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Sky


—¿Qué quieres decir con que estoy despedida? —le pregunté a Jesse, mi manager.

No podía darme el lujo de perder mi segundo trabajo. Era el único que funcionaba con mi ajetreada agenda y era la razón principal de que fuera capaz de mantenernos a flote. Me estaba ahogando y no había dormido apropiadamente en cuatro años, pero me encargaba de mi familia y eso era todo lo que me importaba.

—Lo siento, Sky, no podemos permitirnos conservarte, y el propietario está bastante furioso contigo todavía por regalar gasolina —dijo Jesse mientras deslizaba mi cheque por encima del mostrador hacia mí.

—¡Pero pagué eso de mi bolsillo!

—Lo lamento. —Se dio la vuelta y se alejó del mostrador, dejándome saber que nuestra conversación había acabado.

La verdad era que odiaba trabajar en la estación de gasolina después del anochecer. Especialmente en ese vecindario, pero por suerte algunos de los chicos españoles que vivían en el parque de remolques cerca me echaban un ojo luego de que les di un tanque de gasolina gratis un día. Pero independientemente de no ser seguro trabajar allí por la noche, era buen pago.

Odiaba tener que buscar un nuevo trabajo. Con mi trabajo de día en la tienda junto a mi apartamento, era difícil salir para encontrar otro trabajo, y para ser honesta, no podía darme el lujo de un día libre para buscar otro.

Después de tomar mi cheque final, corrí afuera para pillar a mi madre antes de que se fuera. Por suerte, ella había necesitado gasolina antes de irse a casa. De lo contrario, se habría ido hace rato.

—¿No vas a trabajar esta noche? —preguntó, confundida.

—No. Fui despedida —dije en tanto me subía al asiento delantero y cerraba con fuerza la puerta detrás de mí.

Se metió en el asiento del conductor y arrancó el auto. Era difícil de creer que el viejo Taurus de mamá seguía arrancando.

—Lo siento, cariño. Comenzaré a buscar algo. No es justo que estés trabajando en dos lugares cuando puedo encontrar algo.

Mamá había tenido un derrame cerebral luego de que ella y papá se divorciaran, y me decidí a que no iba a tener que trabajar. Creo que era el estrés de toda la dura experiencia lo que la perjudicó. Había estado tan sorprendida cuando mamá había entrado a la sala mientras papá me estaba golpeando y se le plantó. Lo había hecho una sola vez antes, pero esa fue la última vez que había sido diferente. Pudo haber tenido que ver el hecho de que para ese momento estaba embarazada de seis meses.

—No, mamá, yo resuelvo esto. —Le sonreí.

—Mami, ¿el trabajo terminó? —dijo Guito desde el asiento trasero mientras se frotaba los ojos soñolientos.

Debe haberse quedado dormido justo después de que salí del auto. Me di la vuelta y alboroté sus rizos castaños claro. Lo último que quería era que Guito se pusiera molesto por mi molestia.

—Sí, bebé, el trabajo ha terminado. Voy a llevarte a casa y podremos ver tu película de dinosaurios hasta que nos quedemos dormidos. ¿Suena divertido?

Mamá y yo reímos por su emoción cuando nos marchamos a casa, pero sin embargo, no podía evitar sentirme estresada por la situación.

Tanto mamá como yo siempre habíamos vivido bajo el yugo de papá. Él trabajaba y cuidaba de nosotras. Cuando comenzamos a estar por nuestra propia cuenta sin él, ambas estuvimos perdidas en cuanto a qué hacer. Papá ya no tenía nada que ver conmigo dado que había avergonzado a nuestra familia, por lo que no podía pedirle ayuda aunque quisiera, pero estábamos lográndolo. Apenas, pero estábamos lográndolo.

Azul CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora