Sky
Yacía cerca de Hugo y lo observé dormir. El reloj despertador junto a su cama parpadeó las doce de la noche e iluminó de rojo la esquina de su habitación con cada parpadeo. Su pecho subía y bajaba con su profunda respiración. De vez en cuando, él hacía un dulce ruidito de alegría y sonreía para mí misma.
Casi no podía creer que ya no era la chica inocente que una vez fui. Había pecado de la peor manera, pero le daría la bienvenida al infierno si eso significaba estar con Hugo. Estábamos enamorados y estando con él de esa manera, casi podía olvidar el drama con mi padre. Tenía hasta la salida del sol para decidir qué hacer. Me arriesgaría a que Hugo vaya a la cárcel y me quedaría con él, o cedería a las órdenes de mi padre y me alejaría del amor y de todo lo que quería para mí.
Si le decía a Hugo la verdad y le daba mis opciones sabía cuál elegiría él, pero la mera idea de ver a Hugo en la cárcel me daba náuseas. Él era demasiado bueno para eso. Era demasiado bueno para la vida que estaba viviendo.
Técnicamente, no había visto a Hugo traficando con drogas, pero ¿podría haberme mentido mi padre?
Sus abdominales se sentían calientes contra las yemas de mis dedos mientras recorría su cuerpo. Se volvió hacia mí en su sueño y me tomó en sus brazos.
Me sentía tan segura allí, como si nada ni nadie pudiera alcanzarme. Mis ojos comenzaron a sentirse pesados, pero luché contra el sueño tanto como pude.
Necesitaba permanecer despierta y por lo menos intentar pensar qué hacer.
Estaba prácticamente dormida cuando escuché a Hugo susurrar: “Te amo, Sky” en mi oído.
Se sentía como cinco minutos más tarde cuando un fuerte ruido me despertó. Me senté en una cama vacía.
El reloj despertador parpadeaba las dos de la mañana en mi rostro, permitiéndome saber que necesitaba más horas de sueño.
Tirando de la sábana, me deslicé de la cama de Hugo y deslicé mi vestido sobre mi cabeza.
La brillante luz se derramó por la habitación mientras silenciosamente abría la puerta de su habitación. No había nadie fuera de su habitación, pero de vez en cuando, escuchaba a alguien hablar al fondo del pasillo. Seguí las voces y terminé delante de la habitación principal.
No quería ser grosera y entrar, pero todo en lo que podía pensar era en si alguien allí dentro necesitaba ayuda. ¿Y si Hugo me necesitaba? Cuando escuché su voz amortiguada a través de la puerta, sabía que tenía que entrar.
Debería haber tocado, pero si Hugo estaba en la habitación haciendo algo relacionado con las drogas, quería verlo con mis propios ojos.
Extendí la mano hacía el picaporte oxidado y lo giré. La puerta fue silenciosa mientras la abría lo suficiente para que pudiera echar un vistazo. Una sala cubierta de color malva estaba delante de mí. Mis ojos examinaron cuidadosamente la habitación, contemplando el juego de sábanas y cortinas. Entonces mis ojos se posaron en Hugo y su mamá. Ellos estaban en el baño principal al otro lado de la habitación. Hugo sostenía su cabello mientras ella vomitaba en el baño y lloraba.
—Duele tanto, Guito —gimió.
Mi corazón se rompió por ella. Hugo me contó que tenía esclerosis múltiple, pero no tenía idea de lo que realmente significaba.
—Lo sé, mamá. Estoy aquí. Prometo que no te dejaré —dijo Hugo en voz baja.
Vi otro lado de él en ese momento. Siempre supe que era un tipo que cuidaría de cualquier persona que amara, pero verlo con mis propios ojos lo hizo más real. Era un protector, un buen hombre y yo era una chica afortunada por tenerlo.
Me sentí muy mal por entrometerme en sus asuntos, pero era un momento tan honesto que no podía apartar la mirada.
—No me dejes. Por favor solo quédate hasta que ya no esté mareada —le pidió mientras Hugo le enjuagaba las mejillas con un pañuelo.
Permanecí allí hasta que la ayudó a volver a su cama. Algo me pasó mientras observaba la historia tan íntima que se desarrollaba en frente de mí. Sea lo que sea, cambió todo mi proceso de pensamiento, y supe en ese momento que no podía permanecer con Hugo y arriesgarme a que mi padre lo arrestara por tener drogas. Su mamá lo necesitaba demasiado. Estaba enferma, y por más que quisiera estar con Hugo, no podía ser egoísta.
Rápidamente me dirigí de vuelta a su habitación, quitándome mi vestido así no sabría que había estado despierta, y volví a acostarme en su cama cerrando mis ojos con fuerza. Su puerta chirrió un poco y pude ver la luz a través de mis párpados cuando regresó a su habitación. La oscuridad me consumía, y la puerta chasqueó en su lugar mientras dejaba afuera al mundo de nuevo.
Fingí dormir mientras se deslizaba en la cama conmigo. Su lado del colchón se hundió y me llevó más cerca de él. Sus cálidos brazos me rodearon y acercó su cuerpo al mío mientras se acurrucaba a mi lado. Quería llorar por lo que podría estar perdiendo si me alejaba. Estaba casi segura de que era lo que tenía que hacer.
Besó el lateral de mi cuello y suspiró feliz. Una vez oí su profunda respiración, permanecí mirando la pared y vi nuevamente el parpadeo rojo. Me senté en el mismo lugar por una hora mientras consideraba mis opciones una y otra vez. Al final, llegué a la conclusión de que tenía que hacer lo correcto. Tenía que mudarme con mis padres, y tenía que hacerlo sin decirle a Hugo...
Conocía a Hugo y sabía que lucharía por mí… lo había dicho a principios de esta noche. Si la situación hubiese sido diferente, lucharía con más fuerza por él, pero alguien lo necesitaba más que yo, y si me quedaba, podría significar la cárcel para Hugo. Eso era algo con lo que no podría vivir.
Calientes lágrimas corrían por mi rostro mientras me deslizaba silenciosamente de su cama. Me puse mi sujetador y bragas y deslicé mi vestido sobre mi cabeza. Mi cruz calentaba mi palma mientras miraba a Hugo y su dulce rostro. Imaginaba que todo lo estaba vertiendo en mi cruz.
Algo más que mi alma, más que mis emociones que se desmoronaban en ese momento exacto, sino mi esencia, todo lo que era Sky.
No necesitaba ninguna parte de mí misma nunca más. Estaría sin vida sin Hugo de todas maneras. Lo amaba y desde que no podía tenerme, quería que tuviera la parte más grande y más importante de mí, mi alma.
Desenganchando mi collar, permití que la cruz se deslizara de la cadena a mi palma. Se sentía más caliente de lo usual, y mi nuca se sentía rara sin el peso tirando en contra de él. Cerrando mis ojos, dije una silenciosa oración para que mi cruz mantuviera siempre seguro a Hugo, y luego hice la promesa al aire en la habitación que cuando pudiera, regresaría a Hugo.
Besando la cruz, la puse en la almohada junto a su cabeza. Mi corazón se rompía en pedazos y todo dolía. Sentía como si no pudiera respirar. Me incliné y presioné mis labios en su mejilla. Sonrió en su sueño, sus hoyuelos marcándose para mí una última vez.
Limpiándome el rostro con el dorso de mi manga, me alejé de él. Me arrastré a través de su casa como un criminal hasta que estuve en su jardín y en el frío aire de la mañana. El mundo estaba silencioso mientras caminaba hacia la tienda más cercana y llamaba a mis padres. No encontré a una sola persona en el camino, no es que nadie pudiera hacerme un daño peor del que me había hecho a mí misma en ese punto.
Una hora más tarde, estaba en la parte trasera del auto de mi padre en mi camino de vuelta al infierno. Había un cinturón y un billete de avión esperando por mí cuando llegara allí.
Alrededor de las diez de la mañana, mi padre me tenía de camino al aeropuerto. Mi avión despegó a medio día. Lloré durante todo el camino.
ESTÁS LEYENDO
Azul Cielo
Teen FictionUna noche. Eso es todo lo que Hugo tuvo con la única chica a la que siempre amó. Años después, todo lo que le queda de esa noche es una cruz de plata, y el deseo inquebrantable de beber para olvidar su recuerdo. Como cantante de Dark Passion, Hugo t...