Luna Nueva

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Hashirama jamás en su vida fue, de las personas que se consideran a sí mismas una gran deidad, dueño de todo y con el mando eterno de las personas con rango inferior a el, nunca se sintió superior, ni tampoco era orgulloso de ser uno de los shinobis más poderosos.

Eso se lo dejaba a Madara, si, podría decirse que era controlado por ese bello hombre de cabellos alborotados y ojos onix, tan profundos, que sientes que te atraviesan el alma y te atrapan con solo un suspiro.

Pero justo ahora, se sentía un glorioso Dios todo poderoso, que ante cualquier amenaza el sale triunfador. Había esperado por años ser amado de igual forma por el Uchiha, como el lo estaba de él, pero, sólo se había equivocado en algo. El Uchiha ya lo amaba tal y como era, incluso podía jurar que Madara haría competencia, por quien de los dos se amaba más y posiblemente, el saldría como el amante obsesivo y Madara como el amante pleno y que más le ame.

Su corazón dio un brinco, parecía que iba a ahogarse en cualquier momento, sonrió deslumbrante ante los ojos del Uchiha, que brillaban con profunda emoción y amor, que sólo el podía otorgarle.

No pudo evitar recordar el pasado.

Las incesables horas en las que pasaban juntos, las incontables veces que compartieron momentos, sueños, sonrisas y varios roces inocentes de sus manos y sus pieles.

Recordó aquel momento cuando descubrió quien era Madara, pero, no quería alejarse, tampoco quería matarlo como su padre ordenaba, recuerda aquella vez que Madara despertó el sharingan tan solo por que los habían descubierto y su padre le dijo que se alejara de él.

Recuerda también, cuando Madara y el, se habían traspasado aquella piedra con un mensaje escrito en ella. Para defenderse, huir y entenderse.

Sólo ellos conocían el valor y coraje mutuo que tenían, cuando se trataba de ellos dos.

Nadie sabría nunca como dos seres opuestos, podían amarse y complementarse tan bien. Pues, a Madara le hacía falta lo que era Hashirama y este a su vez, le hacía falta lo que era Madara.

Sintió una lágrima correr por su mejilla derecha y miró con diversión la expresión asustada del Uchiha.

Cerró sus ojos ante la sensación de tranquilidad que el Uchiha le transmitía con sólo acariciar su mejilla, con esa bella mano que poseía.

__¿qué sucede? ¿No quieres?

Abrió sus ojos sintiendo como su corazón dolía con ver la expresión dolida del Uchiha.

El azabache bajó la mano con la expresión triste.

__entiendo... Yo..

Pero fue interrumpido por los labios ajenos sobre los suyos, Hashirama le besó como nunca, como si fuera la última vez que lo haría, como si mañana fuera el fin del mundo y esa era su única y última oportunidad para darle su amor, con un beso cariñoso.

Acarició con sus dedos, de manera sutil esa blanca mano, miró directamente a los ojos onix que su azabache amor poseía, y comenzó a besar cada uno de sus dedos con delicadeza sin perder contacto con esos ojos, grandes, rasgados y adornados con unas bonitas ojeras. Le sonrió como sólo sabe sonreír le para el.

__Te amo Maddy, Claro que quiero casarme contigo.

Madara tardó en procesar ese acepto por parte del castaño y cuando lo hizo, se permitió sonreír, genuinamente, embobando al castaño, que le miraba encantado por esa sonrisa.

__eres mío...

Dijo el azabache, aferrándose al cuerpo del mayor, pasando sus brazos por su cuello, enredando sus dedos en el castaño cabello y besando con paciencia cada parte del rostro ajeno y deleitándose con las risillas que daba el moreno.

Eclipse  (HashiMada) (yaoi) (tobiizu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora