devolviéndole el casco.

Sirius se apoyó en el manubrio de su moto y empezó a sacarle más brillo con el borde de su manga.
Hace unos meses Sirius tomó la costumbre de apostar el dinero de su familia, tal vez es su manera de rebelarse contra ellos. En un principio era divertido, hasta yo participaba en sus jueguitos, pero después se tornó monótono —Después de ver a Sirius perder ya empezó a ser un poco aburrido, para ser sincera— y dejé de acompañarlo en sus apuestas.
Sin embargo, un día apareció saltando de arriba y abajo con unas llaves que tintineaban en su bolsillo. Había ganado no tan solo un buen puñado de dinero muggle que cambió por una buena cantidad de galeones, sino que también había recibido una moto vieja, y que el mismo iba a arreglar.

Ahora la moto volaba y al menos esta mucho más decente a como se encontraba hace unos meses atrás.

—¿Estás segura? Podemos pasar por esa calle escalofriante de allá—Dijo apuntando con un dedo a nuestras espaldas.

—Si estoy segura, mira—Le mostré la carta que Lily me había mandado hace unas semanas atrás—Aquí dice claramente la dirección y aquí estamos. ¿Ves?

—Ah.

Cuando terminó nuestro cuarto año, Lily y yo habíamos entablado una buena amistad en nuestras horas de estudio.
Nunca pensé que simpatizaría con una chica que no es de sangre pura o mestiza, pero así fue.

Nuestra amistad se mantuvo en privado en un inicio, pero con el paso de los meses, ya era imposible ocultar nuestra simpatía —Charlábamos en clase y nos reíamos juntas en nuestros horarios libre—.
En un principio era un poco raro, ya que no todos podían creer que una Slytherin estuviera hablando simpáticamente con una chica nacida de muggles y si no fuera poco, que estuviera en Gryffindor.

Obviamente mis compañeros de casa tuvieron mucho que decir al respecto, pero solo bastó que Sirius los intimidara para que dejaran de decir estupideces a mis espaldas. Hasta el día de hoy aún me pregunto que hizo para hacer que dejaran de molestarme, pero sinceramente, no quiero saber.

Pero volviendo al tema. Mi amistad con Lily se estableció firmemente, a tal punto que hemos estado todo el verano escribiéndonos, hasta que unas semanas atrás, ella me invitó a su casa para pasar el último mes que nos quedaba de vacaciones. Por supuesto acepté de inmediato, pero no sabía como hacerlo con mis padres.

Fácilmente Sirius estaba de viaje con su familia en mis tierras, por lo que fue fácil unirme a su viaje hasta que llegamos a Inglaterra con la excusa que recibía una carta de mi abuela (Sirius la escribió torpemente) y que debía ir a verla para pasar con tranquilidad mis últimas semanas de vacaciones con ella y mi abuelo.

—Acompáñame hasta allá—Dije señalando con un dedo hacia un callejón poco transcurrida.

—Como usted mande, nietecita—Sirius encendió su moto y empezó a seguirme.

Cicatrices Invisibles | Remus Lupin [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora