❝𝕊𝕚𝕟 𝕣𝕖𝕤𝕡𝕦𝕖𝕤𝕥𝕒❞

225 28 26
                                    

❈𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 ⅩⅩⅣ


⋯⋯⋯⋯ ↠ ℝ 𝔼 𝕄 𝕌 𝕊 ↞ ⋯⋯⋯⋯


El profesor de DCAO había llegado y cuando abrió la puerta del salón, el bullicio que se había instalado en aquel lugar del pasillo incrementó unos niveles, más con el rechinar de los zapatos; hizo que el escuchar la conversación de Sirius con su prima se dificultara un poco.

Sabía muy bien que ese no era mi problema, pero no podía evitar en sentir mi corazón apretarse cuando ella se lanzó hacia sus brazos una vez que llegamos al lugar.
No conocía muy bien a Daisy como para saber a ciencia exacta como funciona su cerebro, pero sí sabía que le incomodaba las demostraciones públicas o como su rostro podía cambiar de un segundo al otro, dejando ver que algo le estaba afectando.

Sin embargo, cuando estábamos por ingresar al salón, la risa de Sirius llamó mi atención, provocando que mi corazón doliera un poco más, ¿es normal sentir fuertes punzadas en tu pecho cuando escuchas a alguien reírse? Yo creo que no es así.
Sin siquiera darme cuenta, podía apreciar en mi cabeza una escena donde tanto Sirius como Daisy reían por un chiste privado, un hecho que ya era bastante habitual en ellos, pero que sin poder evitarlo me hacía sentir... mal.

Cuando estuve por entrar al salón, Peter se me adelantó y sin querer, pasó a llevar a una chica de tez morena de Gryffindor, provocando que nos demoráramos un poco en entrar y coger asiento en nuestros respectivos lugares. Fue en este momento que miré hacia atrás esperando ver el rostro indiferente de Daisy o el rostro de culo como diría Sirius; pero lo único que vi fue a Sirius molestando a James cuando éste pasó por el lado de Lily.

—¿Y Daisy? —Le pregunté a Sirius cuando éste se acercó a mí.

El pelinegro me miró frunciendo ligeramente el ceño como si se estuviera preguntando porque estoy preguntando por su prima.

—Se fue—Se encogió de hombros para luego mirar hacia adelante, no después de haberme mirado raro.

Intenté fingir que su paradero no me interesaba, pero no podía evitar pensar en dónde podría estar yendo, por lo que, inconscientemente, volví a mirar hacia atrás hasta divisar como la esbelta figura de Daisy atravesaba el pasillo en dirección contraria a nosotros.

Después de haber estado tres semanas sin hablar con ella y en ignorarla como el idiota que soy, solo quedó la opción de oírla participar en clase o en verla a lo lejos. Eso era lo único que me bastaba como para saber si ella estaba bien, pero aún así no podía quedarme quieto en un solo lugar para toda mi vida.

En el poco tiempo que aprecié como su túnica ondulaba tras ella y en cómo su cabello se mecía de un lado al otro, mi corazón solo pudo decir: Ve por ella. Síguela.

Pero que fácil, es decir: Escucha a tu corazón, pero también es muy fácil fingir que ya nada más importa y cuando es así, sabes muy bien lo que debes hacer, incluso si eso hará que todo el mundo sospeche de lo que sientes.

—Esperen—Dije mirando en el interior de mi bolso—Olvidé algo.

—¿Qué cosa? —Preguntó James mirando como revolvía mis pergaminos.

—Olvidé mi pluma y... ¡Oh, no! Mis apuntes de la clase pasada—Me acomodé el bolso en el hombro y me alejé del lugar—¡No me tardo!

Sin siquiera esperar alguna respuesta por parte de mis amigos, me alejé a toda velocidad del salón de DCAO, siguiendo la misma trayectoria que usó Daisy.
Alcanzarla no era para nada difícil, pero no podía estar corriendo tras ella por todo el castillo. Quien sea que nos vea, pensaría que la estoy acosando y para evitar malinterpretaciones, empecé a llamarla a gritos.

Cicatrices Invisibles | Remus Lupin [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora