❝ℂ𝕠𝕟𝕕𝕖𝕟𝕒𝕕𝕒 𝕪 𝕒𝕣𝕣𝕦𝕚𝕟𝕒𝕕𝕒❞

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❈𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 ⅩⅩⅤⅠ


⋯⋯⋯⋯ ↠ 𝔻 𝔸 𝕀 𝕊 𝕐 ↞ ⋯⋯⋯⋯


A la mañana siguiente de la misión carta, me sentí como el peor ser vivo en el mundo. Ni siquiera sabía como debía actuar de ahora en adelante. Me sentía distinta a lo que soy en realidad. Me sentía mentirosa y desleal, y me pregunté cómo puede vivir gente tan malvada en el mundo y continuar con su día a día sin sentir una pizca de remordimiento.

Claramente esa respuesta no se encontraba en mi poder, porque si fuera así, entonces sabría exactamente como debería actuar de ahora en adelante, pero la verdad es que no es así.
¿Cómo sería capaz de ver a los ojos de Remus y luego fingir que estoy enamorada de Sirius? No es que sea algo que haga todo el tiempo, ya que cada segundo que paso con Sirius, terminamos discutiendo y uno de los dos termina alejándose completamente ofendido, y lo peor de todo, ¡siempre soy yo la que se ofende!

Sin embargo, no me arrepentía de nada de lo que hice ayer.
A pesar de que ya fue, aún podía sentir mis labios sentir cosquillas y mis piernas apenas tenían la fuerza que necesitaba para sostener mi peso. Ni olvidar que anoche pasé varias horas en la cama pensando en el beso. Y cuando me daba cuenta de que mis dedos estaban tocando mis labios, mis mejillas se sonrojaban como si hubiera estado haciendo algo malo.

En conclusión, no debes besar a nadie hasta que estés 100% segura, o si no, tu cama terminará siendo un desastre, y lo digo en serio, ya que al estar moviéndome de un lado al otro mientras estaba tumbada, mis sábanas terminaron recogiéndose y no podía dormir teniendo mis piernas enredadas en el edredón, por lo que eran a penas las 4 de la mañana y yo estaba ordenando mi cama, y de paso, ordené el desorden que hice con mis zapatos y botas para la nieve. En fin, lo último que supe fue que eran casi las 5 de la mañana cuando finalmente me dormí, y mi primera clase la tenía a las 9:10, por lo que a veinte minutos para las 8 ya estaba de pie, con el cabello húmedo y unas ojeras color lavanda.

—Luces terrible—Señaló Lucy una vez regresó del baño.

Como todas las mañanas, Lucy se encontraba con el rostro fresco y los labios ligeramente rosados por su lápiz labial. Sin olvidar de un pequeño delineado que estaba muy a la moda según la revista corazón de bruja.

Por otro lado, yo tenía la apariencia de estar sumamente enferma. Mi piel estaba muy pálida, al punto de lucir incluso amarillenta. Tenía unas horribles ojeras bajo los ojos y sin olvidar que de por si soy delgada, entonces mis mejillas estaban "notoriamente" chupadas (por no decir que luzco un cadáver andante).
Sin embargo, estaba luchando con un colorete para mis mejillas. Esto era lo más que se me permitía usar para el rostro, ya que mi madre decía que el vivir bajo tierra hacía que mi piel se palideciera notoriamente. En otra época, habría estado a la moda sin siquiera esforzarme, pero en pleno siglo XX, las muchachas de hoy en día debían tener un rostro ligeramente bronceado y usar sombras de ojos que le permitiera ver cierta "profundidad" en sus ojos.

No obstante, aquí me encontraba, pellizcándome las mejillas y colocándome un poco de rubor. No podía ser que mi piel estuviera muy horrible. Y para contrarrestar, tenía un maldito grano en plena frente.

—¿Necesitas ayuda? —Preguntó Lucy.

Por poco había olvidado que estaba en el dormitorio.

—No, gracias. Estoy bien así—Dejé el rubor en una mesita se encontraba a un lado del espejo.

Cicatrices Invisibles | Remus Lupin [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora