Sky:
Los miércoles por la noche por lo general no estaba tan lleno como los domingos, pero aun así no quería a todos girándose y mirando hacia mí. Sin querer causar una escena, rápidamente me deslicé en el banco del fondo.
Por lo general, nadie se sentaba tan atrás. Cualquier otro día, estaría sentada en el primer banco con mi madre, pero me había tomado más tiempo de lo habitual en la habitación de los niños. Principalmente porque no tenía ningún deseo de escuchar a mi padre predicar.
El último banco debería haber estado vacío. Pero en lugar de tener una fila entera para mí sola, me deslicé directamente contra una dura pared de calor. El olor a pintura y hierba recién cortada llenó mis fosas nasales cuando mi mejilla se encontró con la carne caliente del brazo de un hombre.
Mientras rápidamente me empujaba hacia atrás, mis ojos se encontraron con el diseño dentado de un tatuaje negro. Se envolvía alrededor del brazo en
cuestión y se abría camino bajo la manga blanca de su camiseta. Mi miedo a lo desconocido se hizo presente y me deslicé rápidamente hacia el borde del banco.
Fue entonces cuando me encontré con cabello color caramelo y suaves ojos azul claro. Pasaron por mi barbilla y mejillas antes de chocar con los míos. Sus labios se inclinaron en una sonrisa antes de pasar sus dedos por su cabello, alejar su atención de mí y cruzar sus brazos sobre su pecho.
Estaba reclinado en el banco con sus largas piernas extendidas frente a él. Cadenas colgaban de su bolsillo derecho y se deslizaban a través de la madera brillante mientras separaba sus piernas para ponerse cómodo. Sus vaqueros estaban arrugados y gastados, con agujeros permitiéndome ver vistazos de piel y vello alrededor de sus rodillas.
Mis ojos pasaron a través de sus fuertes rasgos. Un fino trazó de suave vello oscuro delineaba su mandíbula antes de bajar sobre la barbilla y alrededor de su boca. Mordió sus gruesos labios con aburrimiento, lo que tiró del pequeño arete de plata debajo de su labio inferior. La suave luz de la tarde se derramó a través del vidrio tintado y le dio a su rostro un tono rojo. La luz parpadeó en un piercing en su ceja.
No podía apartar la mirada. Nunca antes había visto a nadie como él de cerca. Cada vez que alguien como él siquiera se acercaba, papi me hacía a un lado y me protegía de cualquier cosa impropia. Además, ir a una escuela de chicas significaba que rara vez veía a los chicos a menos que estuvieran en el supermercado o en la iglesia.
De nuevo se volvió hacia mí con una ceja levantada. Yo estaba mirando fijamente y eso era grosero, pero aun así no podía quitar mis ojos.
—No lo soy. —Sonrió hacia mí.
Un hoyuelo se profundizó en su mejilla y otro destello de plata se mostró dentro de su boca cuando habló. Dios mío, ¿estaba perforado por todas partes? Sentí mis mejillas calentarse ante el pensamiento profano.
—¿No eres qué? —susurré.
No creo que pudiera hablar más alto si lo intentara. Fue inculcado en mí ser vista, no oída, especialmente en la iglesia donde más importaba.
Su sonrisa se amplió y sentí que mi rubor bajaba por mi cuello.
—No soy el diablo.
Tragando el nudo seco en mi garganta, sacudí mi cabeza como si hubiera entendido.
—Lo sé.
—Oh, ¿en serio? ¿Cómo puedes estar segura? —Se volvió hacia mí un poco más y vi otro pequeño tatuaje en su otro brazo.
Si tan solo papá pudiera verme interactuando con una persona tan contaminada.
—Porque este es un lugar santo y el pecado no es bienvenido aquí.
Se rió en voz baja para sí mismo y sacudió su cabeza como si yo estuviera confundida. Su cabello color caramelo se derramó sobre sus ojos llenos de humor. Por primera vez en mi vida, tuve el deseo de estirarme y tocar a un extraño. Mis dedos picaban por quitar el cabello de sus ojos azul claro. Era un crimen que estuvieran cubiertos.
—¿Qué es tan gracioso? —pregunté.
—No podrías estar más lejos de la verdad. No soy el diablo, pero el hecho que esté aquí sentado dice un montón acerca de tu lógica. Un ángel debe saber la diferencia entre lo sagrado y el fuego del infierno.
Una vez más, mi cuerpo se encendió con un caliente rubor.
—No soy un ángel.
Se acercó y quito de mi cara un mechón de mi grueso cabello. Me aparté, haciéndolo reír suavemente para sí mismo.
—Si te ves como un ángel y hablas como uno, entonces debes ser un ángel. —Sonrió.
Incluso a través de sus piercings y amenazante apariencia oscura, su sonrisa era dulce. No estaba segura de cómo era capaz de hacer eso. Tal vez era el diablo. Me habían dicho en la vida que el mal sería un encantador, una víbora de cascabel disfrazada como un príncipe. Estaba empezando a pensar que había algo de verdad en ese dicho.
Traté de entender sus palabras. Si se ve como un pecador y habla como uno, entonces debe ser un pecador. Y una cosa que sabía sobre el extraño frente a mí, era que estaba hecho para el pecado.
Sin decir otra palabra, se puso de pie, la cadena colgando de su bolsillo tintineando y llamando la atención de toda la sala. Papá dejó de predicar y sus ojos estaban muy abiertos con enojo y sorpresa. Esperaba que corriera por el pasillo y me levantara rápidamente para alejarme del chico extraño con la belleza siniestra.
Él me miró y sonrió de nuevo mientras se deslizaba contra el banco frente a mí para salir. La parte delantera de sus gruesos vaqueros se deslizó a través de mi falda lisa, levantándola y revelando mis tobillos y tenis blancos. Una fresca brisa corrió por mis piernas y me dio escalofríos. No estaba segura de si fue por la brisa fresca o el chico. De cualquier manera, se sintió bien.
Las damas en elegantes sombreros observaron con disgusto mientras él empujaba ruidosamente las puertas de la iglesia y dejaba entrar el crepúsculo y el aire de la tarde en la habitación. Las puertas se cerraron de golpe detrás de él, bloqueando el aire fresco y dejándome sintiendo como si estuviera a punto de asfixiarme.
Hola!
Que tal va su día?!
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Azul Cielo
Teen FictionUna noche. Eso es todo lo que Hugo tuvo con la única chica a la que siempre amó. Años después, todo lo que le queda de esa noche es una cruz de plata, y el deseo inquebrantable de beber para olvidar su recuerdo. Como cantante de Dark Passion, Hugo t...