❝𝐌𝐮𝐞𝐫𝐭𝐚 𝐞𝐧 𝐯𝐢𝐝𝐚❞

105 19 4
                                    

▷ 13

⋯⋯⋯⋯ ❀ 𝒟 𝒶 𝒾 𝓈 𝓎 ❀ ⋯⋯⋯⋯

Era este tipo de dolor que no sabría explicarlo, aquel que quema y te deja una marca en el corazón. Aquel que sabes que a lo mejor nunca sane porque sabes que esta ahí, y sin importar cuanto intentes de ignorarlo, te dolerá y no sabes cómo curarlo, como dejar que sane.

Sentía como si me hubieran arrancado el corazón, aquella punzada, aquel debilitamiento que sentía en las piernas y el poco control que tenía para respirar. Sentía que en cualquier momento podría morir y ahora, era la única opción que tenía para aliviar la fuerte punzada que sentía en mi pecho.

Tal vez por eso lloraba, para aliviar el infernal dolor que sentía, aquella punzada que desgarraba cada parte de mi ser, o quizás lloraba porque la ilusión terminó.

Sabía que mi destino ya estaba escrito y este amor fugaz era la única cosa que había hecho en mi vida como algo que yo quería, y quizás, aquella saboreada de libertad era lo que me rompía. No lo sabía muy bien y odiaba no saberlo, odiaba encontrarme con la mente en blanco sin siquiera ser capaz de controlar los hipos que solía hacer de vez en cuando, ni mucho menos poder tener un pensamiento más claro.

—¿Estás bien? —Preguntó Lily una vez que las lágrimas cesaron y lo único que hacía era luchar contra los temblores que estaba sufriendo mi cuerpo.

Cuando Lily apareció en el momento en que me derrumbé en mi propio dolor, me llevó con tanta calidez y ternura a un lugar privado en el pasillo. En esta zona del castillo solía estar muy abandonado de alumnos ya que gran parte de ellos se encontraban en los pisos de arriba, por lo que ambas estábamos sentadas en el suelo, rodillas con rodillas, en medio de una esquina oscura y abandonada del pasillo.

Mi cabeza estaba descansando en el hombro de Lily mientras ella jugueteaba con mis manos, tironeando mis dedos o pellizcando la piel de estas.
Mis dedos siempre habían sido alargados y delgados, y varios, incluyendo Sirius les daba cosa agarrarme de las manos con el constante temor de fracturarme los huesos de estas.

—¿Daisy? ¿Estás durmiendo? —Preguntó nuevamente mientras se alejaba de mi para mirarme.

Levanté la cabeza con pereza y la miré.

—Estaba cómoda—Me quejé con la nariz llena de mocos, a lo cual la pelirroja esbozó una sonrisa ligera.

—Pensé que estabas durmiendo.

Después de haberme desahogado, me había quedado extremadamente quieta, concentrada en mi propia respiración para tranquilizarme y gracias a ello, mis ojos se sintieron demasiado agotados por lo que en cualquier momento me habría quedado dormida.

—Estuve a punto—Me alejé de ella y me estiré.

Varios huesos de mis brazos y muñecas crujieron como galletitas.

—Pronto será momento de cenar—Dijo Lily mirando en su pequeñito reloj de muñeca—Te haría bastante bien si comes algo dulce, ¿vamos?

—No tengo ánimos de comer—Respondí echándome un poco más en el suelo, quedando mi mentón bien pegado a mi pecho.

La verdad es que no tenía ánimos de nada, ni siquiera de comer o de comer sola. Quería estar sola en mi dormitorio y ponerme mi pijama y dormir, dormir hasta que ya mi cerebro quedara frito y no recordar de las razones por la que estaba llorando.

Lily se puso de pie y con un suspiro extendió su mano hacia mí. Yo la miré en silencio y con el un suspiro similar a la que ella había soltado, dejé que me pusiera de pie.

Cicatrices Invisibles | Remus Lupin [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora