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Hugo

Casi no podía creer lo que veía. Por un breve momento, me pregunté si todavía estaba drogado desde la última mierda que había fumado. Me sorprendió tanto que casi no la atrapé cuando se desmayó allí mismo, en el suelo del baño. Mi mano sostuvo su cabeza, evitando que se estrelle contra el lujoso piso.

No es que me importara mucho lo que le pasara. ¿Verdad?

Recogí su pequeño cuerpo. Se sentía más pequeña que hacía cuatro años. Traté de no pensar en cómo se sentía en mis brazos mientras cruzaba mi dormitorio y la acostaba en mi enorme cama tamaño king. Su cabeza colgaba hacia atrás y tenía la boca abierta. Me gustó el hecho que todavía tuviera el cabello largo, a pesar de que no podía verlo ya que estaba aferrado a la parte superior de su cabeza en un moño desaliñado.

Era natural que mis ojos se deslizaran por todo su cuerpo. Siguieron su elegante escote, bajando más allá a su pecho y vientre plano, y aterrizaron en un par de piernas largas que podía recordar envueltas con tanta fuerza a mí alrededor. Mi pene comenzó a ponerse duro y tuve que apartarme.

—Sal de una puta vez de aquí, Hugo. Esta perra es el diablo. Recuerda eso —me dije.

Fui a mi armario y saqué una muda de ropa y me vestí lo más rápido que pude. En el cuarto de baño, cerré la llave del agua. Para cuando volví al dormitorio, ella estaba recuperando la consciencia. Me senté en la silla junto a la cama y vi como ella abría los ojos y parpadeaba rápidamente hacia el techo por encima de nosotros.

Las palabras que anhelé decirle durante los últimos cuatro años se sintieron amargas contra mi lengua. Me había jodido terriblemente... había succionado hasta la última gota de bondad en mí y lo escupió en mi cara. Cuando desapareció, caí hasta lo más profundo en una depresión que hasta mi madre temió por mi vida. Bebí hasta que no podía mantener los ojos abiertos y probé tantas drogas como cualquier cantidad de dinero que ganaba vendiendo cualquier cosa pudiera conseguir.

No toqué otra chica hasta después de haber estado con Dark Passion por un tiempo. Recuerdo a Jenny buscándome no mucho después que Sky se hubiera ido. Había intentado con todas sus ganas que yo me la follara y terminé desmayándome encima de ella. Max me informó al día siguiente que había encontrado a Jenny a horcajadas sobre mí mientras estaba desmayado. Al ser el gran amigo que era, la sacó a la fuerza y la echó de mi garaje.

Ni siquiera puedo recordar la primera chica con la que dormí después de Sky. Sólo recuerdo estar borracho y llorar al día siguiente. Me había sentido como si la hubiera engañado. Me tomó mucho tiempo albergar tanta ira hacia Sky como para poder estar con otra mujer, pero siempre me aseguraba no involucrarme con una mujer más de una vez y los sentimientos eran algo que nunca había planeado tener de nuevo. Funcionó y eso era todo lo que importaba.

Podía decir sin parpadear que odiaba a Sky, así como había pasado una buena parte de los cuatro años contemplando los estragos que le causaría si alguna vez la veía de nuevo. Así que, mientras la veía tumbada en mi cama no sólo me acordé del peor momento en mi vida, sino que también me hizo feliz finalmente ser capaz de obtener mi venganza por toda la angustia que me había provocado sin que le importara ni un poco.

Cuando por fin se dio cuenta de lo que había sucedido, se incorporó rápidamente y se agarró la parte posterior de su cabeza como si le doliera. Sus ojos recorrieron mi habitación hasta que aterrizaron en mí. Y se abrieron a más no poder cuando me vieron.

—¿Hugo?

—¿Sky? —respondí.

—¿Qué haces aquí? —preguntó.

Azul CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora